Científicos han descubierto restos del bosque fósil más antiguo del mundo en una cantera de arenisca en Cairo, cerca de la ciudad de Nueva York.
Se cree que la extensa red de árboles, que se habría extendido desde Nueva York hasta Pensilvania y más allá, tiene alrededor de 386 millones de años, según publican en la revista ‘Current Biology’.
Esto hace que el bosque de Cairo tenga alrededor de 2 ó 3 millones de años más de lo que se pensaba que era el bosque más antiguo del mundo en Gilboa, también en el estado de Nueva York y a unos 40 kilómetros del yacimiento de Cairo.
Los nuevos hallazgos arrojan nueva luz sobre la evolución de los árboles y el papel transformador que desempeñaron en la configuración del mundo en que vivimos hoy.
Un equipo dirigido por científicos de la Universidad de Binghamton, el Museo del Estado de Nueva York y la Universidad de Cardiff han cartografiado más de 3.000 metros cuadrados del bosque en la cantera abandonada en las estribaciones de las montañas Catskill, en el valle del Hudson.
Sus investigaciones mostraron que el bosque albergaba al menos dos tipos de árboles: cladoxilopsidos, plantas primitivas parecidas a helechos arborescentes, que carecían de hojas verdes planas y que también crecían en grandes cantidades en Gilboa; y ‘Archaeopteris’, que tenía un tronco leñoso con forma de conífera y ramas parecidas a hojas que tenían hojas verdes aplastadas.
También se descubrió un solo ejemplo de un tercer tipo de árbol, que permaneció sin identificar pero posiblemente podría haber sido un licópodo. Todos estos árboles se reproducen utilizando solo esporas en lugar de semillas.
El equipo también halló una red «espectacular» y extensa de raíces que tenían más de once metros de longitud en algunos lugares que pertenecían a los árboles ‘Archaeopteris’.
Son estas raíces leñosas de larga vida, con múltiples niveles de ramificación y pequeñas raíces alimentadoras perpendiculares de corta vida, las que transformaron las interacciones de las plantas y los suelos y, por lo tanto, fueron fundamentales para la coevolución de los bosques y la atmósfera, afirman los investigadores.
Hasta este momento, árboles como los cladoxilópsidos solo tenían raíces en forma de cinta y en su mayoría no ramificadas que tenían que ser reemplazadas constantemente a medida que crecía la planta sobre el suelo.
Creen que el bosque fue finalmente arrasado por una inundación debido a la presencia de muchos fósiles de peces que también eran visibles en la superficie de la cantera.
«Es sorprendente ver plantas que anteriormente se creía que tenían preferencias de hábitat mutuamente excluyentes creciendo juntas en el antiguo delta de Catskill», destaca el coautor del estudio, el doctor Chris Berry, de la Facultad de Ciencias de la Tierra y del Océano de la Universidad de Cardiff.
«Esto habría parecido un bosque bastante abierto con árboles de aspecto conífero de tamaño pequeño a moderado con helechos individuales y agrupados como plantas de helechos posiblemente de menor tamaño que crecen entre ellos», añade.
El equipo de investigación dice que el bosque de Cairo es más antiguo que el de Gilboa porque los fósiles estaban más abajo en la secuencia de rocas que ocurren en las montañas Catskill.
«Para comprender realmente cómo los árboles comenzaron a extraer dióxido de carbono de la atmósfera, necesitamos comprender la ecología y los hábitats de los primeros bosques y sus sistemas de enraizamiento», continúa el doctor Berry.
«Estos notables hallazgos nos han permitido alejarnos de las generalidades de la importancia de las grandes plantas que crecen en los bosques, a los detalles de qué plantas, en qué hábitats, en qué tipos de ecología estaban impulsando los procesos de cambio global –añade–. Literalmente pudimos perforar el suelo fósil entre los árboles y ahora podemos investigar los cambios geoquímicos en el suelo con nuestros colegas de la Universidad de Sheffield. Realmente estamos entendiendo la transición de la Tierra a un planeta boscoso».
«El Período Devónico representa una época en la que apareció el primer bosque en el planeta Tierra –añade William Stein, profesor emérito de ciencias biológicas en la Universidad de Binghamton–. Los efectos fueron de magnitud de primer orden, en términos de cambios en los ecosistemas, lo que sucede en la superficie de la Tierra y los océanos, la concentración de CO2 en la atmósfera y el clima global».
«Se produjeron tantos cambios drásticos en ese momento como resultado de esos bosques originales básicamente, el mundo nunca ha sido el mismo desde entonces», concluye.
Fuente: EP