Los rayos secos pueden provocar incendios forestales incluso en condiciones más húmedas, según un nuevo estudio publicado en la revista ‘Geophysical Research Letters’.
Hasta ahora se pensaba que estos rayos que impactan contra el suelo cuando llueve poco o nada sólo suponían un peligro de incendio forestal si se producían con menos de 2,5 mm de lluvia al día, pero el nuevo estudio, dirigido por la Universidad Estatal de Washington sobre los incendios forestales provocados por rayos en el oeste de Estados Unidos, descubrió que los impactos causaban incendios forestales a pesar de una precipitación de hasta 7,7 mm.
Aunque la cantidad de lluvia sigue siendo escasa, una estimación más precisa podría ayudar a los equipos de intervención a detectar antes los incendios, sobre todo los denominados «remanentes», que pueden permanecer latentes durante varios días antes de convertirse en incendios en toda regla.
Según Dmitri Kalashnikov, doctorando de la Facultad de Medio Ambiente de la WSU y autor principal del estudio, «las cantidades de lluvia que hemos cuantificado ayudarán a comprender mejor cuánto puede llover y aún así suponer un riesgo de incendio».
Los investigadores analizaron los datos de más de 4.600 incendios de origen natural recopilados por el Centro Nacional Interagencias de Incendios en todo el Oeste entre 2015 y 2020. A partir de los datos de la Red Nacional de Detección de Rayos, cotejaron 3.726 de ellos con los rayos que probablemente los provocaron.
El estudio descubrió que el 15,3% de ellos eran incendios remanentes, lo que representa más de un centenar de incendios cada año. El análisis de los datos de precipitaciones por radar en la época en que se produjeron los relámpagos reveló que entre los incendios detectados anteriormente había más precipitaciones de las que se creía, entre 1,7 mm y 4,6 mm. Los incendios remanentes tendían a producirse con precipitaciones aún mayores, de unos 3,0 mm-7,7 mm.
Aunque los humanos siguen causando la mayoría de los incendios, ya sea por accidente o provocados, los incendios forestales provocados por rayos son los que queman más superficie.
Según un estudio anterior, casi el 70% de la superficie quemada por incendios forestales en el Oeste se debió a incendios provocados por rayos. Por ejemplo, la mayor superficie quemada por un incendio forestal en la historia de California se produjo en agosto de 2020 después de que un rayo seco prendiera muchos incendios forestales a la vez.
Los rayos secos también pueden provocar incendios en lugares remotos de difícil acceso para los bomberos, según Kalashnikov. Los incendios remanentes plantean un problema adicional porque son muy difíciles de detectar en sus primeras fases. Según este estudio, la mayor proporción de incendios remanentes se produjo en las montañas boscosas del suroeste y en el centro y sur de las Montañas Rocosas.
Las zonas boscosas son especialmente vulnerables a este tipo de incendios porque los focos pueden prender las hojas y ramitas del suelo del bosque que están protegidas de la lluvia, y de la vista, por las ramas superiores.
«Los incendios remanentes son muy sigilosos porque un rayo puede provocar un incendio y éste puede permanecer latente durante uno o dos días, a veces una semana o más, hasta que se dan las condiciones adecuadas para que el fuego se propague –explica Kalashnikov–, así que la tormenta eléctrica puede haber pasado hace mucho tiempo y uno puede pensar que no hay peligro y, de repente, el fuego estalla».
Fuente: europapress.es