Aunque la literatura científica ha podido identificar neuronas que ayudan a un organismo a descifrar su propia ubicación espacial, sorprendentemente se sabe muy poco acerca de cómo se representan en el cerebro las posiciones de los congéneres. Ahora, un nuevo estudio publicado en Science ha identificado un subconjunto de neuronas en el hipocampo de murciélagos que codifican específicamente la posición espacial de otros de la misma especie.
Para los animales sociales, conocer la ubicación de otros individuos es fundamental para las interacciones, el aprendizaje observacional y la navegación grupal. En un estudio con murciélagos, investigadores del Instituto Weizmann de Ciencias (Israel) diseñaron un experimento en el que un murciélago observó a otro volar sobre una de las dos bolas de aterrizaje empleadas en el experimento.
Después de unos instantes, el murciélago observador tuvo que coincidir con la misma trayectoria para recibir una recompensa. Mientras los animales realizaban esta tarea, los investigadores registraron la actividad de más de 350 neuronas en el hipocampo. Se hicieron experimentos similares cuando un objeto inanimado, sustituyendo al murciélago demostrador, se movió a una de las bolas de aterrizaje para indicar el rumbo correcto al murciélago observador.
Al comparar las diferencias en la actividad neuronal entre los dos sitios de aterrizaje diferentes, así como los murciélagos vivos frente a los objetos inanimados, los autores fueron capaces de identificar un subconjunto de células en el murciélago observador que codifica específicamente la ubicación espacial del murciélago demostrador. Así, detectaron una serie de diferencias entre la representación neuronal de otro murciélago en comparación con los objetos inanimados. Por ejemplo, las neuronas tienden a exhibir una mayor «resolución espacial» cuando codifican el espacio de un murciélago en comparación con un objeto.
Las ratas funcionan igual
En un segundo estudio, publicado en la misma revista, científicos del Instituto Riken del Cerebro, en Saitama (Japón) diseñaron un experimento en el que, en un laberinto, una pedía a una rata que fuera hacia la izquierda o hacia la derecha para conseguir una recompensa en función de la ubicación de una segunda rata. Este equipo llegó a conclusiones similares. Se entrenó al animal en dos escenarios diferentes, recibiendo una recompensa cuando iba al mismo lado del laberinto donde residía la otra rata, o recibiendo una cuando iba al lado opuesto. Los investigadores emplearon estas diferencias de objetivos y ubicaciones espaciales para identificar neuronas en el hipocampo que codificaban específicamente la posición de la otra rata. Al igual que con las partes previamente identificadas del sistema de navegación, es probable que los fenómenos se extiendan a otros mamíferos, incluidos los humanos, según los investigadores.
Otra función de nuestro GPS interior es la ecolocalización, utilizada para la navegación y la búsqueda de alimentos en la oscuridad. Cuando un animal produce un sonido determinado, los ecos que produce le dan infomación suficiente para hacerse una idea de como es su entorno, aunque no puedan verlo. Y este no es un superpoder exclusivo de estos murciélagos o delfines: un estudio publicado en septiembre presentaba la primera descripción detallada de la ecolocalización humana, incluyendo las características acústicas y el rango espacial de los sonidos que emitimos. La investigación, realizada por investigadores de las universidades de Durham y de Birmingham (Reino Unido), se centra en tres adultos ciegos que fueron entrenados con la experiencia de la ecolocalización. Desde la edad de 15 años, los tres han utilizado esta capacidad en su vida diaria, empleando la técnica para actividades como ir de excursión, visitar ciudades desconocidas y montar en bicicleta.
Fuente: nmas1.org