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La gramática es la actividad cotidiana con la que un individuo gestiona su vida: Concepción Company Company

En la sesión, la lingüista abordó una serie de conceptos básicos de la gramática que se relacionan unos con otros, los cuales son fundamentales para entender cómo funciona la gramática

La gramática es como un gran espejo de percepción del mundo: lo importante es cómo generamos gramática cuando nos interesa y nos es relevante, y cómo dejamos de generar gramática cuando aquello no nos parece importante, aseguró la lingüista Concepción Company Company, integrante de El Colegio Nacional, al dictar la cátedra “Relaciones y conceptos básicos de lengua y gramática”.

El curso “Lengua, gramática y percepción del mundo”, cuyo objetivo primordial es preguntarse “para qué enseñar lengua y gramática”, siendo una de las respuestas: “es un derecho de los humanos tener calidad de vida con la propia lengua”, bajo la certeza de que se trata de herramientas de cultura: “las lenguas están vivas porque se usan”.

“Una lengua, para la que hay que pasar por la escuela, que no tenga hablantes vivos es una lengua muerta y remuerta: nadie habla latín, es una lengua muerta, aunque sea la madre de la lengua española y de otras lenguas. Nadie habla náhuatl clásico; he conocido nahuatlatos que dicen hablar un náhuatl buenísimo, porque hablan náhuatl clásico, pero para entender náhuatl clásico hay que estudiar la lengua, pasar por la escuela, leer los textos e interpretarlos. Las lenguas están vivas cuando las usamos y tienen hablantes vivos y coleando, como nosotros”.

Desde esa perspectiva, aseguró la colegiada, saber cómo hablamos y con qué gramática sentimos identidad, reafirma quiénes somos. La educación estandarizada correctamente nos da seguridad, porque nos posiciona frente al otro con certeza y genera personas más libres para tomar decisiones.

“Dado que la gramática es la actividad cotidiana con la que un individuo gestiona su vida le va a servir estar estandarizado para cualquier oficio de la vida. Es para gestionar la vida cotidiana. Si somos marchantes de mercado vamos a gestionar mejor si sabemos cómo se llaman los productos, cómo se interacciona, cómo son los principios de cooperación del mercado. Es para todos, no sólo para los lingüistas”.

Durante la sesión, celebrada de manera presencial en el Aula Mayor de la institución, Company Company se refirió a una serie de conceptos básicos de la gramática que se relacionan unos con otros, los cuales son fundamentales para entender cómo funciona la gramática, “cómo cooperamos unos con otros y cómo funcionamos en la comunicación”.

“El primer conjunto es el sistema norma y habla. El habla es el uso lingüístico individual de cada ser humano, tendremos léxico de nuestra familia o de nuestro barrio, de nuestro entorno laboral, giros que aprendí de mis abuelos. Para el habla, ‘haiga sido como haiga sido’, o ‘haya sido como haya sido’, ambos modos de decir el verbo ‘haber’ son correctos”.

“Es lo que hacemos los individuos sin que nadie nos lo diga, creamos unos mecanismos de comunicación que se llaman norma: el habla filtrada por cómo me van a considerar los otros. Tiene dos conceptos, uso bien valorado en una comunidad, si soy urbana, de banqueta, de Ciudad de México, tendré que decir ‘haya sido’; si están en una comunidad rural y todo el mundo dice ‘haiga’ no van a tener la otra forma y se van a comunicar con el ‘haiga’”.

En muchos países existen academias de la lengua, pero en otras son las universidades las que tienen esa función de gestionar y avalar normas, unas mejores que otras y, además, los medios de comunicación son “poderosísimos normalizadores, las editoriales y la propia comunidad, donde me ponen de ironía o de fuchi en el ‘haiga sido como haiga sido’, porque como hablantes no quieren que se les marque de alguna manera”.

La lengua española es “una abstracción absoluta”

Hay un mecanismo regulatorio de todo hablante y es que cuanto más distante es el interlocutor, en el sentido de que es la primera vez que se habla con él, automáticamente el hablante usa palabras domingueras y construcciones más cuidadas y cuando es muy cercano, “nuestro cerebro afloja la tensión y podemos usar léxico por las chelas o los chescos, es una regulación automática, pero sí tenemos que pasar por la escuela para que nos digan dónde sí o dónde no”, señaló Concepción Company Company durante la sesión.

“El sistema lingüístico es la abstracción que suma todas las hablas, todas las normas, en nuestro caso la lengua española es una abstracción absoluta, porque todos hablamos lengua española, a la vez que nadie habla La lengua española”.

Durante su conferencia, la lingüista explicó que la sedimentación de una norma tiene mucho que ver con el devenir histórico de un espacio geográfico, de un país o países; así, el virreinato de la Nueva España, que se funda en 1535 y se consolida en 1536 por iniciativa de Fray Juan de Zumárraga, primer arzobispo de México, y va del actual Panamá hasta Estados Unidos, propició centros de cultura muy poderosos.

Si bien los cambios más radicales que se han visto en la gramática de la lengua española están hechos por argentinos, uruguayos o chilenos, quienes vivían y regulaban la lengua en su comunidad, porque no había centros de cultura poderosos, “a diferencia del virreinato de la Nueva España con una poderosísima audiencia que es la Audiencia de México, también la Audiencia de la Nueva Galicia, que es la actual Guadalajara, una sedimentación cultural muy temprana”.

“De qué depende que las hablas se constituyan en normas. Es la parte histórica, pero también de qué tanta tolerancia tengo a que el otro hable diferente y no sea como yo, eso es bastante misterioso, porque todo el día estamos haciendo diagnósticos de cómo habla el otro, dime cómo hablas y te voy a decir quién eres.

“Por ejemplo, cuando estoy en México no se me ocurriría escribir fortísimo, porque eso es una cursilada en México. En Argentina, en España y en Uruguay, si digo fuertísimo piensan ‘esta señora no pasó por la primaria, no le dijeron que había que estandarizarse’. Si cambio de país procuro no decir fuertísimo, incluso, puedo entrar en un problema de identidad, porque llega un editor de España y me dice si le puede cambiar a una palabra, le puedo decir que no, porque esa es mi norma. Hay un asunto de seguridad, de identidad, de estandarización”.

Para lograrlo, la creación de las academias de la lengua tiene un papel muy importante: la Real Academia Española se funda en 1713 y la primera ortografía es de 1743, lo primero que se hizo fue un diccionario, el famoso Diccionario de Autoridades, y la segunda tarea que se pusieron fue elaborar una ortografía, “seguramente porque todo el mundo les preguntaba cómo se escribe o cómo se dice”.

“En esa ortografía se dice algo claro: simplifíquense los grupos cultos, ¿quién les hizo caso? Muy poca gente, porque daba prestigio controlar y seguir teniendo esos grupos cultos. En Uruguay y Argentina la idea es ‘yo soy quien soy y no me parezco a nadie’. Escriben setiembre como gente culta, cuando yo escribo septiembre, y con mi colega de Uruguay tengo que negociar cuántos setiembres y cuántos septiembres vamos a usar en caso de escribir varios para que las normas estén representadas”.

Otro de los conceptos señalados por la doctora Company Company es competencia y realización, siendo la competencia la capacidad cognitiva, una base genética de todo ser humano de hablar y entender una lengua. Está condicionada esa competencia por el lugar donde se nace, por la cultura, por la sociedad y por la herencia histórica. Hay competencia activa y competencia pasiva.

“La competencia activa es producir lengua, mientras competencia pasiva es entender, comprender la lengua. Ustedes oyen un programa de deportes y lo van a entender, lo cual no significa que tengan que hablar como un cronista de televisión. Ustedes pueden ver un programa de televisión, pueden leer una novela, y eso es competencia pasiva, y algo que debe hacer la escuela es enriquecer la competencia pasiva para tener acceso a más medios de comunicación, más textos, más complejos, más interactivos”.

Por otro lado, la realización o actuación es la competencia producida en el momento, el habla realmente producida, resultado de competencia lingüística, del entorno, de la alfabetización, de si se tuvo la fortuna de tener acceso a ser alfabetizado, “si tuve la mayor fortuna de tener una buena escuela que me estandarice y de una herencia histórica y social para una variante de lengua, como el español en México”.

A Noam Chomsky no le interesa el asunto de lo bien valorado, sino lo que hay en el cerebro y lo que el asesino es capaz de entender y de producir competencias activas y pasivas. “Evidentemente nuestro cerebro es muy poderoso y tendremos palabras como desayunar, botanear, comer, ingerir, tomar, tragar… esto es la competencia, pero sólo un acto de habla saldrá cada vez. Si yo digo ‘ya desayuné gracias’, dirán ésta es de América, esa es la realización”.

Otro concepto es iconicidad, totalmente ligado a arbitrariedad, somos los únicos seres sobre el planeta que tenemos pensamiento abstracto, que podemos llamarle “vaso a un vaso” así sea de diferente tamaño, de cinco colores, tengan agua o pulque, seguirán siendo vasos.

Se le llama también relativismo cultural a aquello que es importante en una cultura va a encontrar un código más diferenciado en lo que yo voy a generar. Y aquello que es menos importante, el código no va a ser ni tan diferenciado, ni tan exuberante, ni con tantas palabras como para lo que tengo que decir.

Ese código, que es hablar con la lengua española, está motivado por la percepción del mundo y por unas herencias milenarias de las que ni siquiera nos damos cuenta. Iconicidad es usar la lengua casi como una fotografía cultural. Hay iconicidad en todas las zonas de la lengua, en los sonidos, en la morfología, en el léxico, en la sintaxis.

“El uso de la ‘i’, como deja menos espacio articulatorio, es para lo cercano, lo pequeñito, afectivo o amable: porfis, amiguis, chirris, permisito, grandecita. Mientras la ‘o’, como tiene más espacio articulatorio, su uso es para lo grande, magnífico o despectivo: peliculononón, y echadote. Eso se llama simbolismo fonético: usar los sonidos para acercar y para distanciar”.

Fuente: El Colegio Nacional

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