La isla mexicana que en su nombre celebra la Navidad, la isla Natividad, puede festejar en estas fechas que sigue siendo un lugar seguro para una delicada y enigmática ave marina: la pardela mexicana (Puffinus opisthomelas), en peligro de extinción, cuya población anida prácticamente en su totalidad allí y que por ello convierte a la isla en un lugar de enorme valor para su conservación. La mayor amenaza que existe para la biodiversidad de la isla (y de las islas en general a nivel global), puso en peligro, durante meses, la integridad ecológica de la isla Natividad. Mientras dos biólogos de la organización civil mexicana Grupo de Ecología y Conservación de Islas realizaban sus estudios habituales de aves marinas en la isla ─ubicada a 9 km de la costa del Pacífico de la Península de Baja California, parte de la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno─, el pasado mes de junio, un pescador de la comunidad se les acercó para comunicarles que había observado algo inusual por segunda ocasión en un mes. Su descripción era muy clara y todo indicaba que en la isla había la presencia de una grave amenaza que inquietó de gran manera a los biólogos: una rata negra (Rattus rattus).
La noticia de una incursión de rata negra en una isla donde antes no había, es una causa de gran preocupación debido a sus implicaciones en la biodiversidad insular. La principal amenaza para la gran riqueza biológica de las islas mexicanas, y del mundo, es la presencia de especies exóticas invasoras (plantas o animales que son originarios de otro sitio y que fueron introducidos a un nuevo ambiente), puesto que son responsables de un elevado número de extinciones. Hace años, en la isla Natividad hubo gatos ferales, burros, conejos, caballos, perros y cabras ferales, todos los cuales fueron removidos puesto que afectaban gravemente a la flora y fauna de la isla y, en particular, a la pardela mexicana. La posible incursión de una nueva especie invasora en la isla, durante el presente año, representó una alarma que hizo detonar un protocolo de acción en materia de “Bioseguridad Insular”, el cual se implementa en muchas de las islas del mundo, y la isla Natividad no es la excepción.
En cualquier isla, cuando se tienen sospechas de la introducción de alguna especie invasora, lo primero que debe hacerse es confirmar su presencia. Para ello, los dos biólogos que se encontraban en isla Natividad, colocaron diferentes tipos de trampas para comprobar la presencia del posible polizón. Después de una semana de monitoreo, por fin se logró observar en una cámara trampa, de manera parcial, lo que efectivamente parecía ser una rata. Fue sólo hasta después de dos meses de intensos esfuerzos (que incluían revisar trampas hasta cuatro veces por noche) cuando, al analizar el material de las cámaras trampa instaladas, se confirmó con certeza que se trataba de una rata negra y que era un macho, lo que fue un alivio ─parcial─ para los biólogos porque no implicaba la posibilidad de que el polizón fuera un hembra preñada.
Ya seguros de la incursión, lo más difícil era sortear un obstáculo muy complejo: para capturar a la rata había que ingeniárselas para evadir la presencia de otro roedor que se encuentra de manera natural en la isla. A diferencia de la rata invasora, este otro roedor es endémico, es decir, es originario de la isla y no existe en ningún otro lugar del mundo: el ratón de cactus (Peromyscus maniculatus dorsalis). Este pequeño e inofensivo ratón, protegido por leyes mexicanas, convirtió la búsqueda en un desafío mayor pues el método de captura para la rata debía ser inofensivo para el ratón. Esta situación llamó la atención de conservacionistas de otros países del mundo con quienes México colabora e intercambia experiencias, como Nueva Zelanda y Estados Unidos, quienes estaban expectantes del método más apropiado a seguir.
Una vez que se tuvo la evidencia inicial de la presencia de la rata en la isla, se procedió al siguiente paso: respuesta rápida. Esto implicaba actuar de manera pronta y oportuna para evitar que el individuo se estableciera en la isla. Por consiguiente, un equipo de Conservación de Islas, con ayuda de personal de la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), inició una campaña de colocación de trampas en el área donde se había observado a la rata. Además, con ayuda de la comunidad de Isla Natividad y la Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Buzos y Pescadores de la Baja California, se implementaron campañas de limpieza en el poblado. Más adelante, se amplió la zona de trampeo y se llevó un equipo K9, que es un binomio canino (hombre-perro) detector de roedores. Sin embargo, pese al gran esfuerzo realizado durante dos meses, no hubo ninguna captura. Así, otro equipo de biólogos ingresó a la isla nuevamente en septiembre. Conforme pasaron los días se fue delimitando cada vez más la zona en la que se movía la rata. Durante las siguientes semanas, el operativo se fue volviendo cada vez más frustrante pues la dificultad era cada vez mayor. Ante los retos, el equipo decidió colocar nuevos y distintos tipos de trampas para roedores e incluso se diseñaron trampas especiales. También se probó con otros tipos de cebo o atrayentes: desde cebos comerciales, tomates, embutidos, glándulas de roedores, hasta orines de rata. Finalmente, después de un gran esfuerzo de trampeo y monitoreo durante casi cinco meses, el 9 de noviembre se logró la captura de la rata utilizando una trampa más veloz y específica, conocida como T-REX, cebada ─irónicamente y como recita el saber popular─ con queso.
La de la isla Natividad es una historia de éxito pues en otras islas del mundo con situaciones de alarma semejantes, las campañas para atrapar al polizón han durado como mínimo diez meses, con los gastos y esfuerzo que ello conlleva. Pero la historia no termina ahí, puesto que para confirmar que el individuo capturado era el único y no hubiera alguna otra rata, después de la captura se continuó con el monitoreo. Semanas más tarde, mediante métodos estadísticos se confirmó la ausencia de ratas en Natividad. Así, gracias al aviso oportuno por parte de la comunidad de Isla Natividad, la buena colaboración con la cooperativa pesquera Buzos y Pescadores de la Baja California y de las instituciones gubernamentales como CONANP, la isla Natividad se encuentra nuevamente libre de rata negra y puede seguir siendo el singular hábitat de reptiles, aves terrestres y acuáticas, un mamífero terrestre y mamíferos marinos, que le otorgan un lugar especial como tesoro natural entre las aguas del Pacífico mexicano. Esta tarea es continua y permanente, ya que las medidas preventivas de bioseguridad insular deben mantenerse siempre. Afortunadamente, la comunidad de la isla Natividad está involucrada y comprometida con la conservación de su hogar y de las especies que ahí habitan.
Fuente: islas.org.mx