Un estudio realizado por científicos argentinos y brasileños detectó microplásticos en heces de focas en la Antártida, confirmando la creciente contaminación
La contaminación por plásticos, un problema global que no conoce fronteras, ha alcanzado incluso los rincones más remotos del planeta, como la Antártida.
Un reciente estudio liderado por científicos del Conicet y la Universidad Federal de Río Grande (Brasil) ha revelado la presencia de microplásticos y otros residuos generados por el ser humano en heces de focas, uno de los depredadores tope en la cadena alimentaria de la región antártica.
Este es el primer estudio que analiza la presencia de microplásticos en focas de la península antártica.
Anteriormente, ya se habían encontrado microplásticos en krill y pingüinos, lo que impulsó a los investigadores a explorar cómo estos contaminantes están afectando a otros animales en uno de los territorios menos poblados del planeta.
Julieta Cebuhar, autora principal del estudio y candidata a doctorado en Oceanografía Biológica en la Universidad Federal de Río Grande, explicó que «este es el primer estudio realizado en focas en la región de la península antártica. Otros trabajos, en krill y en pingüinos, nos motivaron a avanzar en esta investigación».
El estudio fue llevado a cabo en colaboración con el Instituto Antártico Argentino (IAA) y el Centro de Química Inorgánica (Cequinor), ambos dependientes del Conicet.
Contaminación Plástica en Aumento
Cebuhar señaló que la situación con los plásticos a nivel global es alarmante, con dos tercios de los 430 millones de toneladas producidas anualmente terminando en la basura, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Este dato generó interrogantes sobre la presencia de microplásticos y otros agentes antrópicos en la Antártida.
Una de las preguntas clave que surgieron es cómo llegan los plásticos a uno de los lugares más aislados del mundo.
Al respecto, Cebuhar indicó: «Los plásticos, hoy por hoy, llegan a todas las regiones. En la península antártica se concentran casi todas las bases científicas y es la región más transitada por los barcos de turismo y pesqueros».
Añadió que los plásticos también podrían ser transportados por corrientes atmosféricas y oceánicas.
Durante el trabajo de campo, los investigadores tomaron muestras con extremo cuidado para evitar contaminar los datos y sobreestimar la concentración de microplásticos en las heces de las focas. Sin embargo, los resultados fueron concluyentes: el 100% de las muestras contenían residuos generados por el ser humano.
Microplásticos y la Cadena Trófica
Este estudio se suma a investigaciones previas que detectaron microplásticos en krill y pingüinos, lo que sugiere que los microplásticos están siendo transferidos a lo largo de la cadena alimentaria en la región antártica.
Las focas, al encontrarse en la cúspide de esta cadena, están expuestas a estos contaminantes a través de la transferencia trófica.
Cebuhar explicó que «el microplástico pudo haber sido transferido a lo largo de la cadena trófica, donde los microplásticos son transferidos desde las presas hasta los predadores. Por ejemplo, el krill puede haber ingerido un microplástico, que es a su vez comido por algún pez y de este último la foca se alimenta». Además, no se descarta la ingestión directa accidental de plásticos que flotan en el océano.
Estos hallazgos no solo destacan la omnipresencia de los microplásticos, sino que también abren nuevas puertas para futuras investigaciones sobre el impacto de estos contaminantes en los ecosistemas más remotos y frágiles del planeta.
Fuente: lu17.com