Para nosotros una gota de lluvia es poco más que una pequeña molestia. Para una mariposa es el equivalente a recibir el impacto de una bola de bolos líquida. ¿Cómo logran las mariposas sobrevivir a semejante golpe? Un nuevo estudio ha descubierto la clave. Sus alas están protegidas por un blindaje diseñado para romper el agua.
Un equipo de científicos ha estado analizando cómo impactan las gotas de agua sobre todo tipo de superficies mediante cámaras de alta velocidad. El estudio lleva por título “How a Raindrop Gets Shattered on Biological Surfaces” y acaba de piublicarse en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences. Sus resultados no solo son fascinantes a nivel biológico. Además abren la puerta a una nueva forma de diseñar materiales para hacerlos más resistentes al agua y a los impactos.
No es la primera vez que la ciencia constata las espectaculares cualidades hidrofóbicas de las alas o caparazones de algunos insectos, pero Sunghwan Jung y sus colegas estaba especialmente interesados en averiguar no ya como repele el agua o no una superficie, sino como hace para sobrevivir al impacto de una masa de agua que cae a diez metros por segundo. “Recibir el impacto de una gota de agua es una de las situaciones más peligrosas para un animal tan pequeño. El impacto sobre una mariposa es el equivalente al impacto de una bola de bolos sobre una persona”, explica Jung.
Para su estudio, dejaron caer gotas de agua desde una altura de dos metros sobre mariposas y grabaron el impacto mediante cámaras de alta velocidad. Lo que descubrieron es que la gota de agua no solo resbala sobre el ala. Además se rompe en cientos de gotas más pequeñas al impactar, lo que distribuye la fuerza del impacto y ayuda a que el agua rebote en apenas unas décimas de segundo. El secreto para romper el agua de esta forma es una cubierta de bultos como espinas a escala nanométrica. Estas espinas rompen la tensión superficial del agua y la separan en gotas más pequeñas. Después, una cubierta de cera reduce el contacto del líquido con la superficie en un 70%.
Este efecto es clave porque el agua no solo golpea el ala de la mariposa, también puede reducir su temperatura corporal rápidamente si se queda ahí mucho tiempo. Si las alas de la mariposa se enfrían demasiado, los músculos que las mueven no retienen el suficiente calor como para funcionar bien y la capacidad de vuelo de la mariposa se ve seriamente comprometida.
Jung y sus colegas pretenden usar esta información para desarrollar nuevos tipos de materiales con micro estructuras que imiten las de las alas de la mariposa. La utilidad de estos materiales abarca campos tan diversos como la aeronáutica o la confección de ropa repelente al agua más eficaz.
Fuente: es.gizmodo.com