A veces la tecnología va por delante de la sociedad y de la economía. Fue así como algunos inventos del espacio, creados para espiar a los enemigos o mandar naves a la Luna, después se convirtieron en aplicaciones cotidianas en tierra. Gracias a esto, hoy se puede usar el GPS en un pequeño y barato “smartphone”, hacer operaciones bancarias en internet o hacer aterrizar aviones en medio de un temporal. (Aquí puedes leer sobre los problemas que ahora se pueden solucionar desde el espacio).
El avance de tecnología espacial no se detiene. Cada vez más países y empresas acceden al espacio y lanzan satélites más potentes y baratos. En medio de esta vorágine, la Unión Europea trata de no quedarse atrás en la carrera de la innovación con dos grandes proyectos: Copernicus, un sistema de observación de la Tierra, y Galileo, un “GPS europeo” que supera con mucho a la precisión de sus competidores. Ambos recogen desde el espacio enormes cantidades de información que pueden ser usadas en aplicaciones que hasta hace poco eran impensables. Hoy, la agricultura de precisión, el diseño de ciudades más eficientes o el seguimiento en tiempo real de la polución no son tecnologías de ciencia ficción, sino servicios que Europa quiere proporcionar desde el espacio.
Por este motivo, la Unión Europea ha convertido a Copernicus en uno de los “buques insignia” de su política. Este es un complejo programa de observación terrestre que se caracteriza porque puede proporcionar datos muy precisos sobre el estado del globo. Está compuesto por una treintena de satélites, entre los que hay seis satélites Sentinel lanzados a propósito para esta tarea, y otras infraestructuras terrestres: unas diseñadas para procesar los datos y transformarlos en información y otras para captar más datos sobre el terreno, como son por ejemplo los sensores meteorológicos. El objetivo final de todo el sistema es cubrir el planeta de forma continua y ofrecer la información recopilada gratuitamente a todos aquellos que estén interesados, ya sean empresas u organismos públicos.
Copernicus permite seguir día a día la evolución de todo aquello que se puede ver desde el espacio. Por ejemplo, puede analizar el crecimiento de las cosechas, el cauce de los ríos, la evolución de las corrientes océanicas, los vertidos de contaminación, las nubes de polución o incluso el crecimiento de ciudades. Y, por eso, y tal como mostraron algunas de las startups que estuvieron presentes en la “European Space Week”, un encuentro entre políticos y empresarios del sector espacial celebrado en Tallín (Estonia) recientemente, esta tecnología puede ser de ayuda en innumerables aplicaciones, presentes y futuras.
Gracias esto, los ayuntamientos podrán diseñar ciudades más sostenibles, las agencias ambientales podrán seguir el estado de los océanos con más detalle y en tiempo real y las empresas podrán diseñar aplicaciones para guiar a personas invidentes o ayudar a los agricultores a conocer el estado de sus cultivos. Además, Copernicus sirve para monitorizar los efectos del cambio climático y para ayudar en tareas de seguridad, facilitando la protección frente a vertidos o en la gestión de emergencias, y también en la respuesta a catástrofes naturales. De hecho, Copernicus ya se usa para evaluar el riesgo de incendios (en el blog “almazcara.forestry.es” pueden verse muchos ejemplos) o el alcance de los daños provocados por inundaciones.
Usos de Copernicus en España
En España, por ejemplo, la Direccion General de Protección Civil y Emergencias ha usado los servicios de Copernicus para seguir incendios en tiempo real o evaluar los daños en Jaén, León o Sevilla. Se trabaja en usarlo en aplicaciones agrícolas y Puertos del Estado ya aprovecha parte de la información en el control de las rutas marítimas.
En la actualidad, Copernicus ya le ha permitido a la Comisión Europea y la Agencia Europea del Medio Ambiente lanzar el índice Europeo de Calidad del aire, que combina datos de las redes de medición estatales con predicciones de Copernicus para hacer estimaciones en tiempo real de la calidad del aire.
Por ejemplo, en Madrid, una ciudad afectada estos días por la polución, la información suministrada por el servicio atmósfera de Copernicus (CAMS), en combinación con información recogida por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), permite hacer un pronóstico de la calidad del aire para los próximos tres días y ayudar asi a que las autoridades y los ciudadanos puedan actuar adecuadamente.
Además, instituciones como el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA) y la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), promoverán su uso entre distintas instituciones para vigilar la atmósfera y trabajar en sostenibilidad urbana, en el taller “Copernicus para el Crecimiento Verde y las Ciudades Inteligentes”, celebrado el próximo día 28 de noviembre.
Creación de empresas
Para que todo esto sea posible, la Unión Europea cuenta con que la información que proporcionan las infraestructuras de Copernicus sean procesadas por empresas, muchas de ellas startups, capaces de desarrollar nuevas aplicaciones. En ese sentido, Pierre Delsaux, miembro del departamento de Mercado Interior, Industria y Emprendimiento de la Comisión Europea (CE) dijo recientemente que la intención es “crear una comunidad de compañías, grandes y pequeñas, fuera del sector espacial para proporcionar servicios para la población”.
Delsaux hizo estas declaraciones durante la celebración de la “European Space Week”, en la que la Comisión Europea mostró los esfuerzos que está haciendo para potenciar la creación de startups capaces de usar la información que Copernicus capta en el espacio. Entre todas ellas, destaca el impulso de un programa de aceleración de startups, “Copernicus Accelerator”, en el que se trabaja en transformar ideas en negocios. “La clave es que el espacio no funcione en aislamiento, sino que sea una herramienta para crear empresas en toda Europa”, dijo Delsaux. De hecho, la Comisión Europea espera que Copernicus cree 48.000 trabajos directos e indirectos entre los años 2015 y 2030.
Un servicio público europeo
Andreas Veispak, director de la unidad para los datos del espacio, cambios sociales y crecimiento de la Comisión Europea, hizo énfasis en señalar que el objetivo del programa Copernicus es convertirse “en el primer servicio público europeo”. Es decir, la Unión Europea ha diseñado una compleja y cara infraestuctura, que ningún país podría haber puesto a punto por separado, y luego ha puesto los datos recogidos ahí a disposición de empresas e instituciones de forma gratuita.
¿Qué lugar tiene todo este proyecto en el globo? ¿Qué sentido tiene? “Estamos llegando a la era de la democratización del espacio”, opinó Veispak. “En los próximos años se lanzarán 12.000 nuevos satélites de exploración en todo el mundo. Muchas nuevas empresas comenzarán a trabajar y el volumen de datos disponibles se multiplicará”, predijo. “Esto tendrá beneficios para la sociedad, por ejemplo en lo relacionado con el medio ambiente y el cambio climático, y generará una competencia muy importante entre startups”.
La revolución de la economía del espacio
Tal como explicó a ABC Armengol Torres, consultor aeroespacial y experto en “smart cities”, “ahora está ocurriendo una revolución como la ocurrida en los setenta en los garajes de Silicon Valley”. En esta ocasión, en vez de ordenadores personales, lo que se está desarrollando es la “nueva economía del espacio”. Por una parte, la tecnología permite que “todo se vea desde ahí arriba”, según Torres y, por otra, los lanzamientos de nuevos satélites son cada vez más baratos.
El resultado es que las empresas tendrán acceso a una gran cantidad de información, lo transformará la economía y la sociedad en el plazo de unos años. “Se puede decir que la Unión Europea ha invertido en construir un gran surtidor de petróleo (en este caso, se suministra información). Pero no puedes echarlo directamente a los coches. Hace falta que otros procesen todos esos datos”.
Apoyándose en la Agencia Espacial Europea (ESA) y la potente industria espacial del Viejo Continente, que ha construido la tercera parte de los satélites de todo el mundo, la Comisión Europea ha invertido más de 7.000 millones de euros en Copernicus para hacer funcionar una treintena de satélites junto a importantes infraestructuras en Tierra. Otros 13.000 millones se han invertido en Galileo, el sistema de navegación más preciso del mundo que, sin embargo, ha atravesado no pocas dificultades y retrasos.
No quedarse atrás
Sea como sea, se puede decir que Europa ha apostado claramente por el espacio. Tal como explicó Jan Wöerner, director general de la ESA, el organismo que dirige y la Comisión Europea han decidido acercar el espacio a la tierra e integrarlo en la economía y la sociedad, con vistas a crear un sector espacial competitivo internacionalmente y al mismo tiempo garantizar la autonomía de Europa. “Desde el espacio no se ven las fronteras, aunque es cierto que se ven nubes encima de Reino Unido”, bromeó Wöerner, para referirse al Brexit. “Pero debemos trabajar unidos. Y reconstruir el espíritu europeo”.
“Muchos aspectos de la vida cotidiana están basados en servicios del espacio, aunque la gente no lo sepa”, explicó Pierre Delsaux. “La Comisión Europea quiere ser un facilitador entre las compañías y la gente que usa esos servicios”. ¿Por qué hacerlo? Según explicó, apostar por ello es especialmente importante para el futuro: “Si no invertimos en el espacio, la industria y nosotros nos quedaremos atrás. China o Estados Unidos tienen una inversión enorme en el espacio. Y en diez o quince años la industria dependerá de esa tecnología. Si no tomamos la decisión acertada ahora, no notaremos las consecuencias inmediatamente, pero sí en el futuro”.
Poco a poco, cada vez más instituciones europeas van usando los servicios de datos de Copernicus para evaluar el estado del medio ambiente o de las ciudades, entre otras muchas cosas. El sistema de navegación Galileo ya ofrece servicios de gran precisión para los smartphones más avanzados del mercado, como el iPhone 8, el Huawei P10 o el Samsung S8. Muchas ideas y startups prometen revolucionar la tecnología con nuevas aplicaciones. Según Andreas Veispak, el objetivo final de todo esto es lograr “vivir en una economía basada en conocimientos y que recopila información sobre lo que está ocurriendo”.
Fuente: abc.es