Una base de datos de 10.000 especies de aves de todo el mundo muestra cómo las mediciones de alas, picos y colas pueden predecir el papel de una especie en un ecosistema, revela un nuevo estudio.
Dado que muchas especies de aves realizan importantes funciones ecológicas, como la polinización de plantas, la propagación de semillas o el control de plagas, la base de datos puede ayudar a los científicos a comprender y predecir cómo la pérdida de especies afectará la salud del ecosistema.
Un equipo global de investigadores, dirigido por el Imperial College London (ICL) y University College London (UCL), visitó museos de todo el mundo para encontrar especímenes de casi 10.000 especies, que cubren más del 99 por ciento de todas las especies de aves conocidas. Publican resultados en ‘Nature Ecology and Evolution’.
El vínculo entre la forma corporal de cada especie animal y los aspectos de su estilo de vida, incluida la dieta, se había planteado ya, pero esta es la primera vez que se confirma a una escala tan grande y con detalles tan precisos.
El autor principal del estudio, el doctor Joseph Tobias, del Departamento de Ciencias de la Vida en Imperial College, explica que “recopilar las medidas de todas las especies de aves ha sido una tarea masiva. Esto es particularmente evidente considerando los cientos de exploradores y biólogos que en los últimos 150 años han recogido y disecado los 70.000 especímenes de museo en los que se basa este trabajo”, añade.
Las predicciones de la contribución de una especie a un ecosistema a menudo se hacen utilizando estimaciones de sus relaciones evolutivas con otras especies, basándose en el hecho de que las especies estrechamente relacionadas tienden a ser más similares en función que las especies distantes.
Sin embargo, la nueva base de datos muestra que las mediciones corporales ofrecen una predicción mucho mejor en general, ya que algunas especies relacionadas muy distantes han desarrollado cuerpos similares para equiparlos sobre estilos de vida o preferencias dietéticas similares.
Por ejemplo, la familia de los álcidos, que incluye frailecillos y guillemots, tienen una forma corporal muy similar a la de los pingüinos, a pesar de evolucionar en hemisferios opuestos. Ambos tienen picos, cuerpos y alas adaptados para nadar y pescar bajo el agua.
El concepto, llamado evolución convergente, está lejos de ser nuevo, pero el nuevo conjunto de datos proporciona la imagen más clara de su influencia generalizada en toda una clase de animales a escala global.
El equipo analizó nueve medidas corporales, incluidas las dimensiones de los picos, las colas, las alas y las patas, así como la masa corporal, y las comparó con la dieta y el comportamiento de alimentación de un ave, por ejemplo, si atrapa principalmente invertebrados en el aire, en el suelo, o bajo el agua.
Algunas asociaciones son obvias, como alas más largas en especies que pasan mucho tiempo volando o patas más largas en especies que habitan en el suelo. Sin embargo, el equipo descubrió que la combinación de todas las medidas corporales era altamente predictiva de incluso diferencias sutiles en el estilo de vida y la función del ecosistema en todas las especies.
El primer autor del estudio, el doctor Alex Pigot, del Departamento de Genética, Evolución y Medio Ambiente de UCL, destaca en un comunicado: “Nuestros resultados sugieren que la evolución es un proceso predecible. Si tuviéramos que volver a iniciar la película de la vida la evolución probablemente llevaría una vez más a organismos de aspecto muy similar a los que vemos hoy en día”.
“Ser capaz de cuantificar el papel vital de cada animal en el funcionamiento de la biosfera es realmente importante para comprender los impactos de la actual extinción y la crisis climática”, asegura.
Por su parte, el doctor Tobias señala que “el vínculo que se muestra entre la forma y la función del cuerpo tiene algunas aplicaciones potencialmente importantes, y allana el camino para el uso de datos similares para investigar el papel de la biodiversidad en los ecosistemas”.
“Por ejemplo –prosigue–, otros estudios pueden usar nuestra base de datos para predecir los efectos del cambio climático y del uso de la tierra en la función del ecosistema y establecer objetivos apropiados para la conservación de la vida silvestre”.
Fuente: europaress.es