Entre enero a octubre de 2021 se vendieron apenas 768 autos eléctricos, ¿qué hace falta para su adopción masiva en el país?
Cada vez es más frecuente conocer los ambiciosos planes de las automotrices para producir vehículos eléctricos, como en el caso más reciente de General Motors, que anunció una inversión de 35,000 millones de dólares en vehículos eléctricos y autónomos para 2025, con el objetivo de ofrecer 30 autos de este tipo para 2030.
De igual forma, el gigante alemán BMW inyectará más de 1,000 millones de euros para sumar 25 modelos eléctricos en su inventario para 2023, o bien, Volkswagen y Toyota, con una inversión combinada de 170,000 millones de dólares en los próximos años para escalar su transición de motores de combustión interna a vehículos que funcionan con baterías.
Sin embargo, ¿es esto suficiente para que un país como México adopte los vehículos eléctricos como una opción sostenible y accesible? Los datos indican que hasta ahora no; en el acumulado de enero a octubre de 2021 se vendieron en el país apenas 768 vehículos con este tipo de tecnologías, los cuales representaron el 0.09% de las ventas totales, de acuerdo con datos de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA).
“En un escenario utópico en donde los costos de la tecnología, energía, se reducen, además de incentivos gubernamentales y apoyos de empresas, México en 10 años podría lograr un incremento acelerado de ventas totales de vehículos eléctricos aproximado a un 40% total en el país. Esto se podría cuantificar en impacto ambiental en las ciudades que son líderes en adopción de estos vehículos en el país”, explicó Pedro Ponce, investigador del Tecnológico de Monterrey, en entrevista para Forbes México.
En ese sentido, los incentivos gubernamentales no solo son necesarios para acelerar la adopción de los vehículos eléctricos, sino que se deben contemplar los costos de infraestructura eléctrica para instalar cargadores, el costo de la energía eléctrica para cargar la batería y el costo de la batería por sí misma.
“Se necesitarían tener infraestructuras que permitan no generar aglomeraciones de tráfico y que hubiera incentivos suficientes para que económicamente fueran viables los costos y la población empezara a adoptarlos. Estimo que en 10 años pensaríamos en que podríamos tener una adopción en término medio”, reiteró.
Si bien el interés de los mexicanos en la compra de vehículos eléctricos creció hasta 200% en algunos meses de 2021 en comparación con 2020, los incentivos fiscales son indispensables para instalar más estaciones de carga y, sobre todo, abaratar los costos de los autos que oscilan entre los 343,000 pesos y más de 1 millón de pesos.
“La importancia de subsidios es crítica: no podría haber una infraestructura para la parte de suministro de energía eléctrica para la inserción de estos vehículos y su manufactura si no hay incentivos fiscales que promuevan para el consumidor la adopción de estos autos. En esta época, los autos son de un rango de precio alto e inalcanzables para la clase media o una parte de la población que pudiera irlos adoptando. Si se dieran los incentivos fiscales se podrían abaratar los precios de otros modelos para aumentar su adopción e ir cambiando de manera paulatina el parque vehicular. Si no hubiera estos incentivos para las empresas que desarrollan tecnología, sería muy difícil que generemos tecnología”, agregó Ponce.
Eliminar la dependencia tecnológica
El especialista aseguró que es necesario que el país se convierta en un desarrollador de tecnología y que no solo manufacture autos para ser competitivo, sino que brinde solución a temas particulares, como en la elaboración de componentes clave como baterías, motores eléctricos y piezas básicas.
“Se me haría interesante que tuviéramos compañías que se dedicaran a las piezas fundamentales que se requieren en un vehículo eléctrico y que diera pie a que se pudieran armar en México y después ir evolucionando a otras tecnologías, pero no perder de vista lo fundamental y que son clave en los autos eléctricos, como las baterías y la autonomía a través de eficientar el sistema de tracción”, abundó.
La crisis de semiconductores agravada en los últimos dos años por la alta demanda de aparatos electrónicos y la guerra comercial entre Estados Unidos y China es el claro ejemplo de que la dependencia tecnológica en una industria como la automotriz produce grandes pérdidas, ya que éstas ascendieron a más de 20,000 millones de dólares.
“Dejamos los elementos básicos de los automóviles descuidados y creemos que siempre nos los van a suministrar grades compañías o potencias. En México tenemos una gran oportunidad porque existen diversos recursos naturales que nos permiten hacerlo, tenemos tecnología que lo permitiría hacer a partir de esos recursos básicos”, señaló Pedro Ponce.
Además recomendó la adopción de software especializado que permita diseñar elementos de automóviles sin la incertidumbre de cómo va a comportarse el elemento y brindar la ventaja de ahorrar elementos o hacer un diseño más factible porque las propuestas se podrían validar a través del programa, garantizando su funcionamiento en la vida real.
“La dependencia tecnológica es tan mala en cierto sentido porque nos frena; podríamos tener muy buenas propuestas, pero si no tenemos los elementos que nos permitan llevarlos a un término de diseño o funcionamiento como en el caso de los semiconductores, estaríamos atrasados y no podemos salir”.
Los vehículos eléctricos: una puerta para la electrificación inteligente
En junio del año pasado, Ford presentó una de sus propuestas más icónicas: la F-150 impulsada con ayuda de Sunrun (proveedor estadounidense de almacenamiento y energía solar) y que cuenta con fuente de energía residencial de respaldo para suministrar electricidad baja en carbono a los hogares durante cortes de energía.
“Estamos pensando que el rol del vehículo eléctrico también puede cambiar: no solo estamos pensando en que puede cargar o demandar energía para cargar sus baterías, sino que podrá suministrar energía en diferentes situaciones o necesidades que se puedan tener en la ciudad. Esto tendría que habilitarse en la ciudad al tener medidores o dispositivos que puedan tener en cuenta cuánto se puede suministrar hacia los vehículos eléctricos a una casa u otra zona. La red se tenía que planificar”, apuntó el académico del Tec de Monterrey.
Finalmente, el especialista resaltó la importancia de hacer convenios que garanticen el suministro de los componentes en tiempo y forma para los tiempos de vida establecidos de las marcas y modelos, así como medir el impacto económico para impulsar un ecosistema sostenible.
“Son muchos los jugadores que se requieren, no solo los del punto de vista tecnológico, también hay un impacto económico que se debe tener en cuenta y otros que tienen que fungir como reguladores tecnológicos y se deben acreditar, certificar y hacer nuevas regulaciones que tendrían que estar en vigor. En ese sentido planteando un escenario en el que tendríamos que cambiar desde la estructura de la red o adecuarla para poder suministrar la demanda de la red de los vehículos eléctricos”, detalló Ponce.
Fuente: forbes.com.mx