Un estudio reveló que las hembras de insectos del género Neotrogla, que habitan en cuevas, tienen penes, algo nada común. Además, se descubrió que los músculos que usan para protruir y retractar sus miembros evolucionaron antes de que se invirtieran los roles sexuales en estos insectos, y que su función previa podría haber sido proporcionar a las hembras una deliciosa merienda a mitad del coito.
En 2014, un grupo de investigadores japoneses informó sobre esta peculiaridad en las cuatro especies del género, cuyos genitales están invertidos: los machos tienen una estructura similar a una vagina, mientras que las hembras tienen un órgano sexual equivalente al pene, llamado ginosoma. Estos insectos pasan el tiempo en las cuevas brasileñas donde viven con sesiones de apareamiento que pueden durar entre 40 y 70 horas.
Los investigadores han especulado previamente sobre la evolución de la forma en que Neotrogla se reproduce. Aunque los machos y las hembras de la especie producen espermatozoides y óvulos, respectivamente, las hembras han desarrollado el gynosoma para recolectar la mayor cantidad de esperma posible de varios machos, lo que les permite ser recolectoras de esperma más eficientes en su ambiente árido.
Sin embargo, no se comprendía cómo las hembras lograban la protrusión y retracción de sus apéndices.
Ahora, un nuevo estudio realizado por investigadores de Japón, Brasil y Suiza ha utilizado la microtomografía computarizada (µCT), una técnica de rayos X en 3D, para comparar la anatomía de Neotrogla con la de otros insectos relacionados. Los resultados de µCT confirmaron que las hembras de Neotrogla habían desarrollado dos grupos específicos de músculos para permitirles extender el ginosoma y penetrar los genitales masculinos similares a la vagina.
El descubrimiento de los músculos utilizados por las hembras de Neotrogla para extender y retraer su ginosoma ha llevado a los investigadores a plantearse por qué estos músculos evolucionaron en primer lugar.
Resulta que estos mismos músculos también se encuentran en insectos relacionados que no tienen órganos sexuales invertidos, lo que sugiere que evolucionaron antes de que se produjera este cambio. Se cree que las hembras podrían haber utilizado estos músculos para estimular a los machos durante el sexo y así aumentar la cantidad de semen liberado.
Resulta que el semen de Neotrogla es más que un simple medio de reproducción: también es un refrigerio altamente nutritivo para la hembra hambrienta.
El estudio se publica en Royal Society Open Science.
Fuente: cerebrodigital.com