De pequeños, aprendimos que el ser humano tiene cinco sentidos: olfato, gusto, vista, oído y tacto. Pero basta una búsqueda rápida en Internet para que todo el conocimiento de la infancia nos explote en la cabeza: hay fuentes que hablan de hasta 26 sentidos. Lo cierto es que la teoría de los cinco sentidos parece pobre, todo lo que percibimos y lo que hemos sido capaces de hacer con ello, no parece que pueda depender solo de cinco órganos del cuerpo, pero la verdad es que tener tantas habilidades tampoco nos convierte en superhéroes.
Y como envidiar es de humanos (aunque no sabemos si esto está relacionado con alguno de estos desconocidos sentidos), nos encantaría tener algunas de las desarrolladas capacidades que presentan muchos animales en la naturaleza, que nos recuerdan más detenidamente a los admirables personajes de ficción de nuestros comics. ¿Magnetopercepción? ¿Visión térmica? No, no son invenciones de Marvel, los siguientes animales tienen estos sentidos. Y los usan.
Murciélago: sonar
Los murciélagos tienen mala visión, pero disfrutan de uno de los sistemas de navegación más avanzados de la naturaleza. Al igual que los delfines, pueden emitir y detectar sonidos muy agudos (ultrasonidos). Esta sofisticada tecnología llamada ecolocaclización consiste, en esencia, en gritar y recoger el eco del grito cuando choca contra algún obstáculo o presa. Científicos de las universidades de Maryland y Wake Forest (EE.UU.) han descubierto, además, que estos pequeños mamíferos tienen la facultad de usar este sentido para emitir interferencias que despisten a la competencia a la hora de buscar comida.
Ornitorrinco: electropercepción
El ornitorrinco es natural de los estados orientales de Australia y vive en arroyos y ríos. Junto al pequeño y espinoso mamífero conocido como equidna, son las únicas especies de monotremas (mamíferos ovíparos) existentes en el mundo. Aunque este animal posee una vista muy aguda, solo abren los ojos fuera del agua, así que cuando están sumergidos, dependen del tacto y de la electropercepción, que les permite detectar pequeños cambios en los campos eléctricos generados por sus presas.
Según un artículo de Nature, el ornitorrinco puede localizar y evitar los objetos basándose en la sensibilidad de alta frecuencia, lo que le permite detectar la actividad muscular de los animales que pueden ser capturados, como los crustáceos. En algunos peces, este sentido ha evolucionado hasta convertirse en un sistema activo que utiliza un órgano eléctrico para la comunicación.
Serpiente de cascabel: visión térmica
Ciertos de receptores situados en la cabeza de esta serpiente le permiten captar la radiación infrarroja que emite un animal al moverse. Investigadores de la Universidad de California en San Francisco (EE.UU.) han descubierto una explicación molecular de este sentido. Víboras, pitones y boas detectan los infrarrojos a través de un receptor, llamado TRPA1, que se activa por el calor. El estudio sugiere que la detección de infrarrojos es térmica en vez de fotoquímica como se había señalado con anterioridad.
Paloma: magnetopercepción
Las aves son capaces de navegar miles de kilómetros a exactamente el mismo lugar año tras año, gracias una especie de brújula interna: su capacidad para percibir los campos magnéticos de la Tierra, conocida como magnetorrecepción. Un equipo de científicos del Instituto Max Planck (Alemania) ha demostrado que los ojos de los perros, algunos primates y osos contienen la misma molécula que es responsable de la magnetorrecepción, conocida como criptocromo 1a, y es parte del grupo de moléculas sensibles a la luz que ayudan a las bacterias, plantas y mamíferos a regular sus ritmos circadianos .
También estaba presente en las retinas de determinados primates, incluyendo los orangutanes y algunas especies de macacos. Aunque, eso sí, el simple hecho de tener criptocromo 1a no significa necesariamente que estos animales son capaces de percibir campos magnéticos como hacen los pájaros.
Cucaracha: pelos hipersensibles
La cucaracha apareció en la Tierra hace unos 300 millones de años. Entre otros datos desagradables, su cuerpo, así como el del escorpión, está cubierto por unos pelos a través de cuales estos insectos pueden detectar los pequeños movimientos de aire provocados por su presa o por una posible amenaza. Investigadores del Instituto de Investigaciones de Princeton (EE.UU.) aseguran que esta ha sido la clave de la superviviencia de estos insectos: son capaces de huir de sus atacantes porque los perciben gracias a los pelos de sus patas. El movimiento del aire que producen las personas al avanzar hacia ellas es detectado por los sensores que disponen en el pelo de sus patas traseras, que está conectado a unas neuronas receptoras de la información que les avisan del peligro, afirman.
Fuente: N+1