Las orcas asesinas (Orcinus orca) son uno de los mamíferos más extendidos de la Tierra. Patrullan todos los océanos del mundo, de polo a polo, en busca de víctimas propicias, pero desde hace unos años su número de ejemplares está cayendo en picado en áreas como las islas británicas, la costa brasileña, Canarias o el estrecho de Gibraltar. El culpable no es ningún otro mamífero marino sino un tipo de compuestos llamados bifenilos policlorados o PCB.
«En estas áreas, rara vez observamos orcas recién nacidas», dice Ailsa Hall, coautora de un nuevo estudio publicado en ‘Science’ que calcula que es cuestión de 30 a 50 años para que este producto acabe con toda la población de orcas en las áreas más contaminadas. Los autores del mismo, de la universidad danesa de Aarhus, han documentado que el número de orcas está disminuyendo drásticamente en 10 de las 19 poblaciones estudiadas.
Aunque existen otros factores, como la sobrepesca o el ruido, que pueden afectar a la salud de las orcas, los PCB, que se acumulan en la cadena alimentaria y por tanto siempre acaban llegado a estos animales, han demostrado tener un efecto dramático en su sistema reproductivo e inmune.
«Sabemos que los PCB deforman los órganos reproductivos de animales como los osos polares», dice Rune Dietz, investigador en la universidad danesa y coautor del artículo. «Por lo tanto, era natural examinar el impacto de los mismos en las poblaciones de orcas de todo el mundo».
¿Qué son los PCB?
Los PCB se han utilizado en todo el mundo desde la década de 1930 por su gran aplicación en la industria. Estos compuestos sirven como fluidos para el intercambio de calor, como impregnadores, selladores o para utilizar en bombas de vacío, pero sobre todo se han expandido al formar parte de componentes eléctricos o plásticos. Por supuesto, han acabado llegando al mar a través de los vertidos industriales o la contaminación del aire.
Durante las décadas de 1970 y 1980, varios países prohibieron los PCB y por fin, en 2004, más de 90 estados mundiales se comprometieron a eliminar las grandes existencias de PCB en el llamado Convenio de Estocolmo. España dejó oficialmente de producir estos compuestos entre 1984 y 1986.
Más de cuarenta años después de que se tomaron las primeras iniciativas para prohibir el uso de PCB, los contaminantes químicos siguen siendo una amenaza mortal para los animales en la parte superior de la cadena alimentaria. No sólo por este último estudio en ‘Science’, sino también por el trabajo liderado por el español Javier Castro Jiménez, que buscó y encontró presencia de estos PCB al este y al oeste del Mediterráneo.
Si las orcas no fueran unos animales de hasta ocho metros de largo, no tendrían este problema. Pero por desgracia para ellas, forman el último eslabón de una cadena alimentaria larga que empieza en el plancton, por eso se encuentran entre los mamíferos con el mayor nivel de PCB en sus tejidos: hasta 1.300 miligramos por kilo de grasa. A modo de comparación, muchos estudios muestran que animales con niveles de PCB tan bajos como 50 miligramos por kilo de tejido pueden mostrar signos de infertilidad e impactos graves en el sistema inmunitario. Las orcas registran hasta 26 veces esa cantidad.
La dieta de estos animales incluye, entre otros, a focas, atunes o tiburones, especies menores que también acumulan PCB y otros contaminantes procedentes de peces o moluscos menores. Las orcas que se alimentan de animales menores, como arenques o caballas, tienen niveles significativamente menores de estos químicos en sus tejidos y por tanto, menor riesgo.
Además, por desgracia para la orca asesina, los PCB se transmiten de madres a hijos a través de la leche materna (rica en grasa, que es donde están estos bifenilos policlorados).
El efecto de los contaminantes parece ser clave, ya que en los océanos alrededor de las Islas Feroe, Islandia, Noruega, Alaska y la Antártida, donde se encuentran en menor proporción, las perspectivas no son tan sombrías. En estas aguas las poblaciones de orcas crecen y los modelos predicen que continuarán haciéndolo durante el próximo siglo.
Fuente: elconficencial.com