Una encuesta de Pew Research Center revela que a la mayoría de los estadounidenses les inquieta más de lo que les emociona el impacto de la inteligencia artificial en su día a día, lo que refuerza las peticiones de una mayor regulación
Durante el último año, probablemente habrás mantenido conversaciones con amigos, familiares y gente del trabajo sobre el auge de la inteligencia artificial (IA) generativa, capaz de crear textos e imágenes convincentes, pero quizá también habrán hablado sobre la exageración y el miedo que rodean a esta tecnología. Una encuesta publicada recientemente por Pew Research Center revela que la preocupación por los efectos nocivos de la IA está superando el interés por su utilidad.
Así, la mayoría de los estadounidenses afirma que su preocupación por la inteligencia artificial en la vida cotidiana supera a su entusiasmo por ella, según la encuesta realizada a más de 11,000 adultos en Estados Unidos. Los resultados se dan en un momento en que un número creciente de personas presta atención a las noticias sobre la IA en su día a día. Pew ya realizó sondeos similares en dos ocasiones previas e informó que el número de individuos más preocupados que entusiasmados por la IA pasó del 37% en 2021 al 52% en agosto de este año.
¿Qué piensa la gente sobre el uso de la IA en el día a día?
El equilibrio entre la preocupación y el entusiasmo que manifestaron estas personas variaba según los distintos casos de uso de la inteligencia artificial.
Cuando se les preguntó qué opinaban de que la policía utilizara la IA para la seguridad pública, aproximadamente la mitad de los encuestados manifestaron que no estaban convencidos, y el resto se dividió en partes iguales entre quienes indicaban que ayudaría o perjudicaría en este campo. Mucha más gente consideraba que la IA contribuiría a que los médicos ofrecieran una atención de calidad a los pacientes, pero es probable que la gente tuviera opiniones diferentes sobre algunas aplicaciones concretas de esta tecnología en el ámbito médico. Muchos tal vez se sentirían incómodos con un algoritmo de triaje que tomara decisiones de vida o muerte sobre quién recibe qué tratamiento.
Además, Pew halló una mayor tendencia hacia la preocupación por la IA perjudicial cuando se les cuestionó qué impacto tendría la tecnología en la capacidad de mantener la privacidad de su información. Esto encaja con la forma de requerir protecciones integrales para la confidencialidad por parte de activistas, expertos en políticas e investigadores de Estados Unidos que quieren salvaguardar los derechos civiles y responsabilizar a las empresas y gobiernos que utilizan la IA. Hasta ahora, el Congreso de EE UU aún no ha aprobado una ley de privacidad y protección de datos.
Una repercusión de la IA en la vida cotidiana sobre la que no indagó la encuesta es el potencial de la tecnología para favorecer o reducir la discriminación. Años de pruebas demuestran que los sistemas de IA a veces refuerzan o amplifican el racismo, el sexismo o la discriminación contra individuos de escasos recursos y personas que se identifican como queer. Pero la inteligencia artificial también sirve para detectar prejuicios y prevenir la discriminación. Sennay Ghebreab, director de un laboratorio de IA de la Universidad de Ámsterdam (Países Bajos), me comentó el año pasado que “llevo una década trabajando en este tema y, aunque puede ser dañina para la gente, representa una oportunidad para descubrir sesgos ocultos en la sociedad”.
Las conclusiones de Pew plantean la cuestión sobre cómo las personas que no trabajan en el campo de la IA conservan algún sentido de autonomía a medida que la tecnología se hace más visible y poderosa. A principios de este mes, sorprendieron las declaraciones de Condoleeza Rice, ex secretaria de Estado de EEUU, quien en un reciente evento de Stanford sobre inteligencia artificial describió un encuentro con un grupo de estudiantes latinoamericanos que le manifestaron que percibían esta tecnología como algo que les ocurría a ellos, en lugar de sentir que participaban en su evolución.
Ese sentimiento, señaló Rice, quizá sea más pronunciado para individuos que viven fuera de China, Europa y Estados Unidos. Pero mucha gente de esos países considera que no posee suficiente capacidad de decisión en su propia vida. E incluso las personas activas en la lucha contra la IA, que posibilita violaciones de los derechos humanos, pueden sentirse impotentes o perder la esperanza.
Aunque es comprensible que se sientan así, existen formas en las que los ciudadanos podrían tener más control sobre el impacto de la inteligencia artificial en sus vidas. A continuación algunos aspectos para tener en cuenta:
- Cuestiona los motivos de las personas que hablan de superinteligencia e inteligencia artificial general. El miedo sobre el futuro que estos términos aviva también contribuye al interés económico de un pequeño grupo de compañías que poseen la combinación única de capacidad de procesamiento, talento en IA y dinero necesario para construir los sistemas más potentes. El debate sobre el hipotético poder de la futura tecnología de inteligencia artificial solo centra más la atención en los participantes dominantes de hoy.
- La manera en que influye la IA debería ser una conversación de toda la sociedad. Está bien que los principales directivos de estas empresas visitaran la Casa Blanca en mayo y de nuevo en julio y acordaran medidas voluntarias, pero, como resalté por esas fechas, confiar en ellos para obtener respuestas es “como preguntarle a un grupo de pirómanos de qué forma apagar un incendio”.
- Podemos aprender de la historia, que demuestra que las predicciones sobre la IA poderosa resultan erróneas y que la regulación funciona. A pesar de las declaraciones generalizadas de que la llegada de un aprendizaje automático más potente en la década de 2010 acabaría con los puestos de trabajo, no ocurrió un desempleo masivo. Y aunque las empresas tecnológicas advierten de que la regulación frenaría la innovación, un estudio publicado la semana pasada por la Oficina Nacional de Investigación Económica de EE UU confirmó que la implementación de la legislación antimonopolio en ese país entre 1971 y 2018 incrementó el empleo y la creación de nuevos negocios.
- Comprender el papel de la inteligencia artificial en la vida cotidiana es, como destacó Kevin Scott, director de tecnología de Microsoft, en 2019, parte de la ciudadanía del siglo XXI, así que infórmate sobre lo que significa para ti la responsabilidad y comunícalo a tus representantes electos. Algunas de las soluciones más comunes que he oído al documentar historias sobre la inteligencia artificial y la correspondiente rendición de cuentas durante la mayor parte de la última década: exigirle a las compañías y a los gobiernos que revelen en qué momento la IA influye en una decisión, como si puedes alquilar un departamento o si te etiquetan de fraude, que ofrezcan la opción de excluirse de la toma de decisiones automatizada; y que realicen auditorías o pruebas de los sistemas de IA que usan.
Fuente: wired.com