Francisco Fonseca
Dedicado a la memoria de mi compañero, colaborador y cuasihermano Jesús Terán Pérez Vargas (1938-2021).
Jacques Soustelle* (1912-1990), humanista y escritor francés advertía con sagacidad, que Gutierre Tibon**, otro personaje enamorado de nuestro país, hizo surgir de la palabra México-Tenochtitlan, todo un universo alegórico, encantado por el pensamiento y la imaginación creativa de los antiguos mexicanos.
Como todos los conceptos creativos de nuestros pueblos autóctonos, el pensamiento mágico-religioso estuvo constreñido por una serie de aparentes cualidades desplegadas en un sistema de espejos, en el que se representaban el pasado y el presente, el cielo y la tierra, el mundo superior y el inframundo…la dualidad de la vida diaria, iniciada por el sol y la luna, y representada en las islas lacustres de mayor representatividad: por un lado Aztlán, el lejano origen del pueblo azteca; por el otro, México-Tenochtitlan, donde el tiempo tendía a detenerse mágicamente, quizás para que en el mapa estelar se vislumbrara la patria primordial, la ciudad celeste de las tribus mexicanas.
Todo el relato de Gutierre Tibón nos lleva de la mano al mundo simbólico de los sueños. Asombroso y apasionante, describe la existencia de una ciudad terrestre: México; y una ciudad celeste asentada sobre Coatepec, la colina de las serpientes.
El dios solar – colibrí opuesto- o sea Huitzilopochtli encabezó la peregrinación de su tribu desde la isla de las siete cavernas de su origen, solo para contemplar su propio nacimiento como hijo de la diosa terrestre Coatlicue sobre la montaña de las serpientes Coatepec. Su corazón – se dice- fue lanzado a los pantanos de la laguna para dar nacimiento al nopal, símbolo fundamental de México. De esta manera México apareció como la Luna y Tenochtitlan como el Sol.
Soustelle explica que, al concluir el pacto con el astro diurno, los aztecas – el pueblo del sol- consagrarán su vida a librar la vida cósmica y a los sacrificios humanos, cuyo primer ejemplo es el asesinato de la diosa lunar, la Coyolxauqui, y de los cien meridionales (las estrellas del sur), al nacer el sol en el horizonte.
Al profundizar en el significado del misterioso mosaico de las naciones autóctonas, los datos de las investigaciones arrojaron otra interpretación sobre el primero de los nombres de nuestro país. Según la lectura de los glifos Ollin, que simbolizan el movimiento del mundo, dicha interpretación pudo derivar en el nombre México, ombligo de la luna; o bien Ojo del Conejo (lunar); asimismo Tenochtitlan, el lugar donde crece el nopal de duros frutos.
¿Cuándo se fundó la ciudad de México? Quienes se apoyaron en el Códice Mendocino afirman que su construcción se llevó a cabo entre un año Ce Tecpatl, Uno Pedernal (nombre de Huitzilopochtli, según el calendario) y Ome Calli, Dos Casa. Es decir, en 1325…hace nada menos que 698 años, para que recordemos siempre que el nombre de México estrechamente con el mito de su fundación.
Fundador De Notimex
Premio Nacional De Periodismo
*Jacques Soustelle fue un político y etnólogo francés, especialista en las culturas mesoamericanas, llegó a ser director del Musée de l’Homme en París en 1938.
**Gutierre Tibón fue un escritor italomexicano. Escribió extensamente sobre temas de identidad cultural, mezclando las ideas de la antropología, la lingüística, la psicología, la filosofía, la etnología, la sociología y la ciencia política.
Fuente: elsoldemexico.com.mx