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La historia de los albatros mexicanos que adoptaron polluelos de otra especie para salvarlos

La historia de los albatros mexicanos que adoptaron polluelos de otra especie para salvarlos

Los sitios de anidación de albatros de patas negras en las islas de Hawái están seriamente amenazados por el aumento del nivel del mar producto del cambio climático. Este proyecto busca establecer una colonia de la especie en la isla de Guadalupe, México, y asegurar así un sitio donde estas aves puedan reproducirse

En la isla de Guadalupe, la quinta más grande México, un grupo de biólogos marinos y oceanógrafos lograron que albatros de la especie Laysan (Phoebastria immutabilis) adoptaran a polluelos de otra especie de albatros, los de patas negras (Phoebastria nigripes), que se encontraban en peligro de morir ahogados en Hawái.

Este innovador proyecto de adopción es el resultado de más de 20 años de trabajo científico que busca restaurar esta Reserva de la Biosfera, ecosistemas que durante largo tiempo estuvieron amenazados por la introducción de especies exóticas que llegaron incluso a extinguir localmente a plantas y seis especies de aves.

Por ahora, los polluelos de patas negras rescatados de Hawái están siendo criados por sus padres adoptivos, albatros Laysan, que los cuidan y alimentan como si fueran sus propias crías. En junio, las jóvenes aves emprenderán vuelo y abandonarán la isla, pero se espera que cuando sean adultos, en unos cuatro o cinco años más, vuelvan a nidificar en isla Guadalupe.

Si eso ocurre, se logrará establecer allí nuevamente una población de albatros de patas negras, contribuyendo así de manera significativa a la recuperación de esta especie considerada Casi Amenazada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y Amenazada por las normas de la Secretaría de Recursos Naturales de México.

Primera etapa: la recuperación del albatros de Laysan

“A mediados de 1800, barcos europeos que llegaban hasta la isla Guadalupe en busca de ballenas y lobos marinos, introdujeron cabras que afectaron gravemente los ecosistemas”, cuenta Julio Hernández, oceanólogo y doctor en vida silvestre. El impacto fue tal, que incluso hubo especies vegetales que se extinguieron, asegura Hernández.

Posteriormente, cuando la isla se pobló, hace unos 100 años atrás, otras especies exóticas fueron introducidas como el gato doméstico, que “afectó gravemente las poblaciones de aves nativas y endémicas de la isla”, explica el experto. Una de las especies afectadas fue el albatros de Laysan que vio sus poblaciones fuertemente diezmadas. El albatros de patas negras ni siquiera logró establecerse en la isla. “Las primeras parejas que lo intentaron fueron depredadas por los gatos”, cuenta Hernández.

Para solucionar estos problemas y recuperar los ecosistemas de Guadalupe, biólogos, oceanólogos, licenciados en ciencias ambientales, ingenieros forestales, entre otros profesionales del Grupo de Ecología y Conservación de Islas, una organización de la sociedad civil mexicana, se instaló en Guadalupe.

Lo primero que hicieron, en 2003, fue intentar proteger la colonia de albatros de Laysan. Comenzaron a hacer control poblacional de los gatos y atracción social, es decir, instalaron señuelos artificiales con bocinas que reproducen los sonidos de cortejo para lograr atraer a una mayor población de aves. Pero fue en 2014 cuando las cosas comenzaron a mejorar radicalmente, luego de que construyeran un cerco de 730 metros para aislar la península donde nidifican los albatros de Laysan e impedir el paso de los gatos. Con el tiempo, el área de 62 hectáreas se convirtió en un refugio natural para la población de albatros y esta empezó a aumentar.

“En el 2014 teníamos cerca de 160 parejas reproductivas de albatros de Laysan y actualmente tenemos 398 parejas reproductivas, por lo que podemos decir que en siete años casi se dobló la población”, asegura Hernández. De hecho, Isla Guadalupe es hoy “uno de los mejores sitios de anidación para los albatros a nivel mundial”, agrega el científico.

El cambio climático amenaza las poblaciones de Hawái

En el atolón de Midway, ubicado en el Pacífico Norte y cerca del extremo noroccidental del archipiélago de Hawái, confluyen las mayores poblaciones de albatros del mundo. “Estamos hablando de cerca de 600.000 parejas reproductivas de Laysan”, dice Hernández “y de patas negras son cerca de 57.500 parejas”, agrega.

Sin embargo, en Hawái, donde el oceanólogo asegura que habita el 97% de la población mundial de patas negras, los albatros están en serios problemas debido al cambio climático. “Las islas del norte del archipiélago hawaiano donde se están reproduciendo los albatros son islas muy bajas y el aumento en el nivel del mar, debido al cambio climático, está disminuyendo el área de estas islas e incluso las está desapareciendo”, explica Hernández.

Además, el fuerte oleaje producido por las tormentas y huracanes, cada vez más frecuentes y de mayor intensidad, también destruye los sitios de nidificación y el calentamiento del agua está disminuyendo la disponibilidad de alimento para estas aves. Aunque “en Midway no hay datos cuantitativos sobre el número de nidos de albatros que se pierden, en algunos años se destruyen muchos miles”, asegura Eric VanderWerf, director científico de Pacific Rim Conservation, una organización que trabaja en la recuperación y restauración de aves marinas en Hawái.

Por otro lado, los albatros hawaianos se alimentan en un lugar del océano entre Hawái y Alaska donde se encuentra el parche de basura plástica más grande del mundo. “Las aves ingieren estos plásticos porque los confunden con calamares o peces”, dice Hernández, y mueren al igual que los polluelos porque “los adultos van y le dan estos plásticos en el pico a sus crías”, señala el experto.

En contraste a todos estos problemas, Isla Guadalupe tiene una altura de más de 1300 metros sobre el nivel del mar y frente a ella pasa la corriente marina fría de California, que viene de Alaska, y que permite mantener la temperatura del agua a niveles óptimos.

Además, los científicos del Grupo de Ecología y Conservación de Islas han podido identificar que los albatros de Guadalupe van a alimentarse a las costas de la península de Baja California y a las costas de Canadá para luego regresar a la isla y alimentar a su vez a sus polluelos. Aunque los viajes son muy largos, son más eficientes que los que realizan los albatros de Hawái que van a alimentarse a las costas de Alaska, asegura Hernández.

Al ver todas las ventajas que tiene Guadalupe y que la isla mexicana estaba siendo un éxito para los albatros de Laysan, los científicos de la organización mexicana generaron un proyecto colaborativo con Pacific Rim Conservation. Esta decisión busca lograr que isla Guadalupe sea también un refugio para los albatros de patas negras que están sufriendo los efectos devastadores del cambio climático.

El proyecto de adopción

Para lograrlo, biólogos del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU. seleccionaron 21 huevos que estaban en peligro en el Atolón de Midway. Fueron ellos los encargados de este trabajo “porque en ese momento no se nos permitió viajar a Midway debido al COVID”, cuenta VanderWerf.

Luego, los huevos fueron transportados en avión, al interior de incubadoras portátiles con calefacción, hacia Honolulu, la capital de Hawái. Desde Honolulu volaron hacia San Diego en una aerolínea comercial. “Cada incubadora tenía su propio asiento y estaba abrochada con un cinturón de seguridad”, cuenta VanderWerf. De San Diego viajaron en una avioneta particular hasta Tijuana, la frontera de México con Estados Unidos y desde Tijuana volaron hasta Isla Guadalupe.

Una vez aterrizados en su nuevo hogar, los huevos fueron transportados por tierra, y por cerca de cuatros horas, hasta llegar a la colonia reproductiva. “Esa fue tal vez la parte más difícil del viaje porque el camino era un poco rudo en algunas partes y si los huevos rebotaban demasiado se podría haber dañado el embrión”, dice VanderWerf. De hecho, “llevamos las incubadoras a mano por las partes más difíciles del camino”, agrega el experto, y así todos los huevos llegaron sanos y salvos.

Previo a esta travesía, los científicos en Guadalupe habían identificado a todos los padres de Laysan que habían perdido su huevo, ya sea porque se había roto o porque resultaron ser infértiles. “Los evaluamos todos, identificamos cuáles no eran viables y esos los sustituimos por huevos falsos que hicimos con yeso”, cuenta Hernández. De esa manera, los científicos mantuvieron a las parejas de laysan incubando huevos señuelo que fueron sustituidos luego por los de patas negras cuando llegaron de Hawái. “Quitamos el huevo falso, le pusimos el nuevo y de esta manera le buscamos padres adoptivos a los pollos de Hawái”, explica Hernández.

“Esta estrategia es muy innovadora”, asegura el experto, ya que “es la primera vez que en un proyecto de conservación una tercera especie está participando para rescatar a otra”, asegura. “El hecho de pensar que los albatros de Laysan están siendo parte de este proyecto de restauración, que están siendo padres adoptivos de polluelos de otra especie y que los están cuidando, criando, incubando como si fueran suyos es algo que me vuelve loco y me conmueve mucho”, dice Hernández.

Además, Christine Bogle Secretaría Ejecutiva del Acuerdo para la Conservación de Albatros y Petreles (ACAP), asegura que aunque ya se habían translocado antes tres especies de albatros al interior de Japón y los EE.UU., “esta es la primera vez que una translocación ha involucrado a dos países”.

Los huevos eclosionaron los primeros días de febrero pasado. De los 21 que llegaron, 18 resultaron exitosos y los polluelos están creciendo favorablemente mientras son alimentados y cuidados por los padres Laysan.

Ese mismo mes un nuevo viaje se hizo desde Hawái a Guadalupe, pero esta vez no trasladaron huevos sino polluelos de patas negras. Al igual que los huevos, estos se encontraban en grave peligro. “Los sacamos todos del borde de la colonia más cercana al océano”, dice VanderWerf. Pero de hecho, “un polluelo que habíamos planeado sacar en la mañana fue arrastrado fuera de su nido durante la noche por las olas y no pudimos encontrarlo. Las olas casi golpeaban otros dos nidos y estoy seguro de que habrían muerto si no los hubiéramos tomado”, cuenta el científico.

Fueron 12 crías las rescatas, pero solo nueve llegaron vivas a México. “Parte de la dificultad fue que, a pesar del aire acondicionado, los polluelos producen mucho calor corporal y su grueso plumaje proporciona mucho aislamiento. Debido a que el viaje fue tan largo, estuvieron estresados ​​durante mucho tiempo y creo que al final fue demasiado para algunos de ellos”, explica VanderWerf.

A los nueve que sobrevivieron, los científicos no pudieron encontrarles padres adoptivos. “No fue posible cambiar un huevo por un pollo de 15 días, porque el Laysan entendió que no era su cría y el pollo entendió que no eran sus padres”, explica Hernández.

Son en cambio los científicos los que hacen la tarea diaria de alimentarlos y cuidarlos en una colonia artificial donde han instalado señuelos artificiales que emiten sonidos de la especie. “Nosotros los alimentamos. Todos los días los pesamos, los medimos y en función de su crecimiento preparamos la dieta diaria basada en calamar, sardina, probióticos y suero para hidratarlos”, cuenta el experto. El resultado, agrega, es que “están siendo unos increíbles pollos”.

Pero para que este proyecto funcione no basta con que los polluelos logren sobrevivir. Es necesario que cuando se conviertan en adultos vuelvan a isla Guadalupe a anidar y así se establezca efectivamente allí una población de esta ave.

Una de las características de los albatros de patas negras es que regresan a reproducirse al mismo lugar donde nacieron, un fenómeno conocido como filopatría. Diversas son las especies que poseen esta característica y se sirven de las corrientes marinas, de la temperatura del agua, entre otros factores para reconocer el lugar donde deben volver. En el caso de los albatros, ellos utilizan las estrellas para geoposicionarse, asegura Hernández. “Cuando los huevos eclosionan los pollos son empollados por 15 días hasta que son capaces de termoregular por sí solos. Después, los padres se quitan de encima y entonces ellos empiezan a ubicarse estelarmente”, explica el experto.

En el caso de los huevos esto no representó un problema porque los pequeños albatros nacieron en Guadalupe. En el caso de los polluelos, en cambio, los científicos debieron impedir que estos se ubicaran estelarmente en Hawái. Por eso, los mantuvieron cubiertos hasta que llegaron a Guadalupe donde pudieron ver por primera vez el cielo.

“Si el proyecto tiene éxito, es decir, si resulta el establecimiento de una nueva colonia, una población de Albatros patas negras en Isla Guadalupe representará un aumento sustancial en la distribución de la población de la especie”, dice Bogle de ACAP.

Los pequeños ahora son adolescentes y comenzarán pronto a ejercitar sus alas para emprender el vuelo. A finales de junio y principios de julio abandonarán la isla con un pequeño geoposicionador en su pata. En cuatro o cinco años más, cuando regresen de adultos a nidificar en Guadalupe, los científicos podrán rescatar la información que ese pequeño aparato logre registrar durante todo ese tiempo y saber así cuáles fueron los lugares que visitaron.

Fuente: biobiochile.cl

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