En Monterrey las fábricas, estos motores de la industria y la economía locales, se convierten en grandes casas: Pablo Landa
La capital del estado de Nuevo León, Monterrey, se sumó a la lista de urbes analizadas dentro del ciclo Arquitecturas de las ciudades de México, coordinado por Felipe Leal, miembro de El Colegio Nacional, quien recordó durante la sesión, celebrada de manera presencial, algunas de las frases con las que se conoce a la Sultana del Norte.
Entre ellas destaca el de “la capital industrial de México”, pero es poco conocido que su historia comenzó a escribirse desde la época prehispánica: algunos cronistas afirman que la ciudad estaba habitada por un grupo de etnias a quienes los españoles nombraron como “rayados”, porque solían decorar su cuerpo con pinturas de colores, “honrando a sus dioses o a diversos animales”.
“La ciudad de Monterrey alcanzó una verdadera importancia hasta el Porfiriato, con las primeras implantaciones industriales, como los altos hornos y las fábricas cementeras de vidrio y de cerveza; de esta forma fue como repuntó el desarrollo de Monterrey, convirtiéndose en un polo industrial y financiero del país hasta la fecha. Hoy día su relevancia nacional e internacional lo coloca como una ciudad progresista, industrial, con trascendencia económica y educativa”, destacó el colegiado al abrir la sesión.
Se trata de una región en la que en la actualidad se encuentra el Palacio del Obispado, hoy un museo regional; en el centro de la ciudad se ubica la emblemática Macroplaza, una amplia zona verde de plazas conectadas que alberga al Museo de Arte Contemporáneo y la Torre del Faro de Comercio, una de las obras insignes de Luis Barragán. En las últimas décadas arquitectos nacionales y extranjeros han construido obras que son referentes de avances tecnológicos y de innovación.
De acuerdo con Pablo Landa, autor de la Guía de arquitectura de Monterrey, si bien hay muchas cosas de carácter nacional en la arquitectura de Monterrey, lo más interesante en realidad son los aspectos locales, procesos que han dado forma a la textura de algunos edificios que tienen que ver con el carácter industrial de la ciudad.
Uno de los aspectos que definen a la arquitectura de Monterrey tiene que ver con la industria y con sus fábricas: un arquitecto muy conocido, de los más notables en el siglo XX en Monterrey, es Rodolfo Barragán, quien tenía una formación tradicional en la arquitectura moderna y trató de llevar la arquitectura que hizo en la Fundidora a la arquitectura doméstica; mientras Eduardo Padilla, en vez de llevar la arquitectura de las fábricas a las casas, procuró llevar la arquitectura de las casas a la industria.
“Ahí se abre una tradición de la arquitectura local que es muy particular de Monterrey: las fábricas, estos motores de la industria y la economía locales, se convierten en grandes casas”, explicó el antropólogo de profesión.
Además, a lo largo del siglo XX no había edificios de oficinas como en la Ciudad de México, porque las oficinas están en las fábricas: es una tipología que integra la producción y todo lo administrativo, y “tampoco hay comercio, realmente es muy limitado”, está concentrado en el centro de la ciudad, lo que tiene que ver con que las propias fábricas tenían sus sistemas de distribución de alimentos, de insumos, de despensas a los trabajadores “y que la clase media y la clase alta se iban de compras a Texas”.
“Ahora, los dueños históricos de Monterrey ya no son los dueños de las fábricas, sino un consorcio. Surgió una economía mucho más diversificada y ahora no sólo está centrada en la producción industrial y las finanzas, también en los servicios y en el diseño y en la arquitectura”, resaltó Pablo Landa.
Diferentes retos arquitectónicos
Para Alexandre Lenoir, expresidente de la Academia Nacional de Arquitectura, capítulo Monterrey, la ciudad empezó a crecer gracias, en gran parte, a su industria, aunque también a la dinámica de su población: es gente que quiere trabajar y busca la posibilidad justamente allí, lo que se hizo más notorio entre 1984 y el 2019, cuando se notó mucho más el desarrollo de la ciudad.
“El crecimiento de Monterrey representó para los arquitectos una serie de retos, pero también muchas oportunidades y, sobre todo, para un arquitecto es algo sumamente atractivo. Sabemos que debemos reestructurar nuestra manera de vivir, de pensar, de trabajar y empezar a abordar temas muy diversos en cuanto a la ciudad como el tema de la proximidad y la movilidad”.
Al mismo tiempo, comentó el director de Lenoir Arquitectos, uno de los grandes desafíos tiene que ver con la densificación de los centros y subcentros, porque Monterrey había sido una ciudad horizontal hasta hace aproximadamente 20 años. Apenas hace 22 o 23 años “construimos nuestro primer edificio vertical y se podrán imaginar que realmente se dio un cambio radical”.
“Todo el mundo apostaba porque esto no podía funcionar, porque no podíamos mezclar el comercio y la vivienda y eso fue nada más la idea general de cambiar nuestro modo de vida y acercarnos a lo que buscamos actualmente: tener menos movilidad y más proximidad, para lograrlo necesitamos una infraestructura y un equipamiento totalmente distinto y necesitamos reestructurar nuestra ciudad”, agregó Alexandre Lenoir.
Otra de sus preocupaciones es lo que definió como la accesibilidad financiera, porque se requiere encontrar soluciones para que la gente pueda vivir en un lugar digno, interesante, cerca de su trabajo. Señaló que para el cambio de mentalidad de ser propietario a rentar, la persona va a empezar a desplazarse en función de sus necesidades y eso es algo relativamente nuevo, sobre todo en Monterrey, donde la gente está arraigada a la tierra.
“Y no quiere todavía rentar porque pierde parte de su patrimonio o de su seguridad financiera. Estamos tratando de cambiar esto, poniendo una serie de objetos muy dignos en este mercado para que puedan tener esta accesibilidad y haya una accesibilidad distinta, para las diferentes clases de población, siempre usando está proximidad”.
Por su parte, Edna Garza y Darío Camisay del Taller Garza Camisay, joven oficina de arquitectos que enriquecen el panorama actual, se refirieron a los materiales que se suelen usar en la arquitectura de Monterrey, donde muchas veces se tiene que pensar en sistemas constructivos que fueran ágiles y flexibles.
“Hicimos una preparatoria, un edificio educativo que tenía que construirse en cuatro meses –Monterrey es una ciudad vertiginosa donde suceden muchas cosas a la vez–, lo que nos llevó a pensar en sistemas constructivos que fueran más ágiles y más flexibles. Así, mientras el concreto estaba listo, paralelamente se estaban construyendo en el taller todos los elementos de herrería, que simplemente llegaron y se montaron para que el proyecto pudiera ejecutarse en cuatro meses, el periodo vacacional de los alumnos”, compartió Edna Garza durante su presentación.
En uno de los ejemplos mostrados durante la mesa redonda, la intención primordial fue lograr que desde el edificio se pudiera enfatizar las vistas a las montañas, “no podemos perder de vista lo que rodea la ciudad, algo de lo más bonito que se puede disfrutar a escala residencial”.
Por su lado, Darío Camisay, un arquitecto y diseñador de origen argentino, radicado en Monterrey ya desde hace bastantes años, reconoció que, como extranjero, tenía una visión muy general de lo que era México: el país de la artesanía, de la sombra, de la tranquilidad, del color de Barragán y se encontró con una atmósfera muy diferente.
“Me encontré con una Monterrey que tuvo un protagonismo quizás oculto en arquitectura moderna de México, porque fue la que provee de todos los materiales –tanto del acero, el concreto y el vidrio– a toda construcción moderna de México. Conocí a una ciudad que hacía pocos años había empezado a entender que su patrimonio no estaba tan atrás en el tiempo”.
Dentro del crecimiento vertiginoso que define a la capital de Nuevo León está su relación con sistemas constructivos de Estados Unidos, si bien todavía puede rescatarse algo de la artesanía de la región, lo que permite hacer una combinación en la arquitectura contemporánea en la que se toma lo bueno de la Unión Americana y de Europa.
En la mesa redonda también participó el arquitecto Agustín Landa Ruiloba, fundador del estudio Landa + Suberville, quien centró su reflexión en la ubicación de la ciudad de Monterrey y las relaciones contemporáneas que ha construido con otras regiones, en especial con Estados Unidos: “hacia el lado que voltees ves una montaña, te orienta, sabes dónde estás y otra cosa importante es que estamos más cerca de Estados Unidos que de México”.
“La ciudad es una mancha urbana, tampoco hay ninguna planeación, ha crecido en los últimos 30 años al doble, más o menos: éramos tres millones de habitantes, ahora somos como seis y tenemos problemas de agua, tenemos problemas de áreas verdes, de contaminación; sin embargo, sigue creciendo, sigue llegando mucha gente: Monterrey es una ciudad muy próspera, pero ya no tiene esa calidad de vida que todos esperábamos”.
Fuente: El Colegio Nacional