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Por qué no es una buena idea jugar con osos

Aunque pueda parecer una paradoja, en un mundo tecnológico y superpoblado, cada vez estamos más cerca de los animales salvajes. Como demostraba el último capítulo de la magnífica serie de la BBC Planet Earth 2, las grandes urbes están habitadas por todo tipo de animales: la mayor población de leopardos en libertad del mundo se encuentra en Bombay, una megaciudad de casi 20 millones de habitantes. Lo mismo ocurre en el campo: en las últimas décadas el número de osos y lobos se ha multiplicado en Europa gracias a las políticas de protección. Eso implica que es difícil, pero posible, cruzarse con ellos y que, por lo tanto, es necesario interactuar con sensatez. No podemos ignorar que están ahí, pero tampoco tratarlos como inocentes mascotas. El debate consiste en saber si es posible acercarse de forma sensata. Los biólogos creen que sí, pero respetando ciertas normas, por nuestra seguridad y por la suya.

Recientemente se han producido dos claros ejemplos de puro disparate en nuestra relación con la fauna. Un urogallo, un ave amenazada, murió de estrés, acosado por turistas en los Pirineos españoles. Como estaba en celo, el bicho trataba de exhibir su plumaje y los turistas consideraron una buena idea seguirle hasta que el animal no pudo más, literalmente. El otro caso se produjo en Vancouver (Canadá), cuando un león marino agarró a una niña por la camiseta y la tiró al agua. La niña había estado interactuando con el animal, que consideró que podía ser comida. No se trató de un ataque —la niña resultó ilesa—, pero el susto fue tremendo. Después de contemplar las imágenes, diferentes biólogos tuvieron que recordar que los leones marinos pueden parecer simpáticos, pero no lo son, y que nunca es buena idea alimentar a animales salvajes, porque acabarán por identificar nuestra presencia con comida.

“Es necesario conocer pautas básicas de comportamiento cuando nos encontramos con animales, pero también sobre cómo evitar situaciones de riesgo, que variarán en función de la especie”, explica José Vicente López-Bao, experto en grandes carnívoros de la Universidad de Oviedo. Los ataques en España son prácticamente desconocidos —el último de lobos fue en 1970 y de osos se han producido cinco en 25 años, ninguno fatal—. Sin embargo, los encuentros son más frecuentes —como saben los ganaderos— porque las poblaciones aumentan. “El Ministerio de Medio Ambiente ha publicado un manual de buenas prácticas para la observación del oso, lobo y lince”, explica López-Bao. “El Principado de Asturias ha anunciado una regulación específica sobre la observación de osos, que debería incluir distancias mínimas de observación y restricciones temporales de acceso a determinadas zonas. Ya tenemos un precedente reciente al respecto en Asturias. Este mismo mes de mayo, la zona de cría de osos del parque natural de Las Ubiñas-La Mesa se ha restringido temporalmente para turistas y montañeros”. Lo importante es ser conscientes de que nosotros vamos a estar siempre en su territorio, más que ellos en el nuestro.

Fuente: elpais.com

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