“El problema de la conciencia no es un tema restringido a los humanos, porque probablemente muchos animales tienen la capacidad de aceptar sus cargos”, sostuvo Ranier Gutiérrez
“Ninguno de nosotros vamos a poder responder en esta mesa si la inteligencia artificial desarrollará consciencia o no, es un tema que va más allá de las fronteras”, con estas palabras, Federico Bermúdez Rattoni, investigador del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, inició el conversatorio titulado Avances y retos en la neurobiología de la cognición. ¿Desarrollará la inteligencia artificial consciencia?, realizado el 12 de marzo en el Aula Mayor de El Colegio Nacional.
En la primera sesión del ciclo Universidades por la ciencia, coordinado por el colegiado Jaime Urrutia Fucugauchi, Dionisio Meade, de Fundación UNAM, y Araceli Rodríguez, del Consorcio Universidades por la Ciencia, el profesor de neurociencias explicó que el gran problema de la consciencia es que es un tema dualista, esto significa que, por un lado, la palabra se refiere a un aspecto moral utilizado por la religión; y por el otro, se trata de un concepto cognitivo usado por las neurociencias y eventualmente por la robótica.
Agregó que, por ejemplo, las definiciones típicas de consciencia es estar despierto y percibir un entorno, también puede ser conocimiento y comprensión de algo, se utiliza en el aspecto ético o moral, o incluso puede significar el conocimiento de uno mismo, lo que resulta ambiguo. “El término conciencia viene desde los tiempos de Descartes cuando dijo: ´pienso luego existo´, entonces ¿qué es primero? El mecanismo, la biología y luego la filosofía, o es la filosofía primero, porque tenemos cerebro y podemos pensar, luego existimos.
Si fuera al revés, podríamos decir que, eventualmente, la robótica puede alcanzar consciencia, si no es así, probablemente nunca va a tenerla”.
Al tomar la palabra, Luis Pineda, del Instituto de Investigaciones en matemáticas Aplicadas y en Sistemas de la UNAM, se refirió a la prueba que planteó Alan Turing, en un artículo publicado en 1950 llamado Maquinaria computacional e Inteligencia, texto considerado el origen de la inteligencia artificial. “El artículo comienza con la pregunta ¿Las máquinas pueden pensar? Lo interesante es que es la primera vez que se hace este cuestionamiento en un entorno científico y tecnológico, fuera de la ciencia ficción. Turing dijo que, por máquina, entendía a las computadoras digitales, es decir, un invento humano”.
“Turing es muy claro en que los seres humanos no somos máquinas. Interpreta el término pensar con la idea de buscar explicaciones, abducir, tomar decisiones, planear, razonar, aprender y entender, cuando entendemos somos conscientes”. De acuerdo con el psicólogo mexicano, Turing propuso El juego de imitación, que consistía en desarrollar un escenario en el que una computadora estaba disfrazada de un humano. Entonces, la computadora comenzaba a entablar una conversación con una persona, a través del lenguaje y buscaba convencerla de que era un humano, Turing planteó que la máquina lograba su objetivo, la persona tenía que atribuirle que pensaba y entendía.
“Lo que yo creo es que las máquinas no pueden tener consciencia, porque ésta necesita de un sistema nervioso suficientemente desarrollado, que no lo tienen. Pero, si nosotros no sabemos a última instancia que es la consciencia, no se la podemos dar a las máquinas, éstas no pueden ser conscientes, aunque, si descubrimos qué es la consciencia y se la compartimos a las máquinas, ya no serían máquinas, serían otra cosa”, concluyó el científico.
Por su parte, Daniel Osorio Gómez, del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, expuso que la búsqueda por entender lo que significa la consciencia no ha sido sencilla, desde hace mucho tiempo se ha tratado de investigar cómo es que los humanos pueden percibir lo que los rodea. “El problema es que, si todos tienen una definición diferente de lo que es la consciencia resulta muy difícil estudiarla, porque entonces vamos a tener aproximaciones experimentales desde distintos puntos de vista”.
El doctor en Ciencias Bioquímicas detalló que, en el 2012, se reunieron muchos neurocientíficos, expertos en computación y en psicología, que trataron de llegar a un objetivo que era definir a la consciencia. La respuesta más simple fue que no llegaron a ningún consenso, “se logró definir que se pensaba que probablemente los humanos éramos los únicos en tener consciencia, sin embargo, si vemos a otros organismos mamíferos, insectos u otros tipos de especies, podríamos decir que ellos también sienten, incluso perciben cambios en magnitudes, entonces, no es exclusivo de los seres humanos”.
Agregó que, en lo único en lo que pudieron ponerse de acuerdo los especialistas en Cambridge, fue que la consciencia no requiere propiamente de una corteza cerebral. “Parece que la corteza enriquece la experiencia, aumenta el grado de las percepciones de la memoria, de la inteligencia, pero incluso, organismos que carecen de corteza cerebral son capaces de tener consciencia. Desafortunadamente, esto se ha observado con pacientes clínicos que tuvieron accidentes cardiovasculares”.
Con lo anterior, se puede decir que la consciencia no es exclusiva de los humanos, ni de los que cuentan con corteza cerebral. “Hay una amplia gama y eso describe muy bien lo propuesto por Darwin, que parece que las diferencias son en cuanto al grado, pero no en cuanto a la función. Hay animales que, debido a la selección natural y a las presiones del ambiente, no requieren tener una consciencia tan sofisticada como tal vez la tenemos los humanos, pero sí la pueden experimentar”.
Finalmente, Ranier Gutierrez, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), recordó la definición del Premio Nobel de Medicina, Francis Crick, quien se refirió a la consciencia como cualquier experiencia, sentimiento o emociones. Eso es lo que el filósofo David Chalmers definió como el problema difícil de la consciencia, esa experiencia de sentir el dulzor de los dulces.
“El problema de la consciencia no es un tema restringido a los humanos, porque probablemente muchos animales tienen la capacidad de aceptar un cargo, también sienten dolor y placer. Otra cosa importante es que cualquier organismo que necesite moverse para obtener energía del ambiente, requiere consciencia para lograrlo, porque moverse es una tarea difícil en la vida”, puntualizó el científico mexicano.
Subrayó que el cerebro se dedica a procesar información motora, que es la parte más importante, y que también predice, “es una máquina de hacer predicciones e hipótesis, esto tiene sentido, porque si el tenista no pudiera predecir el movimiento de la pelota, sería demasiado tarde y le pegaría en la cara, se tienen que predecir los movimientos y eso es lo que hace el cerebro para evitar morir en el intento”.
“Todas las teorías se acercan más a la actividad cerebral, incluso la interacción cuerpo-cerebro, la que está determinando que la persona es consciente, pero eso será difícil que lo experimenten las máquinas”, finalizó Gutiérrez.
Fuente: El Colegio Nacional