Así lo afirma un estudio realizado por investigadores de la Fundación Okeanos, con sede en Tanzania. Gracias a su agudo sentido del olfato y su agilidad, han pasado de ser vistas como plagas a desempeñar un papel crucial contra ese grave problema que crece en todo el mundo
Un reciente estudio llevado por a cabo por investigadores de la Fundación Okeanos afirma que las ratas gigantes africanas (Cricetomys ansorgei) pueden ayudar en la detección del tráfico ilegal de fauna silvestre.
Según explicaron los investigadores a la revista Frontiers in Conservation Science estos roedores pueden ser entrenados para identificar olores específicos de especies amenazadas, como, así también, materiales como el marfil y las escamas de pangolín, que son habitualmente traficados en el mercado negro, lo que los convierten en valiosos aliados en la lucha contra ese grave problema.
Ratas africanas gigantes: grandes agentes de control
Para llevar a cabo el trabajo, el equipo de especialistas encabezado por Isabelle Szott, investigadora de la Okeanos Foundation y coautora del estudio, sometió a varias ratas a un minucioso entrenamiento mediante técnicas de refuerzo positivo en Tanzania, Africa., para que aprendieran a diferenciar olores a cambio de pequeñas recompensas. «Este método ha demostrado ser efectivo, ya que las ratas pueden recordar los olores mucho tiempo después de haber completado su formación, aumentando así su utilidad en el campo». expresó la investigadora africana.
«Los altos costos del entrenamiento de perros para tareas similares hacen de las ratas una alternativa viable y más económica, abriendo oportunidades para su implementación en áreas de alto riesgo de contrabando de fauna silvestre, Además, las ratas gigantes africanas pueden ser entrenadas para detectar fauna silvestre traficada ilegalmente sin importar que éstas se encuentren ocultas entre otras sustancias”, agregó Szott.
Como parte del entrenamiento, las ratas Kirsty, Mart, Attenborough, Irwin, Betty, Teddy, Ivory, Ebony, Desmond, Thoreau y Fossey (algunas nombradas en honor a conservacionistas y defensores de la lucha contra el tráfico de especies) aprendieron a taparse la nariz durante algunos segundos en un agujero donde se colocaba el olor que debían detectar, en tanto que, mientras llevan a cabo esta tarea fueron recompensadas con bolitas de roedores con sabor.
Posteriormente, los investigadores expusieron a los roedores a olores que no eran su objetivo, como cables eléctricos, detergente y granos de café, los cuales son habitualmente usados por los traficantes para ocultar los rastros de esencia de la fauna silvestre durante las operaciones de tráfico de animales en la vida real.
“Durante la etapa de discriminación, las ratas aprenden a señalar únicamente los olores de la fauna silvestre que buscan, mientras ignoran los que no son su objetivo”, agregó la especialista, acerca del éxito alcanzado por los roedores durante esa operación.
Finalmente, ocho de los ejemplares entrenados fueron capaces de identificar cuatro especies que comúnmente son traficadas ilegalmente a pesar de encontrarse entre 146 sustancias no objetivo. «Estas ratas son herramientas de detección de olores rentables, ya que pueden entrar sin problemas en espacios reducidos como lo podrían ser contenedores de envío llenos. Además, pueden elevarse para controlar los sistemas de ventilación de los contenedores sellados”, concluyó Szott.
Fuente: weekend.perfil.com