Un nuevo estudio ha demostrado que los abejorros adquieren nuevas “tendencias” en su comportamiento observando y aprendiendo de otras abejas
Así, una forma de comportamiento puede extenderse rápidamente por una colonia incluso cuando se descubre una versión diferente.
La investigación, dirigida por la Universidad Queen Mary de Londres (Reino Unido) y publicada en la revista ‘PLOS Biology’, aporta pruebas fehacientes de que el aprendizaje social impulsa la propagación del comportamiento de los abejorros, en este caso, precisamente cómo buscan alimento.
Para ello se realizaron varios experimentos. Los investigadores diseñaron una caja rompecabezas de dos opciones que podía abrirse empujando una lengüeta roja en el sentido de las agujas del reloj o una lengüeta azul en sentido contrario para revelar una recompensa de solución de sacarosa al 50%.
Las abejas “demostradoras” fueron entrenadas para utilizar las lengüetas rojas o azules, mientras las abejas “observadoras” miraban. Cuando les tocó a las observadoras resolver el rompecabezas, optaron de forma abrumadora y repetida por utilizar el mismo método que habían visto, incluso después de descubrir la opción alternativa. Esta preferencia por la opción enseñada se mantuvo en colonias enteras de abejas, con una media del 98,6% de aperturas de cajas realizadas con el método enseñado.
La importancia del aprendizaje social para la adquisición de las soluciones de las cajas rompecabezas también se ilustró mediante el grupo de control, que carecía de demostrador. En este grupo, algunas abejas consiguieron abrir las cajas rompecabezas, pero lo hicieron muchas menos veces que las que se beneficiaron de ver a otra abeja hacerlo primero.
El número medio de cajas abiertas en un día por las abejas observadoras con demostrador fue de 28 cajas diarias, mientras que en la colonia de control fue de sólo 1.
En un experimento adicional, los investigadores colocaron demostradores “azules” y “rojos” en las mismas poblaciones de abejas. En la primera población, el 97,3% de los 263 casos de apertura de cajas por los observadores en el día 12 utilizaron el método rojo. En la segunda población, los observadores prefirieron el método azul al rojo todos los días excepto uno.
En ambos casos, esto demostró cómo puede surgir una tendencia de comportamiento en una población en primer lugar, en su mayor parte, debido a que las abejas experimentadas se retiran de la búsqueda de alimento y surgen nuevas aprendices, más que a que alguna abeja cambie su comportamiento preferido.
Se han obtenido resultados similares de experimentos parecidos en especies como los primates y las aves para sugerir que, al igual que los humanos, son capaces de cultivar. Si los abejorros también son capaces de ello, podría explicarse el origen evolutivo de muchos de los complejos comportamientos de los insectos sociales. Es posible que lo que ahora parece instintivo se aprendiera socialmente, al menos al principio.
La doctora Alice Bridges, autora principal de este estudio, de la Universidad Queen Mary de Londres, afirma en un comunicado que “los abejorros, y, de hecho, los invertebrados en general, no son conocidos por mostrar fenómenos similares a la cultura en estado salvaje. Sin embargo, en los experimentos observamos la propagación y el mantenimiento de una “tendencia” conductual en grupos de abejorros, similar a la observada en primates y aves”.
“Los repertorios de comportamiento de insectos sociales como estos abejorros son de los más complejos del planeta, pero se cree que la mayor parte de ellos son instintivos –prosigue–. Nuestra investigación sugiere que el aprendizaje social puede haber influido en la evolución de este comportamiento más de lo que se imaginaba”.
Por su parte, el profesor Lars Chittka, catedrático de Ecología Sensorial y del Comportamiento de la Universidad Queen Mary de Londres y autor del libro “The Mind of a Bee” (La mente de una abeja), añade que “el hecho de que las abejas puedan observar y aprender, y luego convertir ese comportamiento en un hábito, se suma a las pruebas cada vez más numerosas de que son criaturas mucho más inteligentes de lo que mucha gente les atribuye”.
“Tendemos a pasar por alto las “civilizaciones extraterrestres” formadas por abejas, hormigas y avispas en nuestro planeta, porque son de cuerpo pequeño y sus sociedades y construcciones arquitectónicas parecen regidas por el instinto a primera vista –explica–. Nuestra investigación demuestra, sin embargo, que las nuevas innovaciones pueden propagarse como los memes de las redes sociales a través de las colonias de insectos, lo que indica que pueden responder a retos ambientales totalmente nuevos mucho más rápido que mediante cambios evolutivos, que tardarían muchas generaciones en manifestarse”.
Fuente: Europa Press