Las flores pueden parecernos un «adorno» de los vegetales que las poseen, con menor importancia que otras partes de la planta, como hojas, tallos y raíces, pero en realidad son igual de importantes que esas otras partes, ya que contienen las claves para la supervivencia de las plantas con flores. De hecho, el éxito reproductor de cada planta de ese tipo depende de manera crítica del momento preciso en que florezca en primavera.
El momento del florecimiento encierra un curioso fenómeno. Dado que las plantas solo florecen después de un cierto número de días de estar expuestas a un tiempo frío, eso indica que las plantas recuerdan bien cuántos días han transcurrido desde el inicio del invierno con su clima frío.
Cómo lo hacen exactamente, sin poseer un cerebro o sistema nervioso central, es un misterio para el cual durante mucho tiempo no ha habido ninguna explicación convincente y detallada.
En un estudio reciente, el equipo de la investigadora Karissa Sanbonmatsu, del Laboratorio Nacional estadounidense de Los Álamos, ha obtenido nuevos y reveladores datos sobre los “recuerdos» de las plantas.
Un tramo especial de ácido ribonucleico (ARN) llamado COOLAIR está revelando su estructura interna y su función a los científicos, mostrando un parecido asombroso con una máquina molecular de ARN, una funcionalidad que anteriormente se entendía estaba limitada a la fábrica de proteínas de las células (el ribosoma), estando fuera del alcance de meras hebras de ARN.
El COOLAIR controla el momento de la floración de las plantas en primavera, en el sentido de que nota cuánto hace que la planta ha sido expuesta al frío. Cuando estos ARNs son silenciados o retirados, las plantas simplemente no florecen.
Ahora se cree que COOLAIR es una pieza clave en el rompecabezas de la memoria vegetal.
Parece que COOLAIR es un represor de un represor, ayudando a controlar los sensores internos que le dicen a la planta que es la hora de dejar de reprimir el proceso de floración, al estimar que ha transcurrido suficiente tiempo para que la primavera esté a punto de ofrecer las condiciones idóneas para un nuevo ciclo. El primer represor es una proteína llamada FLC (por sus siglas en inglés de “Flowering Locus C”). Este represor o inhibidor desactiva la floración en otoño e invierno. COOLAIR, a su vez, reprime a FLC, permitiendo que se lleve a cabo la floración pero solo después de varias semanas de exposición a temperaturas frías.
Fuente: noticiasdelaciencia.com