En este artículo hablaremos brevemente sobre cómo puedes ayudar a tus hijos a promover su salud mental a edades tempranas.
Salud mental en la infancia
Empecemos por comentar que la mayoría de los trastornos mentales severos comienza durante la niñez y la adolescencia (Organización Panamericana de la Salud, 2010). Datos recientes demuestran que antes de los 5 años se presenta una mayor incidencia en trastornos de conducta, entre los 6 y 11 años, el trastorno por déficit de atención (TDAH) es uno de los principales problemas, de los 12 a los 18 años, los problemas que prevalecen son los de conducta y ansiedad (Navarro-Pardo, 2012).
Cuando hablamos de salud mental en la infancia, nos referimos a que los niños puedan tener relaciones interpersonales saludables, que puedan expresar sus emociones y que interactúen con las personas; sin embargo, en nuestro país 6 de cada 10 niñas, niños y adolescentes entre 1 y 14 años han experimentado algún método violento de disciplina infantil en sus hogares y 1 de cada 15 ha recibido alguna forma de castigo físico severo (jalones de orejas, bofetadas, manotazos o golpes fuertes) como método de disciplina, lo cual no propicia un buen entorno de desarrollo (UNICEF, 2017).
Desde que nacemos, e incluso en el vientre materno, estamos en interacción con el medio que nos rodea, y es desde este momento en el que los padres deben estar atentos al desarrollo de sus hijos; por ejemplo, los recién nacidos prefieren la cara, la voz, el toque, e incluso el olor de la persona que le cuida, casi siempre es la mamá. Conforme pasan los meses, el bebé mira a la gente y observa sus caras, se sobresalta cuando oye ruidos altos, reconoce caras y/o voces y sonríe y puede expresar alegría y tristeza. El conocer el desarrollo emocional de nuestros hijos ayuda a saber de qué manera podemos fortalecer y apoyar su desarrollo, y al mismo tiempo, trabajar para prevenir situaciones problemáticas futuras.
Por ello, te compartimos la siguiente tabla en la que se presentan algunos puntos del desarrollo emocional de los niños.
Como padres tenemos una gran labor para vigilar y cuidar su desarrollo no solo físico sino también mental, para ello podemos realizar pequeñas actividades que se vinculen con sus emociones y desarrollen estrategias que los ayude a responder ante ellas.
¿Qué son las habilidades socioemocionales?
El desarrollo de las emociones se produce desde el momento del nacimiento, entender nuestras emociones nos permite conocernos a nosotros mismos y a los demás. Las emociones comunican algo, el reto es aprender a identificar el mensaje y actuar en consecuencia. Por eso es importante enseñar a los niños y jóvenes que las habilidades socioemocionales son herramientas para la vida que nos permiten enfrentar nuestras ideas y sentimientos, reconocer y manejar nuestras emociones, ser empáticos con otras personas, mantener relaciones positivas y tomar decisiones responsables que promuevan nuestro cuidado y el de los demás (SEMS, 2014).
Existe evidencia que indica que las mejores etapas para aprender y desarrollar habilidades socioemocionales son la infancia y adolescencia; sin embargo, también los adultos podemos fortalecerlas.
Sigue las siguientes recomendaciones para ayudar a los niños y jóvenes a desarrollar habilidades socioemocionales:
- Hablar de las diferentes emociones que pueden experimentar y enseñarles que toda emoción es válida y viene acompañada de pensamientos, conductas y sensaciones físicas.
- Como padre de familia o cuidador, eres el mejor ejemplo, por lo tanto, enséñales que puedes manejar aquéllas emociones que parecen desbordarse; un pequeño tip es que expliques que las emociones se pueden regular con la analogía del termómetro de las emociones.
- Valida sus emociones: “Está bien que te sientas triste porque te caíste” en lugar de “deja de llorar, no te pasó nada”.
- Permítele expresar afecto hacia los demás, sin juzgarlo ni etiquetarlo.
- Explícale que es mejor no tomar decisiones importantes cuando se está experimentando una emoción intensa, pues podría tomar una decisión muy precipitada.
- Enséñale que a la hora de comunicarse debe cuidar su tono de voz, su postura, su mirada para que pueda hacerlo de manera clara y directa contigo, con sus compañeros y maestros en la escuela y con todos sus familiares.
- Busca cuentos y otros materiales de aprendizaje que aborden el desarrollo de habilidades socioemocionales.
Ser conscientes del papel tan importante que tiene la familia para educar con amor, respeto, empatía, demostración de las emociones e independencia, es fundamental para tener una sociedad emocionalmente sana.
2 ¿Qué es crianza positiva?: habilidades para padres, madres y otros cuidadores
El desarrollo de habilidades socioemocionales y salud mental de nuestros hijos está vinculado a poner en acción diferentes estrategias que promuevan un estilo de crianza más eficaz. Sabemos que cumplir con el rol parental no es nada fácil, se requiere de un despliegue enorme de energía, implementar reglas y límites en casa, tener un gran compromiso con los hijos y estar siempre atentos a sus necesidades, todo ello con mucho amor y respeto.
Muchas veces tratamos de educar como fuimos educados porque es lo que aprendimos; sin embargo, a veces no es el método más eficaz. Existen distintos estilos de crianza y cada uno tiene consecuencias en el desarrollo psicosocial, cognitivo y emocional de los niños y niñas, en su presente y futuro. Parte de lo que se ha visto, es que los cuidadores solemos transitar por la mayoría de ellos; aunque nuestro estilo puede estar más cargado hacia un extremo, quizá lo importante sería tratar de ubicar ese extremo y moverse hacia algo más balanceado.
La crianza positiva o parentalidad positiva se centra en el buen trato y en conocer las necesidades de los hijos, sin recurrir a ningún tipo de violencia, utilizando a su vez un estilo democrático. Se ha definido la crianza positiva como el comportamiento de los padres hacia los niños que se dirige a cuidarlos, a desarrollar sus capacidades sin violencia, y ofrece reconocimiento y orientación que incluyen el establecimiento de límites y permite el pleno desarrollo del niño; a través del respeto hacia sus necesidades, el fortalecimiento de vínculos afectivos seguros y la resolución de conflictos de forma no violenta (Save the Children, 2013).
La crianza positiva surge como una alternativa al castigo violento para formar niñas y niños emocionalmente más sanos, autónomos y que aprendan que los conflictos se pueden resolver a través del diálogo. Estas estrategias fortalecen a los padres y madres en su función. Y bien, ¿cuáles son las estrategias o herramientas en las que se basa la crianza positiva? Aunque estas las abordaremos más a profundidad en la segunda parte de este artículo, debido a la extensión e importancia de estas, mencionaremos las habilidades y una breve descripción, basados en el programa aplicado en México llamado “Criando con Amor Promoviendo Armonía y Superación en México” (CAPAS-MX) (Amador, Guillén, Sánchez, Domenech & Baummann, 2012).
Disciplina: Establecimiento de límites y normas, que sean claras, coherentes y consistentes, acordes al desarrollo evolutivo del hijo y donde la consecuencia por no cumplirlas también se adapte a este desarrollo. Este método debe estar libre de todo elemento violento o agresivo, ya sea de forma física o psicológica. Para esto puede aplicarse el tiempo fuera, pérdida de privilegios o darle un quehacer adicional. Poner límites es ante todo una muestra de amor y responsabilidad hacia nuestros hijos. Debemos recordar en todo momento que el elemento fundamental de la disciplina es enseñanza.
Supervisión: Es la herramienta que permite a los padres dar seguimiento a las actividades de sus hijos tanto fuera como dentro de casa. Es decir, conocer sus amigos, maestros, asistir a las juntas, saber a dónde y con quienes sale, horarios de llegada, estar al pendiente de su uso de redes sociales, qué tipo de videojuegos utiliza, la realización de tareas escolares, entre muchos otros. La función principal de la supervisión, sin duda, es asegurar la integridad del niño.
Resolución de problemas: Es la búsqueda de soluciones a situaciones que requieren llegar a un acuerdo. Está basada en mejoras en las habilidades de comunicación, la escucha activa y empática, todos los miembros incluso los más pequeños participan en la búsqueda de soluciones.
Buenas instrucciones: Es una herramienta que pueden utilizar los padres para transmitir mensajes claros, breves y concisos a los hijos para promover la cooperación, tanto para la participación en alguna tarea del hogar como en sus responsabilidades escolares.
Desarrollo de nuevas habilidades: Basado en el aliento, es decir, dar estímulos y halagos a los logros de los hijos, por pequeños que estos sean, para seguir promoviendo que ocurran y mejoren sus habilidades. También es fijarse en las conductas positivas que realiza el niño, estimulando así la confianza en sus capacidades. Incluso cuando cumple con una tarea del hogar, es importante agradecer y reconocer su colaboración para promover estas acciones.
Manejo de emociones: Este es principalmente para el manejo de emociones tanto de los niños como de los padres, donde a través de la identificación de señales físicas o mentales, puedan identificar cómo se sienten (estresados, frustrados o molestos) para poder tranquilizarse en la interacción y no caer en acciones violentas, o bien, para lograr ser más empáticos con las emociones de los otros.
Pues bien, en nuestra siguiente entrega platicaremos más de estos puntos, junto con otros elementos importantes para mejorar la relación padres-hijos y tener un mejor estilo de crianza.
Referencias:
Amador-Buenabad, N.G., Guillén-Ochoa, S.G., Sánchez-Moreno, D., Domenech-Rodríguez, M., & Baumann, A. (2012). CAPAS-Mx: Criando con Amor Promoviendo Armonía y Superación en México. [Manual para Madres, Padres y Otros cuidadores]. Distrito Federal, México: Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, INPRFM.
González, R. (2013). Queriendo se entiende la familia. Guía de intervención sobre parentalidad positiva para profesionales. España: Save the Children.
Minnesota Association for Children’s Mental Health (s/f). Minnesota Association for Children’s Mental Health. Recuperado de https://www.macmh.org/wp-content/uploads/2010/06/ecfactspanfull.pdf
Navarro-Pardo, E. et al. (2012). Desarrollo infantil y adolescente: trastornos mentales más frecuentes en función de la edad y el género. Psicothema, 24 (3) pp. 377-383
Organización Panamericana de la Salud (2009). Organización Panamericana de la Salud Epidemiología de los trastornos mentales en América Latina y el Caribe. Recuperado de http://iris.paho.org/xmlui/bitstream/handle/123456789/740/9789275316320.pdfUNICEF
Subsecretaría de Educación Media Superior (SEMS). (2014). Manual para el desarrollo de habilidades socioemocionales en planteles de educación media superior. México: SEP.
UNICEF (2017).Informe anual. México 2017 recuperado de https://www.unicef.org.mx/Informe2017/Informe-Anual-2017.pdf
Proyecto de la Unidad de Encuestas y Análisis de Datos del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (Marycarmen Bustos, Nancy Amador, Raquel Mondragón, Vianey Cañas, Esbehidy Resendiz, Itzia Soto , Guadalupe Gutiérrez y Jorge Villatoro).