Los seres humanos que buscan comida encuentran comida, se reproducen, comparten la crianza e incluso organizan sus grupos sociales de manera similar a las especies de aves y mamíferos circundantes, dependiendo de dónde vivan en el planeta, según una nueva investigación publicada en la revista ‘Science’.
El estudio muestra que los factores ambientales ejercen una influencia clave en cómo se comportan las poblaciones humanas y las especies no humanas, a pesar de sus orígenes muy diferentes.
El equipo de investigadores internacionales analizó datos de más de 300 lugares en todo el mundo, observando los comportamientos de las poblaciones humanas en busca de alimento junto con otras especies de mamíferos y aves que viven en el mismo lugar. Sus hallazgos muestran que para casi todos los comportamientos, 14 de los 15 investigados, los humanos eran más propensos a comportarse de manera similar a la mayoría de otras especies no humanas que viven en el mismo lugar que a las de otros lugares.
“Investigaciones anteriores han explorado cómo las condiciones ambientales moldean el comportamiento de especies estrechamente relacionadas. Es la primera vez que se ha utilizado una perspectiva comparativa amplia para comparar sistemáticamente especies muy diferentes -humanos, mamíferos y aves- en una amplia gama de comportamientos. Nuestras pruebas demuestran lo notablemente generalizado y coherente que es el efecto del medio ambiente local en el comportamiento”, resalta el autor, el doctor Toman Barsbai, de la Universidad de Bristol y el Instituto de Economía Mundial de Kiel.
“Las similitudes no sólo están presentes para los comportamientos directamente relacionados con el medio ambiente, como encontrar comida, donde podríamos esperar una clara correlación, sino también para los comportamientos reproductivos y sociales, que podrían parecer menos dependientes del medio ambiente local”, añade.
Por ejemplo, a la hora de obtener alimentos, hay entornos donde los humanos obtienen una proporción significativa de sus calorías de la caza. En estos lugares se demostró que hay proporciones mucho mayores de mamíferos carnívoros y aves que en otros lugares.
También se identificaron asociaciones similares para la dependencia de la pesca, qué tan lejos viajar para recolectar alimentos, si almacenar o no alimentos y si migrar o no entre estaciones, y cada comportamiento resultó ser más común en humanos, otros mamíferos y aves en algunos lugares que en otros.
Para el comportamiento reproductivo, existen grandes diferencias entre las poblaciones cuando los individuos se reproducen por primera vez. En algunas poblaciones humanas, los hombres en promedio tienen su primer hijo cuando tienen 30 años o más, mientras que en otras poblaciones los hombres pueden tener menos de 20.
En lugares donde los humanos tienen hijos más tarde, los mamíferos y aves locales son similares en promedio mayores cuando se reproducen por primera vez que los mamíferos y las aves que viven en lugares donde los humanos se reproducen temprano.
El estudio también mostró que otras variables estaban correlacionadas entre especies, incluida la proporción de individuos que tienen múltiples parejas, qué tan lejos se mueven los individuos para vivir con nuevas parejas y qué tan probable es que las parejas se divorcien.
Con respecto a las interacciones sociales, hay algunos lugares en el mundo donde el cuidado de los hijos se comparte más equitativamente entre los padres que en otros lugares, lugares donde el tamaño de los grupos es más grande y lugares donde las clases sociales, lo que significa que algunos individuos son más dominantes, son más comunes en ambos, humanos y especies no humanas.
Los hallazgos del estudio indicaron claramente que estas similitudes de comportamiento estaban asociadas con el entorno local. Conocer las condiciones ambientales de un lugar permitió a los investigadores predecir qué comportamientos esperar allí. Sin embargo, aún no está claro qué factores ambientales son de particular importancia para comportamientos específicos o cuáles son los mecanismos que los vinculan.
“Nos sorprendió que estas asociaciones aparecieran en humanos, mamíferos y aves –reconoce el autor doctor Dieter Lukas, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Alemania–. Se podría esperar que diferentes especies perciban e interactúen con sus entornos de formas muy diferentes. Incluso si terminan con el mismo comportamiento, es posible que hayan llegado allí por diferentes caminos”.
Según destaca, “la flexibilidad que permite a los humanos adaptar el comportamiento a los entornos en todo el mundo probablemente se facilite al confiar en el aprendizaje de otras personas y aprovechar esta información a lo largo de generaciones”.
El estudio se centró en las poblaciones humanas que obtienen la mayor parte de sus alimentos buscando en el medio ambiente donde viven. “Sería interesante ver cuántas de estas restricciones ambientales dan forma a otras sociedades donde las personas obtienen alimentos a través de la especialización agrícola y el comercio”, señala el autor doctor Andreas Pondorfer, de la Universidad de Bonn y la Universidad Técnica de Munich.
“A menudo se piensa que la intensificación agrícola protege a los humanos del medio ambiente –prosigue–. Sin embargo, es posible que los individuos de estas poblaciones no estén tan protegidos como pensamos y los comportamientos podrían reflejar adaptaciones que ocurrieron antes de la adopción de la agricultura”.
Fuente: infosalus.com