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Sarampión: una historia de muchas batallas

Ángel Francisco Flores Alcantar y Erika Isabel Melchy Pérez

El Dr. Ángel Francisco Flores Alcantar es biólogo por la Facultad de Ciencias, UNAM, estudió la Maestría y Doctorado en Ciencias Bioquímicas en el Instituto de Biotecnología (IBt), UNAM. Es Técnico Académico del departamento de Medicina Molecular y Bioprocesos. Actualmente está adscrito en el laboratorio de Inmunología del IBt, UNAM. Erika Melchy Pérez, es Bióloga egresada de la BUAP y Maestra en Ciencias Bioquímicas por la UNAM. Técnico Académico Titular del Departamento de Medicina Molecular y Bioprocesos, jefe operativo de la Unidad de Citometría del Instituto de Biotecnología de la UNAM, Certificada como especialista en citometría por The American Society for Clinical Pathology, y coautora de varias publicaciones en diversas áreas de investigación.

Esta historia inicia con un cuento que le encanta a la hija de uno de los autores: un excelente libro de divulgación para las infancias llamado “¡Pablo tiene sarampión!” [1] cuya portada se ilustra en la Figura 1. Las autoras son investigadoras de renombre como la Dra. Susana López Charretón, investigadora titular de nuestra institución, quien publica un artículo sobre el tema en este número de la revista [2].

Figura 1. Portada del libro de divulgación sobre como el sarampión infecta a los niños. (Créditos a las autoras. Susana López, Selene Zárate, Martha Yocupicio y Eva Lobatán)

En el libro que protagoniza Pablo, se narra cómo nos infecta el virus, la estrategia de defensa que monta nuestro cuerpo para neutralizarlo y la importancia de asistir a las campañas de vacunación para mantener la salud. Gracias a Pablo, mi pequeña y yo hemos pasado muchas tardes hablando de los virus, las bacterias, las vacunas, el sistema inmune, los microscopios y otros cuentos. Las colegas lograron transmitir a mi pequeña de 5 años para qué sirven la inmunidad activa y ¡está orgullosa de no llorar cuando la vacunan!, ¡Hemos ganado una batalla!

Un encuentro no tan afortunado

El sarampión es una enfermedad ocasionada por un virus que mide entre 100 y 300 nanómetros (0.00001 y 0.00003 cm), su cubierta está compuesta por una membrana de lípidos y proteínas indispensables para la infección (Figura 2). En 2020, se logró secuenciar y analizar el material genético de viriones usando muestras de pacientes infectados desde el 1912 y hasta el 2018 y se demostró que mutaciones en el virus que infecta al ganado, permitió su transmisión al humano, lo que ocurrió entre los años 1,174 a. C. y 165 d. C. [3].

Figura 2. A la izquierda se observa una partícula del virus de sarampión capturada en una micrografía de microscopía electrónica (imagen tomada de: Brian WJ. Mahy). A la derecha se muestra una representación gráfica de la estructura del virus, donde se destacan el material genético o ARN, proteínas y la membrana (imagen modificada de Hernández-Muñoz y cols.,1999).

Los síntomas más frecuentes fueron documentados por primera vez en el siglo IX por el médico persa Abū Bakr Muhammad Zakariyyā Rāzī y aparecen a partir del tercer día después de la infección, siendo el típico salpullido, posteriormente aparecen la fiebre alta, tos, moqueo y lagrimeo [4]. Sin embargo, es probable que, en civilizaciones antiguas como Persia, Mesopotamia, China o Egipto, la falta de comprensión de la época con respecto a los virus no permitió la identificación de brotes infecciosos específicos de sarampión, ya los síntomas provocados son similares otras infecciones virales como la varicela o viruela.

El sarampión, ¡nos ha ganado muchas batallas!

Este virus ha generado pandemias recurrentes que, durante los últimos cuatro siglos, ha causado la muerte de millones de personas cada año en grandes ciudades como Paris y Londres. La población más susceptible han sido los niños (Figura 3). En América, la llegada de los conquistadores trajo consigo una batería de armas biológicas involuntarias, es decir, virus que incluyeron al sarampión, la viruela, la varicela y la rubeola, que infestaron poblaciones enteras facilitando el dominio y la derrota de las culturas originarias. Desde entonces, el sarampión convive con nosotros [5].

Figura 3. Pandemias de sarampión documentadas a lo largo de la historia reciente de la humanidad (compilado por autores).

La gran derrota del sarampión

Durante más de dos siglos, científicos realizaron numerosos intentos para inducir inmunidad contra este virus, sin mucho éxito, hasta 1954 cuando J.F. Enders y T.C. Peebles del Boston Chlildren´s Hospital (EE. UU.) lograron aislar una cepa de sarampión atenuada (no causa la enfermedad grave), a partir de muestras de sangre del niño David Edmonston. Por eso fue llamada “Edmonston B”. Este afortunado hallazgo sentó la base para desarrollar la vacuna, dando pie a las primeras campañas de vacunación en el año de 1960. Sin embargo, se continuó la investigación por varios años más y, en 1968, M. Hilleman desarrolló una cepa más atenuada y con menos efectos secundarios, generando una colección de vacunas que incluyen a las cepas Moraten y Schwarz que se usan en la actualidad [5]. En 2016, la OMS declaró la Región de las Américas “libre de sarampión endémico”, estatus que se perdió cuando, en 2018 y 2019, hubo miles de casos en Venezuela y Brasil, respectivamente [6].

¿Ya le ganamos al sarampión?

Lamentablemente no. Aunque de acuerdo con el sitio web de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en 35 años de vacunación masiva, se logró una reducción de casos del 95%, en años recientes, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó que en 2022 se registraron 136,216 fallecimientos, en su mayoría niños, lo que representa un aumento del 43% en comparación con el año anterior. En 2023 la incidencia personas infectadas con sarampión aumento un 79% a pesar de la efectividad de la vacuna contra este virus [7]. La enfermedad es altamente contagiosa. Quien la padece puede a su vez contagiar a más de diez personas.

En nuestro país se reportó el último caso autóctono (es decir, transmitido de forma local) en 1995. Aunque se siguen reportando casos como consecuencia de la infección del virus de fuera del país [8]. De acuerdo con un aviso de la Comisión Nacional para la Vigilancia Epidemiológica (CONAVE) hubo una disminución casi a cero de casos confirmados entre 2019 y 2023, en cambio para este año (2024) se han registrado 140 casos probables de sarampión o rubéola hasta el mes de febrero; en este comunicado, destacan la importancia de seguir los protocolos de bioseguridad de acuerdo con la Norma Oficial Mexicana NOM-017-SSA2- 2012 para la vigilancia epidemiológica, con el objetivo de contener brotes de esta enfermedad [8].

¡Sigamos ganando batallas!

Las estrategias que hemos empleado contra estos diminutos enemigos han sido la contención de brotes, campañas de vacunación y la investigación tanto básica, como aplicada para descifrar la historia biológica, química y ecológica de los virus a través de distintas disciplinas como la medicina, la biología, la química, la virología y la biotecnología para poder desarrollar tratamientos que combatan la infección, la sintomatología y las secuelas de las enfermedades que ocasionan estos virus.

En nuestro país, la principal herramienta es la vacuna contra el virus, y de acuerdo con la Asociación Mexicana de Vacunología (AMV), existen tres presentaciones de la vacuna contra el sarampión: doble viral (sarampión y rubéola, SR) triple viral (sarampión, parotiditis y rubéola, SRP) y tetra o cuádruple viral (sarampión, parotiditis, rubéola y varicela, SRPV). Las personas que ha recibido por lo menos una dosis de la vacuna tienen una eficacia de protección del 93%, con dos dosis del 97%.

Por ello es importante que desde trincheras académicas como los Institutos de investigación se continue generando conocimiento, desarrollando tratamientos, divulgando información y educando a nuestra sociedad sobre los riesgos individuales y comunales que implican las infecciones virales y los beneficios de la vacunación para mantener victorias contra los virus, incluyendo al sarampión.

Referencias

  1. López S. y Fonseca Z. (2024). ¿Debemos preocuparnos por el sarampión? Biotecnología en Movimiento. 10 (37).
  2. López Susana, Selene Zárate y Martha Yocupicio (2017). Pablo tiene Sarampión. (Ilustraciones: Eva Lobatón). Conacyt, Red Mexicana de Virología. ibt.unam.mx/documentos/general/f7177163c833dff4b38fc8d2872f1ec6.pdf
  3. Centers for Disease Control and Prevention (CDC). Measles (Rubeola). 2020. cdc.gov/measles/about/index.html
  4. Ariane Düx et al. Measles virus and rinderpest virus divergence dated to the sixth century BCE.Science368,1367- 1e370(2020). DOI: 10.1126/science.aba9411
  5. Mandujano, A., Camarillo, L., & Mandujano, M. (2003). Historia de las epidemias en el México antiguo. Algunos aspectos biológicos y sociales. Casa del Tiempo, 5, 9-21.
  6. Comité Asesor de Vacunas (2024). Apuntes sobre el Sarampión. vacunasaep.org/profesionales/noticias/sarampion-epidemiologia
  7. Santillán María Luisa. 2024. El sarampión enciende alerta sanitaria. Ciencia UNAM-DGDC. ciencia.unam.mx/leer/1483/el-sarampion-enciende-la-alerta-sanitaria-
  8. Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica. (8 de febrero de 2024). Aviso Epidemiológico: Incremento de casos sarampión en las Américas. Gobierno de México. search.app.goo.gl/iU3y5Bw

Lecturas recomendadas

  1. Asociación Española de Pediatría (28 de septiembre de 2023). Apuntes de epidemiología del sarampión. Vacunas AEP. vacunasaep.org/profesionales/noticias/sarampion-epidemiologia
  2. Organización Panamericana de la salud. (2024). OPS actualiza a profesionales de la salud ante aumento de casos de sarampión. paho.org/es/noticias/21-3-2024-ops-actualiza-profesionales-salud-ante-aumento-casos-sarampion

Fuente: biotecmov.ibt.unam.mx

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