Jesús Antonio del Río Portilla
Al estar preparando una plática quedé muy sorprendido por encontrar la situación de pobreza extrema que estamos padeciendo en México. De acuerdo con los datos que se pueden acceder en el portal del Banco Mundial, en nuestro país hay más del 50% de la población por debajo de la línea de pobreza. Mi sorpresa fue mayúscula cuando comparé esta proporción en otros países, por ejemplo Brasil reporta menos del 10% de su población en esta deprimente situación, Perú menos del 25% y Venezuela menos del 40%. Realmente esto es lacerante y más cuando sabemos que nuestro país está dentro de los 20 países con mejor economía. La economía de nuestro país es casi el 2% de la economía del mundo, claramente por arriba de Perú y Venezuela.
Durante el final del siglo pasado y la primera década del presente gozamos de ventas petroleras sin comparación en el resto de la historia de nuestro país. Sin embargo, el uso indiscriminado de los combustibles fósiles ha provocado el deterioro ambiental (efecto invernadero, acidificación de los océanos, aumento del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos extremos, liberación del metano atrapado en el permafrost y en los hidratos de aguas profundas, etcétera) y la concentración de la riqueza en unos cuantos y esa riqueza nunca llegó a la mayor parte de la población.
Desde mi punto de vista, esta es la razón por la que estamos viviendo situaciones tan graves de inseguridad. En este mismo tenor, este fin de semana escuchaba a la Coneval comentar que el salario mínimo debería ser de poco más de dos mil 800 pesos por persona al mes, es decir, una familia de cuatro personas para no ser considerada en situación de pobreza debería tener ingresos superiores a 11 mil pesos al mes, situación que más de la mitad de la población mexicana no tiene.
Con estos datos participé, el martes de la semana pasada, en el Foro sobre Energías Sustentables organizado por la UNAM para discutir problemas torales que enfrenta nuestro país. Aunque los datos son apabullantes y dejan poco para intentar proponer acciones o estrategias para el uso de energías sustentables en nuestro país, me propuse ser optimista y ofrecer alternativas. Por supuesto, que busqué noticias que levantaran el ánimo y encontré varias, aquí presento sólo tres:
El día 25 de marzo de este año la demanda de electricidad en Gran Bretaña fue menor en el día que en la noche, gracias a paneles fotovoltaicos en los techos que se han instalado en ese país. En abril de este año se inauguró en Zacatecas la primera planta deshidratadora solar de chiles en Latinoamérica con tecnología mexicana y productos mexicanos, el IER-UNAM coordinó los esfuerzos para ello. La segunda subasta eléctrica en nuestro país mostró que el precio de la electricidad solar en México es más bajo que la electricidad generada con ciclo combinado (gas natural). Quizá sea importante mencionar que las fuentes renovables de energía son aquellas que se pueden utilizar a una tasa menor de la que se renuevan, por ejemplo: Energía solar, (fotovoltaica o fototérmica), Energía eólica, Energía geotérmica (con adecuada explotación), Biocombustibles (con adecuada explotación), Energía océanica. Por supuesto que la cogeneración eficiente basada en gas natural no lo es y tampoco la nuclear.
Estas noticias indican que algunas acciones podemos promover.
Antes tengo que reconocer que en estos momentos no existe una fuente de energía capaz de sustituir a todos los hidrocarburos para satisfacer la demanda actual de energía. Sin embargo, hay disponibilidad de diversas combinaciones de fuentes renovables de energía en diferentes ecosistemas que empiezan a suplir a los hidrocaruburos y que podemos impulsar y usar dado que son económicamente más baratas. Para ser más precisos hace siete años la energía fotovoltaica tenía un precio cercano a los 200 USD por MW, el año pasado el precio en la subasta de electricidad en nuestro país fue de poco más de 20 USD por MW. En comparación el costo del MW usando planta de ciclo combinado (gas natural) fue de más de 35 USD por MW.
Estos datos consideran solamente la energía generada en grandes centrales, sin embargo, una de las ventajas de las fuentes renovables es que permiten la generación distribuida. Esto es lo que en algunos países de Europa están aprovechando para generar parte de la electricidad en los techos de las casas, fábricas u oficinas. Es importante mencionar que hasta hoy el sistema eléctrico mexicano estaba concebido bajo el modelo de grandes centrales de generación.
Desde mi opinión, compartida con muchas otras personas, es necesario cambiar de paradigma y aprovechar esta posibilidad de la generación distribuida con beneficios económicos, sociales y ambientales que ofrecen las fuentes renovables de energía. Con esto se pasaría de tener una responsabilidad centralizada en el ámbito de la energía a una responsabilidad compartida que permita la generación local de productos de intercambio para las personas y con ellos propiciar una real distribución de la riqueza. Debemos diseñar de políticas públicas para apropiación social del paradigma de la sustentabilidad y para generar soluciones energéticas desde las raíces de la sociedad que contemplen romper el paradigma de la centralización.
Por supuesto que enfaticen el uso de las fuentes de energía renovables y su capacidad de generación local. Para ello es importante proteger a los ciudadanos mediante normas y estándares para los productos o servicios relacionados con estas fuentes renovables. Las energías renovables se pueden considerar sustentables cuando en su diseño y uso se contemplan las cuatro dimensiones de la sustentabilidad: naturaleza, economía, sociedad y organización (institucional).
En suma el camino no es fácil, pero podemos vislumbrar soluciones construidas por y para la gente.
Fuente: Y sin embargo se mueve…