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La empresa que convierte los cuerpos muertos ya ha convertido seis cadáveres humanos en tierra fértil

La empresa que convierte los cuerpos muertos ya ha convertido seis cadáveres humanos en tierra fértil

Katrina Spade ha fundado Recompose, una empresa que convierte los cuerpos muertos en abono como alternativa a los tradicionales entierros e incineraciones. Centrada en la lucha contra el cambio climático, afirma que su proceso ahorra una tonelada métrica de CO2 frente a una cremación convencional

Han pasado cinco años desde que Katrina Spade convirtió un cuerpo humano en abono por primera vez. Gracias a su esfuerzo y al apoyo de grupos de presión, el estado de Washington (EE. UU.) fue el primero (y de momento el único) en Estados Unidos en ofrecer legalmente una alternativa al entierro y la cremación: «descomposición sobre el suelo», también conocida como «reducción orgánica natural». Es decir, dejar que el cadáver se descomponga en el suelo.

En 2017, Spade fundó Recompose, una empresa de compostaje humano para llevar a cabo este servicio para cualquier cliente que desee y pueda gastar los casi 5.000 euros que cuesta el proceso, una cifra que, por otro lado, sigue siendo mucho menor que la mayoría de los funerales.

Según Spade, su negocio se dedica a la lucha contra el cambio climático. En Estados Unidos, los cementerios ocupan más de 4.000 kilómetros cuadrados de tierra (algo menos que toda La Rioja); los ataúdes destruyen 16.000 kilómetros cuadrados de bosques cada año; y los entierros utilizan 30 millones de tablas de madera y casi cuatro millones de litros de líquido de embalsamar

Según el analista de Sostenibilidad y asesor de Recompose, Troy Hottle, el dióxido de carbono que se ahorra al convertir un cadáver humano en compost asciende a entre 0,84 y 1,4 toneladas métricas. Una tonelada métrica equivale a la quema de 500 kilogramos de carbón o a conducir alrededor de 4.000 kilómetros en un coche.

La ley de Washington entró en vigor a principios de este año, justo a tiempo para que Recompose comenzara a recibir sus primeros cadáveres en noviembre. Hemos hablado con Spade sobre la mecánica del compostaje humano, su impacto ambiental y si alguna vez se volverá popular.

Usted ha sido la primera persona en dedicarse a la descomposición de cuerpos humanos como negocio. ¿Cómo se le ocurrió?

No quería que me enterraran de una manera convencional. Se me ocurrió que la cremación equivale a destruir lo poco que queda de nosotros cuando morimos. Todos los nutrientes que se mantienen en nuestro cuerpo se queman cuando nos incineran, y pensé: «Esto no encaja con la forma en la que quiero hacer las cosas».

Mientras pensaba en esto, me llamó una amiga. Me preguntó si había oído hablar de los granjeros que convertían en compost a vacas enteras. Es una práctica que ha existido durante décadas en Estados Unidos en las granjas. Tuve una especie de epifanía: si es posible hacerlo con una vaca, probablemente también con un cuerpo humano. Comencé a basarme en esos principios que los agricultores han estado usando y aplicarlos al sistema de atención de la muerte para los seres humanos.

Decidí estudiar la industria funeraria estadounidense porque tenía curiosidad por saber qué haré con mi cuerpo cuando muera.

Está preparada para recibir sus primeros cuerpos en noviembre. ¿Cómo se siente?

Hemos hecho un proyecto piloto con la Universidad Estatal de Washington. Recibimos seis cuerpos humanos y los convertimos en tierra fértil. Así que esta no será la primera vez que esto ocurra en el mundo. Tengo mucha confianza, quiero decir en la tecnología, pero en realidad, es la naturaleza haciendo su trabajo. Lo he visto suceder muchas veces antes, así que sobre todo estoy ilusionada. Por supuesto que también un poco nerviosa.

Empezó a pensar en los servicios fúnebres cuando estaba en el postgrado de arquitectura. ¿Cómo ocurrió eso?

Durante un tiempo me obsesioné con el compostaje. Antes de la escuela de arquitectura, fui a la de diseño y estudié permacultura [diseñar en conjunto con la naturaleza de manera sostenible]. Luego, en el posgrado, acababa de cumplir 30 años y tenía hijos pequeños, y empecé a ser consciente de mi mortalidad. Decidí estudiar la industria funeraria estadounidense porque tenía curiosidad por saber qué haré con mi cuerpo cuando muera.

¿Qué pensaba en ese momento?

Crecí en un entorno rural y me mudé a mi primera ciudad cuando tenía 18 años. Sabía que siempre viviría en una ciudad. Prefiero la vida urbana, el estilo de vida urbano, pero, tenía la sensación de que cuando muriera, tendría un entierro natural sin embalsamamiento, sin un ataúd elegante, etcétera. Pensé: «Qué interesante que siendo tan urbana quisiera que mi cuerpo fuera a la naturaleza después de la muerte». Es una extraña paradoja. Al pensar en lo importante que es la naturaleza para nosotros en el duelo o en la muerte, comencé a preguntarme cómo sería el servicio funerario en la ciudad si realmente estuviera ligado a la naturaleza.

¿Cómo es el proceso de compostaje en Recompose?

Cada cuerpo tiene su recipiente individual en forma de cono y se coloca sobre astillas de madera, alfalfa y paja, una agradable mezcla de materiales naturales, y se cubre con más de lo mismo. El cuerpo parece un capullo y permanece en ese recipiente durante 30 días. Estando allí, los microbios descomponen el cuerpo y las astillas de madera, la alfalfa y la paja para crear este hermoso suelo. Tendremos 10 de esas unidades para comenzar. Podremos recibir 10 cadáveres al mes.

¿Cómo es el espacio de Recompose?

En realidad, hemos hecho bastantes cambios desde que comenzó la pandemia de coronavirus (COVID-19) en marzo. Habíamos estado trabajando en este hermoso espacio de almacén y, cuando empezó la pandemia, nos quitaron la financiación. El principal ajuste que hicimos fue decidir abrir una instalación mucho más pequeña y reducida para comenzar, lo que creo que probablemente haya sido una buena idea, pero fue un poco decepcionante. El sistema de recipientes es el mismo: un conjunto de 10 recipientes en su marco hexagonal, por lo que se parece un poco a una colmena. Pero el espacio que abriremos en noviembre es un pequeño almacén. Nuestro objetivo es tener una instalación más grande el próximo año que las familias puedan visitar.

Mientras continúa esta pandemia, ¿la gente piensa de manera diferente sobre la muerte?

Parece que todos somos aún más conscientes de nuestra propia mortalidad en este momento. Si pensamos en el hecho de que algún día moriremos y que nuestros seres queridos morirán, es posible que nos interese más lo que le ocurre a nuestro cuerpo y la posibilidad de un último regalo que podríamos devolver al planeta. Mi opinión personal es que todo el mundo debería planificar el final de su vida pronto y con frecuencia.

Un lado positivo de la pandemia es que la gente lo está planificando más. Gran parte del impulso de este proyecto se basó en la crisis climática. Nuestro proceso ahorra una tonelada métrica de dióxido de carbono en comparación con la cremación o el entierro convencional. Para muchas personas, no se trata solo de crear suelo, que es un recurso fundamental, sino también de mitigar el daño que producimos a través de nuestras prácticas funerarias. La pandemia nos ha distraído de la crisis climática, pero tengo la sensación de que la gente está volviendo a pensar en ello y se está dando cuenta de que todavía tenemos que dedicar nuestra energía a eso. En un mundo perfecto, seguiríamos reconociendo nuestra mortalidad y luego devolveríamos nuestras energías a la crisis climática.

Las personas que mueren de COVID-19 no pueden convertirse en compost, ¿verdad?

Sí que pueden. La reducción orgánica natural en el ser humano destruye los patógenos a través del calor creado por la actividad microbiana. Se ha demostrado que esta forma de disposición destruye los coronavirus mediante el calor en un período de tiempo relativamente corto. Por ley, el proceso debe incluir las temperaturas de 55 °C durante 72 horas. Se ha demostrado que los coronavirus, en concreto, se destruyen en unos 30 minutos bajo esas temperaturas.

No lo sabía. Tenía la impresión de que si alguien muere de una enfermedad infecciosa, no puede convertirse en abono natural.

Tenemos dos casos en los que una persona no podría hacerlo. El ébola es uno de ellos. Es tan increíblemente contagioso que los CDC recomiendan la cremación directa. El otro es alguna enfermedad causada por priones como la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, que aún no se ha demostrado que se destruya con el compostaje. Pero en términos de enfermedades infecciosas en general, la reducción orgánica natural hace un excelente trabajo destruyendo esos patógenos.

La gente puede llevarse esa tierra a casa, ¿verdad?

Sí. Recompose colabora con Bells Mountain, un fondo de conservación de 283 hectáreas. Se trata principalmente de un bosque que fue talado de forma inadecuada en la década de 1930, y todavía se está recuperando. Nuestra primera oferta es: «Vamos a crear casi un metro cúbico de tierra por persona, eso es bastante. Por supuesto que puede llevarlo todo, pero si quiere, aquí hay un bosque que lo necesita». Me imagino que muchas familias se llevarán una pequeña caja a casa y la usarán para su jardín de rosas o para un árbol que aman, pero esperamos que muchas otras prefieran donar esa tierra a este terreno de conservación.

¿Recompose puede llegar a personas con menos conciencia ambiental?

La mayoría de la gente quiere poder elegir qué pasará con su propio cuerpo y con el de sus seres queridos. Cuando se habla de distintas opciones para el final de la vida, es algo que resuena para muchos tipos de personas diferentes. Hemos descubierto que aquí en Washington, por ejemplo, los agricultores del lado este del estado realmente lo entienden, porque utilizan una práctica similar para sus animales de la granja, aman su suelo y comprenden los ciclos de la vida probablemente mejor que la mayoría de la gente.

¿Cómo la gente podría conservar las tradiciones relacionadas con la muerte – como visitar el cementerio y esparcir las cenizas – con la reducción orgánica natural?

Hay muchas similitudes con el acto de esparcir las cenizas, pero a algunas personas les parece más profundo tener este uso productivo y significativo del suelo que se ha creado.

¿Va a convertir en compost su propio cuerpo?

Sí. Definitivamente planeo convertirme en tierra algún día, pero espero que no sea pronto. Aún me queda mucho por hacer.

Fuente: technologyreview.es

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