La pérdida de biodiversidad es uno de los desafíos ambientales más graves de nuestro tiempo. Sin embargo, a diferencia del cambio climático, recibe menos atención mediática y política, pese a que ambas crisis están estrechamente relacionadas. Según la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), alrededor de un millón de especies animales y vegetales están en peligro de extinción, muchas de ellas en cuestión de décadas.
¿Qué es la biodiversidad y por qué importa?
La biodiversidad se refiere a la variedad de formas de vida en la Tierra: desde microorganismos invisibles hasta bosques enteros, pasando por los océanos y sus ecosistemas. No es solo un catálogo de especies, sino la red de interacciones que permite la vida tal como la conocemos.
Gracias a la biodiversidad, obtenemos:
- Aire limpio y oxígeno.
- Agua potable y su ciclo natural de purificación.
- Polinización de cultivos, clave para la seguridad alimentaria.
- Medicamentos de origen natural.
- Regulación del clima y los suelos.
En otras palabras, la biodiversidad sostiene la salud de los ecosistemas de los que depende directamente nuestra supervivencia.
Las principales causas de la pérdida de biodiversidad
El deterioro de la biodiversidad no es casual. Está impulsado principalmente por la actividad humana:
- Deforestación y cambio de uso del suelo: bosques talados para dar paso a la agricultura o a la urbanización.
- Sobreexplotación de recursos: pesca intensiva, caza furtiva y tala indiscriminada.
- Contaminación: plásticos, pesticidas, metales pesados y otros contaminantes alteran ecosistemas enteros.
- Cambio climático: modifica hábitats, acidifica los océanos y fuerza migraciones de especies.
- Especies invasoras: animales y plantas introducidos por el ser humano que desplazan a especies locales.
Consecuencias de un planeta menos diverso
La desaparición de especies no es un hecho aislado. Cada pérdida rompe el equilibrio de un ecosistema. Entre las consecuencias más preocupantes destacan:
- Crisis alimentaria: menos polinizadores significa menos cultivos y menos alimentos.
- Emergencia sanitaria: ecosistemas desequilibrados aumentan el riesgo de nuevas pandemias zoonóticas.
- Impacto económico: la degradación de los ecosistemas podría costar billones de dólares anuales.
- Desestabilización climática: menos bosques y océanos saludables reducen la capacidad del planeta de absorber CO₂.
¿Qué podemos hacer?
La solución requiere un cambio de rumbo global y local:
- Proteger al menos el 30% de la superficie terrestre y marina para 2030, como se acordó en la COP15 de biodiversidad.
- Fomentar la agricultura sostenible y reducir el desperdicio alimentario.
- Apostar por energías renovables que reduzcan la presión sobre los ecosistemas.
- Impulsar la educación ambiental y el consumo responsable.
La pérdida de biodiversidad es la crisis olvidada del siglo XXI, pero su impacto será tan devastador como el del cambio climático si no actuamos con rapidez. Proteger la biodiversidad no es solo una cuestión ecológica: es un seguro de vida para las generaciones presentes y futuras.
Fuente: noticiasdelaciencia.com