Jesús Antonio del Río Portilla
En estos días he leído y oído diversos comentarios sobre que debemos seleccionar entre las ciencias e ingenierías o las humanidades; que las universidades tal y como las conocemos desaparecerán para sucumbir en una versión mercantilista. Estas frases así, descontextualizadas, pueden dar origen a discusiones estériles y sin conclusiones posibles.
En cuanto a la primera frase, desde mi perspectiva es una falsa dicotomía y que no tenemos que optar por una o por otra. En mi opinión, tanto las ciencias e ingenierías como las humanidades son actividades que las personas podemos cultivar y disfrutar por igual. Hoy más que en las épocas pasadas, la información tanto científica como tecnológica abre posibilidades muy interesantes para las ciencias sociales e humanidades y su futuro desarrollo y divulgación; y, al mismo tiempo, las posibilidades de conocer desde cualquier punto del planeta diferentes culturas y apreciar obras filosóficas o artísticas, tanto plásticas, literatura como puestas escénicas, para citar algunos ejemplos, a larga distancia influye en la demanda de nuevos conocimientos científicos y tecnológicos. Aquí quiero mencionar un hecho que he resaltado anteriormente como consecuencia de mis visitas a Haití: durante los siglos XIX y XX Francia becaba a los haitianos para que realizaran estudios en ciencias sociales y humanidades en Francia y evitaba otorgar becas en ciencias e ingenierías.
Como resultado, esta sociedad caribeña no ha podido desarrollar la tecnología para resolver los intrincados problemas socioambientales que ahora lo sumen en la profunda pobreza. Así, la interacción, en nuestros días, entre lo que llamamos ciencia y tecnología y ciencias sociales y humanidades es, por lo menos, multifacética y muy intrincada.
La segunda frase algunas personas la atribuyen a las intenciones de ideología neoliberal por promover las carreras que generen opciones de trabajo en este mundo tecnificado y se menciona que las carreras de ciencias e ingeniería son preferidas por las personas en las universidades, despreciando las carreras de humanidades.
Sin embargo, lo que hemos visto es que la tendencia neoliberal en México ha disminuido dramáticamente el apoyo a ciencias y tecnología y nunca ha cumplido su promesa de invertir el 1% del PIB en este sector. Además esa frase está llena de prejuicios y presupone que las personas con carreras científicas o tecnológicas van o tener una mayor posibilidad de empleo bien remunerado. Hoy en día, los artistas y humanistas tienen la posibilidad de llegar al gran público en todo el planeta, con lo que pueden optar por difundir su obra de una forma más eficiente.
Por esta razón, desde mi punto de vista la afirmación sobre que las universidades están conducidas a no contemplar las carreras humanistas es falsa. Es más, un hecho es que el número de estudiantes en las carreras científicas ha disminuido en las últimas décadas en todo el planeta; y esta situación lo que ha propiciado es que no tengamos las suficientes soluciones técnico-sociales a los problemas actuales que sufrimos. Quizá la verdadera preocupación a la que debemos atender es que la mayoría de la población pudiera acceder a educación de calidad. Sin embargo, sí debemos comprender que los capitales, los fondos de inversión, los accionistas sin nombre, etcétera, están buscando nuevas formas de obtener más rápidamente beneficios, y la educación superior en general está visualizándose claramente como una forma de negocio y aspiran a sacar del mercado al mayor competidor, el sector gubernamental.
Por razones de brevedad del texto, aquí solamente escribiré que estas formas de negocios deben ser reguladas por la sociedad en general y considerar que la inversión en educación es un bien que conviene a todas las personas.
Mientras más ampliamente conocedoras son las personas de una sociedad, las decisiones que tomen tendrán mayores fundamentos y contemplarán mayor número de posibilidades y perspectivas diferentes con mayores posibilidades de apuntar hacia un bienestar social.
Con este texto, quiero contribuir para convencer al lector que no existe el dilema entre ciencias y humanidades, sino que son expresiones de actividades humanas y, por otro lado, que más que propugnar por la enseñanza de las humanidades en las universidades, debemos enfatizar en que la educación en todos los niveles es una inversión social y como tal debe estar regulada la participación del sector privado. Por supuesto, siempre privilegiando la inversión desde las arcas gubernamentales, que son la fuente de financiamiento para las iniciativas sociales y así, en particular, financiar la educación superior en todas las áreas o dimensiones de nuestra humanidad. Por estas razones, considero que la inversión en educación superior es una de las acciones imprescindibles de cualquier sociedad.
Finalmente, ¡feliz año 2019 para todas las personas en este planeta!
Fuente: Sin embargo se mueve …