Descubierta en la costa de Escocia en 2011, esta criatura marina considerada un «fósil viviente» fue definida como un organismo sin rostro definido ni cerebro. Pero recientes investigaciones sobre esta critura desafían nuestra comprensión de cómo evolucionó el cerebro moderno.
La evolución del cerebro
El pez, un cefalocordado de la especie anfioxo o pez lanceta, es muy raro y, aunque se le considera casi prehistórico, es un visto como un representante «moderno» de los primeros peces que desarrollaron espina dorsal. El descubrimiento fue hecho gracias a una investigación que cubrió 3.218 kilómetros cuadrados y en la que se utilizaron cámaras acuáticas.
Tiene una médula espinal primitiva que corre por su espalda, pero sin rostro claramente definido, sin huesos o mandíbulas y un pequeño cerebro con un único «ojo frontal» sensible a la luz. El organismo da una idea importante de cómo debía ser este antepasado distante de la humanidad, y cómo podría haberse comportado.
Tal y como explica uno de los autores del estudio de este organismo Ildiko Somorjai, de la Escuela de Biología de la Universidad de St Andrews:
El pez lanceta es una criatura asombrosa que nos puede decir mucho sobre cómo hemos evolucionado. Los humanos tenemos enormes cerebros con un gran número de subdivisiones anatómicas para permitir el procesamiento de información compleja del medio ambiente, así como el control conductual y motor y el lenguaje. La investigación en el pez lanceta nos dice que incluso un cerebro aparentemente simple puede tener una regionalización compleja, y también fortalece la posición de esta criatura como un modelo no vertebrado importante para entender la evolución y desarrollo de los vertebrados, con claras implicaciones para la investigación biomédica.
Fuente: xatakaciencia.com