El fósil de un trilobite, conservado durante 429 millones de años, permitió comprobar que disponía de una visión comparable a la de las abejas y libélulas actuales, revelaron este jueves investigadores.
Los trilobites eran artrópodos con cuerpos segmentados y exoesqueletos y se encontraban en todos los mares.
Estas criaturas se arrastraban por los antiguos fondos marinos de la Era Paleozoica, que duró hasta hace unos 252 millones de años atrás, cuando se produjo la extinción masiva del Pérmico-Triásico, también conocida como «Gran Mortandad», y en la que desaparecieron el 95% de las especies.
El espécimen descrito en la revista Scientific Reports tiene menos de dos milímetros de largo, con dos ojos semiovalados en la parte trasera de la cabeza, uno de los cuales no se ha conservado.
Utilizando microscopía digital, investigadores alemanes y británicos descubrieron estructuras internas increíblemente similares a las de los ojos compuestos de los insectos y crustáceos modernos, que ven a través de un mosaico de diminutas lentes, unidades separadas que cada una capta una pequeña cantidad de luz.
«En el caso de este pequeño trilobite, el ojo compuesto es casi igual a los de las abejas, las libélulas actuales y muchos crustáceos diurnos modernos», señaló una coautora del estudio, Brigitte Schoenemann, del departamento de zoología de la universidad alemana de Colonia.
«Este sistema parece ser muy eficaz, y además muy antiguo», indicó a la AFP.
A pesar de que se sabía desde tiempo atrás que los ojos de los trilobites eran compuestos, los especímenes más antiguos los tenían «en forma de hendidura», «simplemente veían recto» y no tenían unidades visuales múltiples.
«En este tipo de trilobite, la visión se ensancha, y el ojo también puede mirar parcialmente hacia arriba», añadió.
Los ojos humanos poseen una sola lente y decenas de millones de células sensibles a la luz, lo que proporciona una formación de imágenes de nivel avanzado.
Schoenemann explica que en un ojo compuesto, cada unidad visual trabaja de manera independiente proporcionando un solo píxel, «como una pantalla de computadora».
El trilobite investigado contaba con solamente 200 de estos «píxeles», lo que le brindaba una visión de mosaico, que le permitiría captar «obstáculos o guaridas» y, lo que era más importante, depredadores como el antiguo cefalópodo, un molusco ancestro lejano del nautilus y el pulpo.
A título comparativo, señaló que la abeja melífera cuenta con varios miles de estos «píxeles», en tanto una libélula hasta 30 mil por ojo.
«De esta manera, la resolución es diferente, pero no el principio funcional», detalla.
A causa de que cada lente del ojo del trilobite era muy pequeña (35 micras de diámetro), los investigadores indujeron que vivía en aguas poco profundas y con luz, como algunos cangrejos costeros de la actualidad.
Asombroso
Este tipo de trilobite fue descubierto en 1846 cerca de Lodenice, en República Checa.
Schoenemann dijo que el espécimen no era excepcional, sugiriendo así que un estudio más profundo de los fósiles existentes podrían llevar a descubrir delicadas estructuras que hasta hace poco se creía que habían desaparecido con el tiempo.
«A mí simplemente me gustó este trilobite de cabeza y ojos grandes. Pero cuando lo miré a través del microscopio, lo que vi fue asombroso», afirmó.
«Hasta hace poco tiempo, todavía se creía que de los fósiles solamente se podían conservar dientes, huesos y otros, pero nunca estructuras celulares. Obviamente, esto ha cambiado», aclara.
Los trilobites comenzaron a aparecer durante la llamada «Explosión Cámbrica», que fue un aumento exponencial de la diversidad biológica ocurrido hace más de 500 millones de años, poblando los océanos durante unos 250 millones.
Los dinosaurios surgieron más tarde y sobrevivieron unos 180 millones de años.
Fuente: AFP