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La libertad por el saber es la guía de las instituciones culturales mexicanas: Christopher Domínguez Michael

Unas y otras instituciones culturales en México se han complementado, siempre con la presencia de los miembros de El Colegio Nacional, señaló Domínguez Michael

El gran archipiélago de instituciones culturales mexicanas no se puede concebir sin la presencia complementaria de quienes han integrado El Colegio Nacional. El colegiado Christopher Domínguez Michael afirmó que “el Fondo de Cultura Económica es Daniel Cosío Villegas y es Colegio Nacional; Alfonso Reyes y el propio Cosío Villegas son El Colegio Nacional, pero también son el alma de El Colegio de México; de la misma manera que la muy numerosa porción de miembros que comparten la doble condición de integrantes de la Academia Mexicana de la Lengua y de El Colegio Nacional”.

Al moderar la mesa El Colegio Nacional y las instituciones culturales’, que formó parte del VIII Encuentro Libertad por el Saber, el crítico literario señaló que precisamente, como señala el título del encuentro que conmemora 80 años de vida de El Colegio Nacional, esas instituciones que han forjado colegiados a lo largo de la historia tienen como sello la libertad por el conocimiento y las ideas.

“No diría que El Colegio Nacional ha estado en el centro de las instituciones culturales mexicanas del siglo XX y XXI, pero sí que este archipiélago es inconcebible sin visitar uno u otro, y si uno quiere tener una visión de conjunto del genio individual de los humanistas y científicos mexicanos, y a la vez de las instituciones que han hecho de México un país moderno con un altísimo nivel intelectual y académico, por encima de sus conocidas desigualdades culturales, sociales y políticas, se debe a estas instituciones que han sido libres y que han estado guiadas, como dice nuestro lema, por la libertad por el saber”, señaló.

Javier Garciadiego se refirió a la contribución de El Colegio Nacional en el Fondo de Cultura Económica y otros esfuerzos editoriales; la lingüista Concepción Company Company habló del intercambio con la Academia Mexicana de la Lengua y el también lingüista Luis Fernando Lara se refirió a las contribuciones con El Colegio de México, especialmente a través de la Nueva Revista de Filología Hispánica.

“Estas instituciones han sido absolutamente complementarias, El Colegio Nacional es lo que yo llamo una institución de libre enseñanza, El Colegio de México es una institución de altos estudios, el Fondo de Cultura Económica es, o era, la gran editorial del Estado y una de las obras maestras de la cultura hispanoamericana del siglo pasado y, a la vez, no se puede leer ni la historia de la cultura, por lo menos en los países de lenguas romances, sin las Academias de la Lengua”, señaló.

El colegiado agregó: “Tenemos este archipiélago de instituciones, pero tenemos personalidades sin las cuales no se puede concebirlas, Vasconcelos desde luego, desde la UNAM y la SEP, Cosío Villegas, Agustín Yáñez, de quien no se habla tanto como se debería por cuestiones políticas, o de esta pareja intelectual que es Miguel León-Portilla y Rubén Bonifaz Nuño”.

Al tomar la palabra, el historiador Javier Garciadiego afirmó: “Hablar de las relaciones entre El Colegio Nacional y las instituciones editoriales del país puede sonar a pleonasmo, a algo innecesario o redundante, fueron tantas las vinculaciones personales e institucionales que se requeriría de numerosas ponencias y varias mesas redondas para acercarnos al tema, pero, a mi modo de ver, la más importante, fue la editorial más relevante de todo el mundo hispanoamericano durante casi toda la segunda mitad del siglo XX: el Fondo de Cultura Económica”.

El colegiado repasó las circunstancias que hicieron posible la creación del FCE cuando Daniel Cosío Villegas (quien ingresó a El Colegio Nacional en 1951) se dio cuenta de la necesidad de textos para estudiar economía. “Así decidió crear tal institución en 1934, cuyos propósitos iniciales eran publicar una revista, El Trimestre Económico, y traducir libros modernos de economía. Pronto, Cosío Villegas se pondría tres nuevas casacas: la de diplomático, la de creador de instituciones y la de empresario cultural”.

“Durante los años que don Daniel dirigió al Fondo, 34 a 48, se publicaron más de 200 autores, varios de ellos auténticos clásicos, modernos y contemporáneos. La gran transformación del Fondo, a partir de la simbiosis lograda por don Daniel con los exiliados españoles, que no sólo fueron traductores, sino que también mejoraron mucho el aspecto estrictamente editorial del famoso departamento técnico, ahí trabajó Antonio Alatorre de joven, puede medirse en pocos números: entre 1934 y 1938, o sea los años del fondo original mexicano, se publicaron 20 números de El trimestre económico y 10 libros de economía; en cambio, entre 1939 y 1945, ya con los refugiados, aparecieron 62 libros de economía, 47 de política y derecho, 35 de sociología, 26 de historia y 11 de filosofía”, dijo.

Aunque el Fondo nunca cambió de nombre, agregó Garciadiego, “a partir de 1939 cambió de naturaleza, convirtiéndose en el fondo de cultura ecuménica. Sumadas a las nuevas secciones, sus libros duplicaron a los de economía, el término no es solo disciplinario, esto me parece importantísimo, lo verdaderamente importante es que desde entonces el fondo se definió por su ecumenismo ideológico publicando tanto a Marx como a Adam Smith o a Keynes, al ilustrado Voltaire y al positivista von Ranke, a Heidegger y a John Dewey, que representaban dos extremos de concebir la política y la filosofía”.

Lazo indisoluble

A las instituciones culturales mexicanas que han compartido un estrecho lazo con El Colegio Nacional, se suma el de la Academia Mexicana de la Lengua. “Numerosas instituciones fundamentales del Estado mexicano fueron creadas por miembros de El Colegio Nacional, que a su vez fueron miembros de la Academia Mexicana de la Lengua”, señaló la lingüista Concepción Company Company.

“En 2025, la Academia cumplirá 150 años de actividad ininterrumpida; El Colegio Nacional cumple hoy una larga andadura de 80 años y desde su fundación, en 1943, un número no pequeño de sus miembros ha formado parte también de la Academia Mexicana de la Lengua; ambas instituciones las une el compromiso institucional de contribuir a crear y gestionar una mejor sociedad mexicana a través de sus obras, a través de su gestión, esto es, a hacer más sólidas las bases de nuestro país. 33 miembros de El Colegio Nacional han sido miembros de la Academia Mexicana de la Lengua”, compartió.

Entre los nombres que han contribuido a la historia de ambas instituciones, la colegiada señaló a Antonio Caso, Enrique González Martínez, Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Ezequiel Chávez, “todos ellos miembros fundacionales de este Colegio”; Manuel Toussaint, Silvio Zavala, Antonio Castro Leal, Jesús Silva Herzog, Agustín Yáñez, Jaime Torres Bodet, Antonio Gómez Robledo, Octavio Paz, Miguel León-Portilla, Rubén Bonifaz Nuño, Carlos Fuentes, Ignacio Bernal, Héctor Fix-Zamudio, Ramón Xirau, Leopoldo Solís Manjarrez, Luis González y González, Ruy Pérez Tamayo, Antonio Alatorre, Salvador Elizondo, Gabriel Zaid, José Emilio Pacheco y Fernando del Paso.

Seis miembros más son actualmente miembros de ambas instituciones: José Sarukhán, Eduardo Matos Moctezuma, Diego Valadez, Javier Garciadiego, Vicente Quirarte y la misma Concepción Company.

El lingüista colegiado Luis Fernando Lara se refirió después a la Nueva Revista de Filología Hispánica (NRFH). La publicación, dijo, “es una revista especializada, dedicada a la publicación de artículos, notas, reseñas, y una bibliografía de la investigación filológica sobre la lengua y la literatura en español, muchos colegas en el extranjero la consideran, como se dice hoy, una revista de culto”.

“La NRFH, como se le conoce por sus siglas, no es una creación en nihilo de tres miembros destacados de El Colegio Nacional: Alfonso Reyes, Daniel Cosío Villegas y Antonio Alatorre; sin embargo, el papel que jugaron los dos primeros en su fundación en México los sitúa entre los creadores de una más de las instituciones que han sido determinantes del México moderno, en este caso de la cultura mexicana de vocación hispánica y universal”, afirmó.

“El papel de Alatorre, por su parte, consistió en la consolidación y conservación del rigor que requiere una revista de esta clase, sin su dedicación a la revista, esta no existiría”, concluyó.

Fuente: El Colegio Nacional

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