Autoamputarse la cola para distraer a los depredadores y huir es un mecanismo de defensa que emplean las lagartijas cuando se sienten amenazadas. El análisis de 818 lagartijas azules (Cnemidophorus lemniscatus) evidenció que los machos crecieron más lentamente.
La lagartija azul se distribuye desde el norte de Guatemala hasta el norte de Brasil, suele vivir entre los 100 y 400 metros de altitud, y es un reptil que presenta dimorfismo sexual, lo que quiere decir que machos y hembras son de fisonomía distinta. La coloración azul verdosa se da en machos, que además son más grandes; las hembras son cafés con líneas amarillas, y más pequeñas.
Un estudio de poblaciones de este tipo de reptiles realizado en Colombia concluyó que la tasa de crecimiento de hembras fue de 0,0122 milímetros al día, y la de machos de 0,093. El 45 por ciento de ellos había perdido la cola.
La estudiante Orly Marcela Vargas Pérez, de la Maestría en Bosques y Conservación Ambiental de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Medellín, explica que el crecimiento se limita porque las lagartijas “gastan mayor energía en recuperar el tejido perdido”.
El hallazgo es importante si se tiene en cuenta que, debido al tamaño, los machos tienen mayor acceso a las hembras, y también les sirve para defender su territorio.
Por eso la información obtenida en la investigación es útil para realizar planes de conservación porque, según la autora de la tesis, permite analizar la dinámica de la población, es decir cómo se desarrolla al pasar el tiempo y qué factores del hábitat influyen en ella.
El estudio confirmó que el dimorfismo sexual en la especie también se da por tamaño, ya que el crecimiento promedio de los 398 machos estudiados en Montería llegó a los 85,75 milímetros y 72,29 en 219 hembras, mientras que en San Jerónimo los machos midieron cerca de 62,45 milímetros y las hembras 55,01.
Para identificar los cambios se midió el tamaño y se tomó el peso de cada ejemplar; después se realizó un seguimiento durante un año a los individuos de San Jerónimo y a los de Montería, durante tres años.
Las diferencias de crecimiento de los reptiles están influenciadas por aspectos como precipitación y temperatura. “Esta última variable es mayor en Montería, donde crecen más las lagartijas azules, lo que también está asociado con las horas de sol”, afirma la estudiante de maestría.
Así mismo asegura que “durante el estudio la temperatura promedio en San Jerónimo fue de 26 °C y en Montería de 28 °C, pues allí el sol sale más rápido: desde las seis de la mañana. Las horas de sol también tienen que ver con los resultados, ya que las lagartijas azules regulan su temperatura a partir de la ambiental”.
En general se conoce poco acerca de la demografía de lagartijas azules y de su adaptación a ambientes específicos. En ese sentido, el estudio pretendió comprender la diversidad de ciclos de vida que se observan en ella, por lo que es importante indagar por factores ambientales que promueven características asociadas con la supervivencia.
De esta manera, se estimaron las tasas de supervivencia para cada categoría de edad y sexo mediante el análisis en el programa informático Mark. También se estableció que la variabilidad entre individuos de las zonas estudiadas se puede atribuir a que la lagartija azul es una especie que habita en áreas abiertas y con alta intervención antrópica, por lo que puede estar expuesta a altas presiones de depredación.
Fuente: noticiasdelaciencia.com