Los mosquitos son los animales más mortíferos del mundo, ya que transmiten enfermedades que matan cada año a centenares de miles de personas. Solo pican las hembras, y lo hacen para obtener proteínas para sus huevos. Pero la sangre también sirve de bebida refrescante en un día caluroso y seco.
En un estudio reciente se ha descubierto que los mosquitos deshidratados son más agresivos, se posan más a menudo sobre los huéspedes y se alimentan con mayor frecuencia que los mosquitos que acceden fácilmente al agua. Y cuando aplacan su sed, también pueden aumentar la propagación de enfermedades, indica Joshua Benoit, biólogo de la Universidad de Cincinnati y autor principal del estudio publicado el pasado mayo en Scientific Reports.
Como algunos mosquitos depositan los huevos en el agua, los investigadores daban por sentado que las condiciones de humedad elevada favorecían las enfermedades transmitidas por mosquitos. Sin embargo, estudios recientes dejan entrever lo contrario y relacionan la mayor transmisión de enfermedades, como la fiebre del Nilo Occidental, con las sequías. El descubrimiento de Benoit y sus colaboradores ayuda a explicar unos datos que contrastan con la mera intuición.
Su laboratorio se interesó en el impacto de la deshidratación sobre el comportamiento alimentario de los mosquitos, por casualidad: un trabajador se cayó en un depósito en el que había mosquitos privados de agua y notó que lo acosaban con mucho más vigor de lo habitual.
Los investigadores estudiaron tres especies de mosquitos que transmiten la fiebre amarilla, el zika y la fiebre del Nilo Occidental. Expusieron centenares de insectos a diferentes grados de temperatura y humedad en recipientes con o sin acceso al agua y al néctar (su fuente de azúcar preferida). Después examinaron la frecuencia con la que los insectos picaron a un “huésped”: una membrana caliente de plástico recubierta de sudor artificial, que contenía sangre de pollo.
En pocas horas, hasta un 30 por ciento de los mosquitos deshidratados se alimentaron de la sangre del huésped, en comparación con el 5 a 10 por ciento de los que disponían de agua. “Incluso los períodos cortos de deshidratación pueden tener grandes efectos”, comenta Benoit.
Los hallazgos pueden ayudar a predecir la tasa de transmisión de enfermedades, opina Chloe Lahondere, entomóloga del Instituto Politécnico de Virginia, que no intervino en el estudio: “Para desarrollar nuevas estrategias contra estos insectos, es fundamental conocer mejor su biología”.
Fuente: investigacionyciencia.es