Casi perpetuamente envuelta en nubes, la montaña más alta de Brasil, Pico da Neblina, se eleva 2.995 metros sobre la selva amazónica.
Desde 2003 este parque nacional que se extiende por la densa selva está cerrado a los visitantes, una decisión tomada por el fracaso de proyectos turísticos y actividades mineras que infringieron los derechos del pueblo indígena yanomami.
En noviembre de 2017, las autoridades indígenas y el ejército otorgaron un raro acceso a un equipo de destacados científicos brasileños para embarcarse en una expedición a la región.
“Visitar este lugar es como dar un paso 1.000 años atrás”, dice Miguel Trefaut Rodrigues, quien lideró el equipo de 12 científicos de la Universidad de San Pablo especializados en reptiles, anfibios, pájaros, pequeños mamíferos y plantas.
Trefaut Rodrigues es considerado el mayor herpetólogo (científico especializado en reptiles) de América del Sur, además de ser un activo investigador que cada año lidera expediciones a la selva amazónica.
El brasileño ha descubierto más de 80 nuevas especies a lo largo de su carrera y ha creado una de las colecciones genéticas de organismos silvestres más grandes del mundo.
Pico da Neblina es, en sus palabras, “una de las partes más importantes del Amazonas para recolectar material genético”.
También es una zona donde pocos científicos han pisado.
Junto a las tropas terrestres y los guías locales del grupo étnico yanomami, los investigadores se embarcaron en un viaje de un mes hacia la montaña, donde descubrieron nueve especies nuevas.
Como el proceso de nombrar una nueva especie puede llevar años, los investigadores presentaron a la BBC sus descubrimientos usando apodos.
1. La rana roja de ojos grandes
La rana roja de ojos grandes fue descubierta luego de una caminata de 7 horas desde el campamento hasta la cima del Pico da Neblina.
Ivan Prates, investigador del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian, cuenta: “Mi compañero de equipo Agustín (Camacho) encontró el primero de estos pequeños ejemplares en nuestro camino hacia el pico más alto, debajo una roca”.
Después de encontrar al primero, los biólogos comenzaron a lanzar pequeñas piedras y descubrieron otros diez ejemplares de la especie, incluso bajo la roca más alta de la cumbre.
“Es literalmente la rana en lo más alto de Brasil”, dice Prates.
2. La rana rolliza gris
“La encontré dos horas después de que llegamos al campamento en la montaña”, explica Prates. “Estaba dentro de la carpa grande, donde más tarde dormiríamos”.
Y continúa: “Estaba cargando una caja para ayudar a preparar la carpa, cuando vi algo saltando sobre el césped. Lancé a un lado todo lo que tenía y salté sobre ella de inmediato”.
“Cuando miré en mi mano no pude evitar decir: ‘¿Qué demonios es esta rana?‘”, dice el ecologista evolutivo.
La rana rolliza gris es parte de la extensa familia Terrarana, que agrupa a cerca de 1.000 especies.
“Eso es todo lo que sabemos”, reconoce Prates. “Es más o menos como decir: ‘Es un tipo de bicho‘, cuando encuentras un insecto. O sea que, para un biólogo, no significa casi nada”.
El equipo de científicos está realizando exámenes de ADN para ubicar mejor a la especie dentro del árbol de esta familia.
3. El sapo que camina como una lagartija
El biólogo evolucionista Agustín Camacho vio el primer ejemplar de esta especie una noche, a 2.000 metros de altura. Estaba durmiendo en una pequeña hoja.
“Todos nos volvimos locos cuando nos lo mostró, porque sabíamos lo que significaba”, cuenta Prates. “No salta como otros sapos. Camina como una lagartija. ¡Está lleno de verrugas y es muy extraño!”.
Este pequeño sapo de tan solo 35 milímetros pertenece a un grupo que vive solo en montañas, y sus parientes más cercanos habitan en Venezuela, el norte de Brasil y Guyana.
4. La lechuza pigmea de neblina
Luís Fábio Silveira, un ornitólogo de la Universidad de San Pablo, vio esta nueva especie de lechuza pigmea en un árbol de tan solo 1,5 metros de altura en Pico da Neblina.
Según explica, se trató de un hallazgo inesperado porque sus parientes más cercanos suelen habitar en la copa de árboles mucho más altos.
“Cuando escuché su distintivo sonido, inmediatamente me di cuenta de que estaba escuchando una canción completamente nueva, ¡el mejor indicador de una nueva especie!”, cuenta.
Y agrega: “Después de un breve momento de emoción, tuve que trabajar con rapidez para obtener un registro de voz que fuera excelente y luego tratar de recolectar el ave”.
5. La lagartija cielo nocturno
Según Prates, esta lagartija de 6 centímetros de largo tiene “la panza y lados más increíbles, con puntos blancos y negros que se ven como estrellas en la noche. Enloquecimos cuando revisamos la trampilla y la vimos”.
Sus parientes más cercanos conocidos dentro del género Riolama viven solo en montañas de esta parte de Sudamérica.
Prates dice que el descubrimiento da sustento a la teoría de que allí existió una extensa meseta hasta hace 10 millones de años: “Estas lagartijas son ventanas al pasado de la región”.
6. La lagartija gigante marrón
La lagartija gigante marrón mide el doble de la bautizada cielo nocturno y también es parte del género Riolama.
Cuando los científicos encontraron al ejemplar, este estaba nada menos que en la improvisada cocina de un militar.
“La cola se cortó cuando intentaba recolectarla. Eso siempre da una sensación terrible”, cuenta Prates. Es que las lagartijas sueltan sus colas como un mecanismo de defensa contra los depredadores como las aves, que suelen cazarlos por el extremo.
7. El arbusto neblina Phyllanthus
El profesor Renato de Mello-Silva descubrió este arbusto de género Phyllanthus de 2 metros de altura y abundantes hojas pequeñas en el Pico da Neblina.
“¡Nunca había visto colores de follaje tan exquisitos y contrastantes!”, cuenta de Mello-Silva.
Según narra, las “hojas sucias, de color verde oscuro” de esta planta se destacan por sobre los tonos del follaje de la montaña, que está compuesto en gran parte por “hojas jóvenes, limpias y de color verde claro”.
8. La rana que trina
“Encontramos este ejemplar en las tierras bajas de las laderas de Pico da Neblina, en una jungla densa, húmeda y cálida”, dice Prates, acotando que estas ranas pertenecen al grupo Allobates, que solo están activas durante el día.
“Cuando llama, la mayoría de las personas no se dan cuenta de que una rana está haciendo el ruido. ¡Suena como un pájaro!”, dice el investigador del Instituto Smithsonian.
La diminuta rana que trina se diferencia de sus parientes cercanos por una extraña coloración en sus patas.
Se trata de un tipo de “rana nodriza”, es decir que los machos cargan huevos en su espalda antes de soltarlos en el suelo (y no en el agua). Prates explica que, una vez que los huevos nacen, los renacuajos se arrastran “de vuelta a la espalda de su padre”, quien entonces busca “un buen charco, lejos de los depredadores, para que sus bebés se desarrollen”.
9. La rana cavadora regordeta
“Esta rana es realmente difícil de encontrar porque se hunde profundamente en el oscuro suelo amazónico entre las enredadas raíces”, explica Prates.
Los científicos descubrieron este nuevo ejemplar del grupo de Synapturanus o “rana disco” como se les llama comúnmente, colocando sus oídos en el suelo y registrando su singular llamado.
Con solo 2,5 centímetros de longitud, su característica más distintiva son sus piernas regordetas, su ancha parte inferior del cuerpo y su nariz puntiaguda, que se cree les ayudan a cavar de cabeza en el suelo.
“En las noches húmedas, salen a la superficie y caminan. Así fue como atrapamos los ejemplares”, cuenta Prates, quien explica que jamás los atrapas excavando.
Fuente: BBC