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Dos especies, una sola madre. El experimento evolutivo que la biología no esperaba encontrar bajo tierra

Los científicos excavan nidos de hormigas y hallan algo que desafía la lógica: una reina capaz de producir descendencia de dos especies distintas. Un proceso oculto durante millones de años que hoy obliga a repensar las fronteras entre cooperación, parasitismo y supervivencia

En la vida subterránea de las hormigas, donde la cooperación y la especialización han dado forma a sociedades tan eficaces como invisibles, se esconde un enigma evolutivo que acaba de salir a la luz. Una investigación publicada en Nature describe un caso único de clonación entre especies que no solo cuestiona la definición de “especie”, sino que también revela hasta qué punto la naturaleza puede reinventarse para sobrevivir.

Un hallazgo que desconcierta a la ciencia

El estudio, dirigido por Jonathan Romiguier en la Universidad de Montpellier, identificó en colonias de Messor ibericus un patrón genético imposible de explicar con la biología clásica. Al analizar a las obreras, los científicos descubrieron ADN mezclado de dos especies diferentes, incluso en regiones donde solo vivía una de ellas. La pregunta era inmediata: ¿cómo podía una reina reproducirse con machos de otra especie si estos ni siquiera estaban presentes?

Machos nacidos de otra especie

Tras excavar más de 50 nidos y estudiar 132 individuos, la sorpresa fue mayor. Algunas reinas de Messor ibericus producían machos peludos, propios de su especie, y otros lampiños, idénticos a Messor structor. La genética resolvió el misterio: todos compartían el ADN mitocondrial de la madre. Eran, en esencia, machos clónicos de otra especie, gestados dentro del cuerpo de una reina ajena.

Xenoparidad: un concepto nuevo en biología

Los investigadores acuñaron el término xenoparidad, que significa literalmente “dar a luz a lo ajeno”. La reina utiliza el esperma almacenado en su espermateca no para fecundar, sino para borrar su propio ADN y replicar únicamente el de los machos de Messor structor. Así, crea las piezas exactas que necesita: individuos capaces de asegurar que las obreras, esenciales para la colonia, puedan nacer.

Una dependencia peligrosa

Este sistema, explica Muy Interesante, convierte a ambas especies en inseparables. Las reinas de Messor ibericus no pueden generar obreras sin los genes de Messor structor, y los machos clonados ya no encuentran su lugar en colonias propias: solo existen dentro de la otra especie. La estrategia, aunque eficaz, encierra un riesgo. Al no haber recombinación genética, los machos clonados acumulan mutaciones que podrían amenazar la estabilidad del sistema a largo plazo.

El límite de lo que llamamos “especie”

El hallazgo plantea preguntas incómodas: si una madre puede fabricar hijos de otra especie, ¿sigue teniendo sentido hablar de especies separadas? La biología, una vez más, demuestra que sus leyes no son absolutas. En un rincón oculto del Mediterráneo, una hormiga reina encontró una forma de burlar millones de años de evolución y reescribir, al menos en su nido, las reglas de la vida.

Fuente: es.gizmodo.com

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