Los científicos relatan alarmados lo que vieron al llegar de la zona y ser testigos de cómo se ha acelerado el deshielo por el cambio climático
La expedición científica del barco “Polarstern” regresó hoy a Alemania tras más de un año de exploración en el Ártico con un mensaje de alerta sobre los efectos globales de un deshielo en el polo cada vez más evidente.
“Hemos visto con nuestros ojos y sentido bajo nuestros pies cómo muere el Ártico”, explicó en declaraciones a la televisión pública ARD el jefe de la expedición, Markus Rex, tras atracar en Bremenhaven (norte), el puerto matriz del buque.
La capa de hielo se ha derretido ya en las regiones más cercanas del Polo Norte en el verano, alertó Rex. “Si no logramos contener de inmediato el calentamiento de la Tierra, pronto desaparecerá por completo el llamado hielo eterno, al menos en verano”, añadió.
Incluso en invierno, la capa de hielo tiene ahora la mitad de espesor que hace 40 años, prosiguió el jefe de la expedición.
A la espera de que su equipo -integrado por científicos de unas 20 nacionalidades- evalúe todos los datos y pruebas recabadas, está claro que esta evolución tendrá efectos negativos sobre el clima global.
“No se trata solo de la situación del hielo ártico o de la destrucción de unos paisajes fascinantes y bellos. Se trata también de las consecuencias de su deshielo sobre la vida de muchas comunidades indígenas y del conjunto del ecosistema”, apuntó Rex.
El “Polarstern” partió el 20 de septiembre de 2019 de un puerto noruego en dirección del Polo Norte. Sobre las 07.00 GMT de este lunes amarró en Bremenhaven, en presencia de la directora del Instituto Alfred Wegener, Antje Boetius, y la ministra almeán de Investigación, Anja Karliczek.
En busca del mosaico del epicentro de la crisis climática
Se trata de la expedición más larga realizada por un rompehielos durante un invierno Ártico, apuntó Boetius, a cuyo instituto pertenece el “Polarstern”. Desde el Alfred Wegener se ha coordinado los trabajos de un equipo en que han intervenido 80 institutos de diversas partes del mundo.
En la larga expedición, con un presupuesto estimado de 140 millones de euros, han participado 442 personas, entre tripulación, científicos, personal de relevo y equipos de acompañamiento en otros barcos.
Ha sido un año largo de desafíos más o menos contemplados, como trabajar bajo tormentas invernales, a temperaturas de hasta 42 grados bajo cero -y percepción térmica de 65 bajo cero- y durante más de 150 días en completa oscuridad.
En medio de éstas y otras situaciones extremas, la expedición se vio sorprendida por los dilemas derivados de la pandemia del coronavirus. Otros proyectos científicos internacionales quedaron en suspenso o fueron canceladas, pero la dirección del Alfred Wegener Institut decidió seguir adelante.
Para el jefe de la expedición, el trabajo ahora consiste en juntar todas las piezas recabadas, a modo de puzzle, hasta juntar lo que se denomina el “mosaico” climático.
El objetivo es lograr una composición precisa sobre la situación en el “epicentro de la crisis climática” y obtener evaluaciones científica sobre sus repercusiones sobre el resto del planeta.
Fuente: EFE