“Hay muy poco tiempo para conservar nuestros ecosistemas, para aprender a manejarlos bien. El reto es enorme para la gente joven que sufrirá los embates del cambio climático y de la pérdida de una vida sana”: José Sarukhán
Como parte de una serie de conferencias organizadas por los colegiados Julia Carabias y José Sarukhán, se llevó a cabo la mesa redonda Revalorar la diversidad, transmitida en vivo el 17 de mayo a través de las plataformas digitales de El Colegio Nacional. Durante la sesión, que contó con la participación de la bióloga Alicia Mastretta y del lingüista y colegiado Luis Fernando Lara, se reflexionó sobre la gran diversidad de ecosistemas, especies, genes y culturas originarias que tiene México y que se desarrollan junto con su entorno natural.
La primera intervención estuvo a cargo del biólogo e investigador José Sarukhán, quien se refirió a la diversidad social y la diversidad biológica. Afirmó que la diversidad biológica determina la diversidad cultural y la cultura es el lente por el que se evalúa el ambiente y se aprecian las diferentes sociedades. “Se puede desarrollar la diversidad cultural conservando la biológica. Este binomio es un motor de la creatividad individual. No hay manera de progresar, de tener una relación de desarrollo de las sociedades humanas sin considerar ambos elementos íntimamente.”
El integrante de El Colegio Nacional aseguró que la diversidad cultural que existe en el planeta representa un almacén de formas de relación sustentable con el ambiente, de conocimiento biológico y del entorno ambiental. “Los valores éticos, saberes, lenguas, experiencias prácticas enseñadas a las generaciones futuras dependen de la fortaleza de la diversidad cultural.”
Recordó que México es uno de los países de mayor diversidad en el mundo. En especies de vertebrados es el cuarto lugar después de Brasil, Colombia e Indonesia, gran parte de ellas son endémicas. Y es el quinto país con mayor flora.
Con relación a la diversidad cultural, el especialista explicó que una de las formas de medir esta diversidad es la lingüística, México tiene 291 lenguas divididas en 11 familias. La otra forma de medirla está relacionada con las zonas donde se encuentran, los grupos indígenas nativos son coincidentemente los de mayor marginación social del país.
“Las comunidades indígenas marginales poseen una parte enorme de los ecosistemas del país, aproximadamente el 70% de las selvas bajas y de las selvas en general, una proporción muy alta de los bosques templados. Ellos viven de esto que les fue dado después de la Reforma Agraria y, por lo tanto, han establecido una relación íntima, cercana y rica entre las culturas y los ecosistemas. Las áreas de mayor diversidad biológica en el mundo se encuentran en las áreas que tienen la mayor cantidad de diversidad cultural.”
De acuerdo con el biólogo mexicano, un reporte sobre la valoración comercial, económica y de los significados para el bienestar de las poblaciones arrojó seis resultados importantes para comprender la relación diversidad cultural-biológica, entre los que se encuentran: las economías, el sustento y el bienestar dependen del activo más importante: la naturaleza; el uso no-sustentable amenaza la prosperidad de esta y las siguientes generaciones; en la médula de este problema existe una amplia falla de institución, y la solución empieza por entender una verdad sencilla: las economías están inmersas en la naturaleza y no son externas a ella.
En palabras del biólogo, la humanidad empezó a existir, a partir de que se cocinó por primera vez. “De todas las artes, la comida es la única que hacemos parte de nuestro cuerpo y esto obviamente tiene un impacto importante. Las dietas que se han impuesto por los países desarrollados e industrializados en países que no lo son, están produciendo problemas severos. Estamos enfrentando un reto ético. Hay muy poco tiempo para conservar nuestros ecosistemas, para aprender a manejarlos bien. El reto es enorme para la gente joven que sufrirá los embates del cambio climático y de la pérdida de opciones de desarrollo y de vida sana.”
La naturaleza biológica de la lengua
Por su parte, Luis Fernando Lara, integrante de El Colegio Nacional, comentó que las lenguas no son organismos vivos. Son productos de los seres humanos y su evolución es siempre resultado de largos procesos adaptativos de sus hablantes a las condiciones en las que viven.
“Como producto humano, las lenguas tienen una naturaleza biológica, genética, que es la que constituye la facultad del lenguaje en ese sentido. Las lenguas no aparecen de la nada ni por mera voluntad humana, son prácticas de comunicación recibidas de los padres y son tradiciones del hablar. No puede haber lenguas sin que las preceda la facultad biológica del lenguaje, pero sin una sociedad que las mantenga y las desarrolle, la facultad del lenguaje se bloquea. Es decir, para que existan las lenguas hace falta la facultad biológica del lenguaje y la vida en sociedad.”
El lingüista explicó que los factores que determinan la sobrevivencia de una lengua en la sociedad son su capacidad de adaptación a nuevas circunstancias de vida, así como la evolución y la tradición, todos constituyentes de la cultura y de la sociedad misma. “Un hecho que no deja de sorprendernos en México es la rica diversidad de sus lenguas y la fuerte variación que se produce en ellas. En territorio mexicano hay 11 familias lingüísticas indígenas, que, según el Instituto Nacional de las Lenguas Indígenas, comprenden 68 lenguas divididas en 364 variantes.”
De acuerdo con el experto en los procesos adaptativos de las lenguas, variación y cultura, es notable que en el estado de Oaxaca se presenta la mayor diversidad lingüística del país. El origen de esa diversidad está en la migración humana iniciada en el continente americano hace unos 15 mil años. “Actualmente se calcula que cerca del 54% de nuestras lenguas amerindias están en riesgo de extinción. Esos procesos de pérdida y extinción de las lenguas, a los que dedicamos un tomo aparecido en el 2020, en El Colegio Nacional, son efectos de múltiples factores.”
“Primero por el mestizaje histórico mexicano, la presión que ejerce el idioma español como lengua nacional; después por la pérdida de funciones comunicativas de las lenguas indígenas originada por el no reconocimiento del derecho humano a la lengua materna. La capacidad de conservación de las lenguas supone dos condiciones previas: la posibilidad para sus hablantes de llevar a cabo un proceso de educación propio del cual sean sujetos del proceso y no recipientes pasivos de uno impuesto, y la conservación de sus tradiciones verbales.”
Generación y mantenimiento de la diversidad genética en el gradiente de domesticación
Al tomar la palabra, la bióloga Alicia Mastretta se refirió a la generación y mantenimiento de la diversidad genética en el gradiente de domesticación, uno de los vínculos directos de la diversidad cultural y la diversidad biológica. Explicó que la comida tiene su origen en los seres vivos que se consumen y “la diversidad de la vida se puede dividir en tres categorías, la diversidad de ecosistemas, de especies y de genética”.
De acuerdo con la catedrática CONACYT en la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad, la diversidad genética es la base de la resiliencia evolutiva y también la base de la domesticación, proceso mediante el cual los seres humanos inventaron las especies agrícolas.
“La domesticación de los alimentos se da en un gradiente, en el que se tienen los extremos de lo silvestre y lo completamente domesticado, y toda una serie de especies toleradas, protegidas, fomentadas y que se siembran sin que estén completamente domesticadas como los quelites.”
En palabras de la especialista, México es importante en términos genéticos porque hay una enorme variabilidad ambiental y porque existe una persistencia de largo plazo de la biodiversidad, es decir la diversidad genética se mantiene y se acumula a pesar de los grandes cambios climáticos.
“Existe una relación biocultural entre parientes silvestres y culturales en México. No es coincidencia que este país sea uno de los lugares donde se inventó la agricultura y se domesticaron las especies. Este proceso inició con la calabaza, hace alrededor de 10 mil años, seguido del maíz, el chile, frijol y los quelites. El proceso continúa vigente en manos de las comunidades indígenas y campesinas mestizas que trabajan la tierra.”
La especialista explicó que si el cultivo de las especies está en manos diferentes significa que existen distintas formas de cultivarlas. Las culturas, las lenguas, los gustos y los conocimientos distintos influyen en la domesticación y en la diversificación de las especies, lo que lleva a una adaptación local. “En México, al menos 7 millones de personas están involucradas en la agricultura temporal de maíz, cada quien, con sus gustos locales, y al conjuntar el efecto natural y artificial se obtienen 60 razas de maíz y decenas de poblaciones genéticamente distintas.”
Afirmó que se estima que se tienen más de 500 millones de plantas de semillas, con lo que se puede alimentar a 23.4 millones de personas y enfatizó que no existe tecnología capaz de sustituir el potencial obtenido de forma natural en la diversidad.
Fuente: El Colegio Nacional