En 2008 la Asamblea General de las Naciones Unidas tomó la decisión de celebrar cada 8 de junio desde ese momento el Día Mundial de los Océanos. Con esta iniciativa se trata de recordar anualmente la importancia de mantener los ecosistemas marinos limpios y libres de vertidos contaminantes y desechos como los plásticos, que tanto daño hacen a las especies que viven en ellos.
Al pensar en estos ecosistemas normalmente se evoca la imagen de especies conocidas, como las tortugas, los delfines o los peces más comunes. Pero, si bien no los vemos con la misma frecuencia, también los habitantes de las profundidades se ven afectados por todo este problema. Por eso, este día también es un buen momento para conocer algunos estos animales, normalmente poco agraciados, pero casi siempre muy interesantes.
El pez dragón
Aunque la mayoría de estas especies suelen ser muy pocos conocidos por la población, el pez dragón(Aristostomias scintillans) se ha hecho en los últimos días un hueco en los medios de comunicación de todo el mundo, a raíz de un nuevo estudio que pone de manifiesto la razón por la que sus dientes son transparentes.
Estos peces pueden llegar a vivir a profundidades de más de 1200 metros, un punto en el que todo a su alrededor está suficientemente oscuro como para pasar desapercibidos a sus presas. Sin embargo, cualquier reflejo procedente de su cuerpo podría alertar de su cercanía. Se trata de un animal bastante pequeño, que no suele superar los 15 centímetros de longitud. Por eso, su físico “endeble” debe compensarse con otros factores como una mandíbula fuerte, con dientes más afilados que los de las pirañas, y un truquito elaborado a base de años de evolución. Consiste en la presencia sobre el esmalte de nanocristales que evitan que la luz se refleje o se disperse sobre las piezas dentales, haciéndolas totalmente invisibles. De este modo, cuando se acerca con la boca abierta a sus víctimas permanece oculto hasta que ya es demasiado tarde para ellas.
El tiburón anguila
Este tiburón (Chlamydoselachus anguineus), distribuido de forma irregular por los océanos Atlántico y Pacífico, se ha llegado a capturar a 1570 metros de profundidad, aunque no es habitual encontrarlo por debajo de los 1200 metros. De hecho, en algunos lugares, como la bahía japonesa de Suruga, se puede hallar a profundidades entre los 50 y los 200 metros.
Con un cuerpo de alrededor de 4 metros, alargado como el de una anguila y con las aletas situadas muy atrás, se le considera un fósil vivo, ya que muchas de sus características coinciden con las de los tiburones primitivos.
Al igual que el pez dragón, llama la atención por su forma de capturar a las presas. Sin embargo, su caso es muy diferente, ya que él si goza de un cuerpo de gran tamaño, que le permite doblarse y lanzarse hacia ellas, como una serpiente. Además, cuenta con mandíbulas largas y flexibles con las que puede tragar piezas enteras sin permitir que se escapen de la boca.
La medusa arocoíris
Aunque estamos acostumbrados a sufrir las picaduras de estos animales cerca de las costas, no todas pueden encontrarse en zonas tan superficiales. Algunas, como la medusa arcoíris pueden vivir a mucha mayor profundidad, alcanzando aproximadamente los 1000 metros.
En este punto del océano muchos animales, como el famoso pez linterna, desarrollan bioluminiscencia, que les permite iluminar el oscuro camino por el que nadan. Pero el caso de esta medusa es mucho más curioso, ya que no genera bioluminiscencia como tal. En realidad, lo que ocurre es que al incidir la luz en sus cilios (las prolongaciones que usa para nadar), se refleja generando un efecto similar al del arcoíris.
Otro factor curioso de esta especie, descubierta en 2009 cerca de la isla de Tasmania, es su forma de cazar, ya que cuenta con unas células que generan una sustancia pegajosa con la que puede paralizar a sus víctimas.
El pez caracol de las Marianas
Todos los animales comentados hasta ahora viven a grandes profundidades, por debajo de los 1000 metros. Sin embargo, se pueden considerar superficiales si se comparan con especies abisales, como el pez caracol de las Marianas (Pseudoliparis swirei). Y es que este pez, que recibe su nombre de la fosa en la que habita, fue hallado en 2017 a más de 8000 metros de profundidad.
Aunque en otras zonas del mundo pueden vivir mucho más cerca de la superficie, este descubrimiento lo convirtió en el pez más profundo que se ha recolectado jamás. Las primeras observaciones que se hicieron con cámaras depositadas en el fondo de la fosa de las Marianas mostraron que está bastante bien alimentado, ya que es el principal depredador de la zona. Eso sí, dado lo inhóspito del lugar, tampoco debe tener mucha fauna entre la que elegir.
El pulpo Dumbo
Los tripulantes del barco de investigación Nautilus se encontraban analizando las imágenes registradas con uno de sus instrumentos submarinos cuando dieron con un pulpo de enormes “orejas” y cuerpo de color blanquecino. Podría parecer el inicio de una novela de Julio Verne, pero es un hecho totalmente real. Ocurrió en 2018, en la bahía de Monterrey, frente a las costas de California, y el animal que vieron era un pulpo Dumbo (Grimpoteuthis).
Este animal, cuyo nombre procede de las dos aletas situadas sobre su cabeza, suele vivir a grandes profundidades, preferiblemente entre los 4000 y los 5000 metros. En esta ocasión, los científicos a bordo del Nautilus lo divisaron a algo más de 3000.
Existen hasta 18 especies diferentes de estos pulpos, pero todas tienen en común algunas características que les facilitan la vida a gran profundidad. Por ejemplo, su cuerpo suave y gelatinoso le permite vivir y moverse a presiones elevadas. Además, no solo cuenta con los ocho tentáculos para desplazarse, sino que también ayudan en ellos las dos grandes aletas de su cabeza.
Fuente: hipertextual.com