Las jirafas masai en Tanzania tienen una menor supervivencia durante las temporadas de lluvias más intensas, que se prevé que aumenten con el cambio climático
Las jirafas de las sabanas del este de África se están adaptando sorprendentemente bien al aumento de las temperaturas por el cambio climático, pero están amenzadas por lluvias cada vez más intensas.
Así lo han demostrado investigadores de la Universidad de Zúrich y la Universidad Estatal de Pensilvania, en un artículo publicado en Biodiversity and Conservation.
Se espera que el cambio climático provoque una disminución generalizada de las poblaciones de vida silvestre en todo el mundo. Pero antes se sabía poco sobre los efectos combinados del cambio climático y la actividad humana en las tasas de supervivencia no solo de las jirafas, sino también de cualquier gran especie de herbívoro africano.
Ahora, investigadores de la Universidad de Zúrich y la Universidad Estatal de Pensilvania han concluido un estudio de una década, el más grande hasta la fecha, de una población de jirafas en la región de Tarangire en Tanzania. El área de estudio abarcó más de mil kilómetros cuadrados, incluidas áreas dentro y fuera de las áreas protegidas.
Contrariamente a las expectativas, se descubrió que las temperaturas más altas afectan positivamente la supervivencia de las jirafas adultas, mientras que las estaciones húmedas más lluviosas tienen un impacto negativo en la supervivencia de las crías y los adultos.
El equipo de investigación cuantificó los efectos de las anomalías locales de temperatura, lluvia y verdor de la vegetación en la probabilidad de supervivencia de las jirafas. También exploraron si el clima tuvo un mayor efecto en las jirafas que también se vieron afectadas por la actividad humana en los bordes de las reservas protegidas.
“Estudiar los efectos del clima y las presiones humanas sobre un animal longevo y de reproducción lenta como una jirafa requiere monitorear sus poblaciones durante un largo período de tiempo y en un área grande, lo suficiente como para capturar tanto la variación climática como cualquier efecto inmediato o tardío en supervivencia”, dijo en un comunicado la autora princiapl Monica Bond, investigadora asociada postdoctoral en el Departamento de Biología Evolutiva y Estudios Ambientales de la Universidad de Zúrich.
El equipo obtuvo casi dos décadas de datos sobre las precipitaciones locales, el verdor de la vegetación y la temperatura durante las lluvias cortas, las lluvias largas y la estación seca de Tanzania, y luego siguió el destino de 2.385 jirafas reconocidas individualmente de todas las edades y sexos durante los últimos ocho años en un periodo de dos décadas.
El equipo había predicho que las temperaturas más altas dañarían a las jirafas adultas porque su gran tamaño corporal podría hacer que se sobrecalentaran, pero de hecho encontraron que las temperaturas más altas afectaron positivamente la supervivencia de las jirafas adultas. “La jirafa tiene varias características físicas que la ayudan a mantenerse fresca, como un cuello y patas largas para la pérdida de calor por evaporación, cavidades nasales especializadas, una intrincada red de arterias que suministran sangre al cerebro y parches que irradian calor”, señaló. Derek Lee, profesor asociado de investigación de biología en la Universidad Estatal de Pensilvania y autor principal del estudio.
Sin embargo, Lee también señaló que “las temperaturas durante nuestro período de estudio pueden no haber excedido el rango térmico tolerable para las jirafas, y una ola de calor extremo en el futuro podría revelar un umbral por encima del cual estos enormes animales podrían resultar dañados”.
La supervivencia de las jirafas adultas y las crías se redujo durante las estaciones húmedas más lluviosas, lo que los investigadores atribuyeron a un posible aumento de parásitos y enfermedades.
Un estudio anterior en la región de Tarangire mostró que la intensidad de los parásitos gastrointestinales de las jirafas era mayor durante la estación lluviosa que en la estación seca, y las fuertes inundaciones han causado brotes graves de enfermedades que causan mortalidad en las jirafas, como el virus de la fiebre del Valle del Rift y el ántrax. El estudio actual también encontró que un mayor verdor de la vegetación reducía la supervivencia de las jirafas adultas, posiblemente porque el crecimiento más rápido de las hojas reduce la calidad de los nutrientes en el alimento de las jirafas.
Los efectos climáticos se vieron exacerbados por la proximidad de las jirafas al borde de las reservas protegidas, pero no durante todas las estaciones. “Nuestros hallazgos indican que las jirafas que viven cerca de la periferia de las áreas protegidas son más vulnerables durante las lluvias intensas y cortas. Es probable que estas condiciones aumenten los riesgos de enfermedades asociadas con el ganado, y el terreno fangoso dificulta las patrullas contra la caza furtiva, lo que aumenta las amenazas para la supervivencia de las jirafas”, dijo Arpat Ozgul, profesor de la Universidad de Zúrich y autor del estudio.
El equipo concluyó que los cambios climáticos proyectados en el este de África, incluidas las precipitaciones más intensas durante las lluvias cortas, probablemente amenazarán la existencia de jirafas en uno de los paisajes más importantes de la Tierra para los grandes mamíferos, lo que indica la necesidad de una planificación eficaz del uso de la tierra y la lucha contra la caza furtiva para mejorar la resiliencia de las jirafas a los cambios que se avecinan.
Fuente: EP