Un estudio del Instituto Max Planck reveló que los guacamayos garganta azul pueden aprender conductas observando a otros, sin recibir instrucción directa. Una habilidad hasta ahora considerada exclusiva de los humanos. El hallazgo abre un nuevo capítulo sobre la transmisión social y cultural en aves de alta inteligencia
Durante años, la imitación de terceros fue vista como un rasgo estrictamente humano. Sin embargo, un experimento con guacamayos garganta azul ha demostrado lo contrario: estas aves no solo imitan, sino que lo hacen con una eficiencia sorprendente. El descubrimiento, publicado en Scientific Reports, muestra cómo la observación directa de sus congéneres permite a los loros adquirir nuevas conductas, desafiando las fronteras entre inteligencia animal y humana.
El experimento que lo cambió todo
El equipo dirigido por Esha Haldar, del Max-Planck-Institute for Biological Intelligence, puso a prueba a dos grupos de guacamayos. A uno se le mostraba cómo otro ave respondía a cinco gestos humanos —esponjar plumas, girar el cuerpo, vocalizar, levantar una pata y batir las alas—. El otro grupo solo veía la señal, sin demostración previa.
La diferencia fue contundente: el grupo que observó aprendió más de 4 conductas de media, mientras que el grupo control apenas superó 2. La acción más difícil resultó “batir las alas”, lograda por la mitad de los observadores pero por ninguno del grupo sin modelo.
Aprender mirando
Los investigadores comprobaron que las conductas objetivo tenían muy baja probabilidad de ocurrir de manera natural. Por ejemplo, “levantar la pata” nunca apareció en condiciones normales. Además, los guacamayos del grupo observador comenzaron a ejecutar algunas acciones incluso antes de recibir recompensas, lo que reforzó la hipótesis de un aprendizaje genuino por observación y no simple imitación automática.
Cultura en el aire
Los guacamayos garganta azul viven en sociedades de tipo fusión-fisión, con grupos cambiantes que requieren integración rápida. La posibilidad de aprender por observación favorecería la cohesión y permitiría la transmisión de convenciones culturales. Los autores destacan que estas capacidades podrían dar lugar a “movimientos coordinados o gestos convencionales” en la especie, un antecedente de lo que en humanos llamamos cultura.
Implicaciones más allá de las aves
El estudio descarta que las aves copien solo el objetivo final de la acción: la mayoría de los gestos no tenían un fin concreto. Según los autores, la imitación de terceros es “la explicación más parsimoniosa” y abre una vía inédita para explorar cómo evoluciona la transmisión social en animales inteligentes.
Este hallazgo sugiere que la frontera entre aprendizaje animal y humano es más difusa de lo que pensamos. Comprender cómo especies como los guacamayos aprenden en grupo no solo nos revela su sofisticación cognitiva, sino que también ofrece pistas sobre el origen evolutivo de nuestra propia capacidad cultural.
Fuente: es.gizmodo.com