El olfato es clave para las aves marinas cuando recorren largas distancias, confirmó un estudio realizado con pardelas cenicientas, una especie que vive en el mar Mediterráneo.
Hasta ahora, dos experimentos recientes habían puesto de relieve la importancia del olfato en la navegación de las aves, pero como éstas habían sido desplazadas “artificialmente” por el hombre antes de ser liberadas, los científicos querían repetir el ejercicio en condiciones naturales, según los autores del estudio publicado en la revista Scientific Reports.
El equipo de investigadores de las Universidades de Oxford, Barcelona y Pisa observó los trayectos libres de 32 pardelas cenicientas que habitan cerca de las costas de Menorca.
El experimento tuvo lugar en verano, cuando estas aves migratorias, que invernan en el océano Atlántico, hacen su nido en las costas rocosas de Menorca. Los animales fueron divididos en tres grupos, a uno de los cuales se les privó temporalmente del olfato con una solución nasal de sulfato de zinc.
Todas las aves fueron a buscar alimento lejos de las costas durante viajes de 3 a 10 días, ganaron peso y volvieron al nido. Pero el viaje de las pardelas privadas de olfato fue singular.
“En vez de orientarse correctamente hacia su colonia, adoptaron una dirección extraña: volaron recto sin cambiar de posición,” mientras sobrevolaban el mar, según el estudio.
Su orientación mejoró claramente en el momento de acercarse a las costas de Menorca. Esto sugiere que cuando no pueden oler, las pardelas “utilizan puntos de referencia visuales del paisaje para guiarse”, según el estudio.
En cambio, cuando sobrevuelan el mar y están lejos de la tierra “las aves necesitan consultar su mapa olfativo”, concluyeron los investigadores.
Pero, ¿qué huelen? Un estudio de 2005 mostró que algunas aves marinas pertenecientes al mismo grupo que las pardelas eran sensibles al sulfato de dimetilo (DMS), un compuesto producido por el fitoplancton. Este aspecto no fue probado con las pardelas cenicientas.
Fuente: AFP