Estos invertebrados utilizan el oleaje para acercarse e iniciar el proceso de reproducción.
Los mejillones viven sobre las rocas de los acantilados, donde bate con fuerza el oleaje. Allí se amontonan en masas numerosas, ya que la proximidad entre ellos favorece la reproducción. Durante el acto, los machos vierten al mar un cordón blanquecino de espermatozoides. Una parte de ellos son arrastrados hacia el interior de la hembra, lo que provoca la liberación de los huevos. En este momento, se produce la fecundación. Luego, las larvas pasan por un período de vida planctónica y se fijan al sustrato. Hace años, era posible a personas con cuchillos y bolsas de malla buscando a este preciado fruto del mar, pero cada vez ocurre menos. La contaminación marina causada por el humano, las especies invasoras, el calentamiento global y la acidificación del mar ha incrementado notablemente la tasa de mortalidad de estos animales.
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Fuente: elpais.com