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Esta es la razón por la que muchas aves cantan tan bien: tienen un cerebro preparado para la música

Además de una siringe que funciona casi como un instrumento de viento natural, las aves también tienen un cerebro extraordinariamente especializado para cantar

Una de las grandes maravillas de las aves es sin duda su canto.

Y uno de los grandes misterios de la ciencia sigue empeñado en descubrir cómo son capaces de cantar tan bien, hasta el punto de que a los humanos sus trinos nos suenan a pura música.

Al margen de si en el canto de las aves existe una justificación estética e incluso contemplativa, lo que sí sabemos es que que no solo depende de su garganta o siringe (ese órgano vocal único que funciona casi como un instrumento de viento natural), sino también de un cerebro extraordinariamente especializado.

Te lo cuento con detalle a continuación, aunque antes te lo resumo.

Resumen breve para quienes tengan prisa

Un cerebro muy complejo

Las aves canoras, como los pinzones, jilgueros o ruiseñores, poseen áreas cerebrales dedicadas exclusivamente al aprendizaje y la producción de canto.

La más conocida es el núcleo HVC (abreviatura de “High Vocal Center”), una estructura clave situada en el cerebro anterior.

El HVC actúa como el “director de orquesta” del canto: recibe señales, organiza el ritmo y la secuencia de sonidos, y se comunica con otras áreas motoras para coordinar el movimiento preciso de la siringe y la respiración.

Pero no está solo. Otras regiones también juegan papeles esenciales:

Mucho más que buena voz y memoria

Gracias a estos circuitos, el cerebro de las aves no solo memoriza un canto; lo practica, afina y adapta. Esto implica capacidades cognitivas sofisticadas: memoria auditiva, control motor extremadamente preciso y la capacidad de autoevaluarse para mejorar, algo que considerábamos exclusivo de primates y humanos.

Un aspecto fascinante es la lateralización cerebral. En los humanos, el hemisferio izquierdo suele estar más implicado en el lenguaje y el habla. Sorprendentemente, en muchas aves canoras sucede algo parecido: un hemisferio cerebral controla en mayor medida la producción del canto. Además, pueden usar un lado de la siringe para emitir una melodía y el otro para producir un segundo tono simultáneamente.

Este control dual y lateralizado permite que algunas aves realicen duetos consigo mismas, mezclando sonidos de forma que parecen varias aves cantando a la vez. Un prodigio que asombra incluso a los expertos en bioacústica.

Además, el cerebro de las aves canoras no es rígido: muestra una gran plasticidad. Por ejemplo, algunos canarios pueden modificar sus cantos cada año para adaptarse a nuevas circunstancias o modas dentro de su “población”. Esta capacidad de aprender, olvidar y reaprender es un signo inequívoco de sofisticación cognitiva.

Por si fuera poco, se ha demostrado que en algunas especies el aprendizaje vocal ocurre en etapas sensibles, un poco como cuando los humanos tenemos una «ventana de oportunidad» para aprender idiomas con mayor facilidad durante la infancia. Si un ave no escucha los cantos correctos en ese periodo crítico, nunca podrá cantar bien, por mucho que lo intente después.

Así pues, el canto de las aves es mucho más que una simple secuencia automática. Es el resultado de un cerebro activo, plástico y creativo, que coordina memoria, oído y control motor con una precisión de relojero.

Fuente: 20minutos.es

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