Científicos predicen un gran aumento de los incendios forestales en la cuenca mediterránea, y en el centro y la costa occidental de Norteamérica, por un aumento del 40% en los rayos a escala global.
Los rayos son la principal causa de incendios naturales en el mundo, que pueden propagarse rápidamente en función de las condiciones meteorológicas y del combustible disponible, liberando a la atmósfera cantidades considerables de carbono, óxidos de nitrógeno y otros gases que intervienen en la crisis climática.
Distintos estudios han sugerido que la frecuencia y distribución de los rayos puede cambiar en el futuro, y un estudio encabezado por el IAA (Instituto de Astrofísica de Andalucía) y publicado en Nature Communications muestra un aumento de más del 40% en los rayos totales, lo que aumenta a su vez el riesgo de incendios forestales.
“Este trabajo pretende explorar la variación de los rayos para predecir patrones futuros de incendios forestales, y para ello hemos combinado las mediciones de rayos proporcionadas por el instrumento GLM, a bordo del satélite GOES-R, con la base de datos de incendios forestales proporcionada por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Nuestra investigación indica que los rayos con corrientes continuas tienen una mayor probabilidad de provocar incendios forestales en comparación con aquellos sin corrientes continuas”, apunta en un comunicado Francisco J. Pérez-Invernón, investigador del IAA-CSIC.
Los rayos con corriente continua, que constituyen en torno al 10% del total de los rayos que se producen, son un tipo específico de rayo que presenta una descarga de muy larga duración (decenas o centenares de milisegundos), que suministra más energía a la vegetación y aumenta la probabilidad de incendio.
“Simulamos la década de 2090 bajo el escenario de la Trayectoria de Concentración Representativa 6.0 (RCP6.0), uno de los escenarios de estabilización de las emisiones definidos en el quinto informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC). Nuestros resultados mostraron un aumento del 43% y del 41% en los rayos totales y de larga duración a nivel mundial, respectivamente. En particular, se observó un aumento del 47% de los rayos de larga duración sobre la tierra, lo que podría aumentar el riesgo de incendios forestales inducidos por rayos en el futuro”, señala Francisco J. Pérez-Invernón.
Los resultados predicen una disminución del riesgo de incendios forestales provocados por rayos en las regiones polares en la década de 2090, excepto en algunas pequeñas áreas de Escandinavia, Alaska y Siberia, donde el riesgo podría ser elevado debido a un aumento de los rayos de corriente prolongada.
Por otro lado, apuntan a un mayor riesgo de incendios forestales provocados por rayos en el Sudeste Asiático, Sudamérica, África y Australia, y un cambio notable en los patrones regionales en Norteamérica y Europa. En concreto, estiman un gran aumento de los incendios forestales provocados por rayos a lo largo de la cuenca mediterránea y en las costas occidental y central de Norteamérica en la década de 2090.
“Además, hemos visto que el aumento de temperatura y de la probabilidad de que se produzcan tormentas secas en la cuenca mediterránea aumentarán la probabilidad de que los rayos produzcan incendios. Las tormentas secas son aquellas en las que la alta temperatura en niveles cercanos al suelo favorece que las gotas de lluvia se sequen antes de llegar a la superficie, aumentando así la probabilidad de que un rayo produzca un incendio y de que el mismo se extienda”, añade el investigador.
Este estudio no ha podido ofrecer resultados concluyentes en otras áreas de la península, un vacío que cubrirá un satélite geoestacionario recientemente lanzado por Europa. Denominado Meteosat Third Generation, incorpora un instrumento óptico capaz de observar, de forma continua y por primera vez en Europa y África, la ocurrencia de rayos y su posible descarga continua. “Sin duda, los datos que nos proporcionará este instrumento y el uso de modelos regionales podrán ayudarnos a predecir mejor la variación futura en el riesgo de incendio por rayo en la Península Ibérica”, concluye Pérez-Invernón.
Fuente: EP