“Me percaté de una gran cantidad de coincidencias que me relacionan con la figura del eminente arqueólogo. Son sólo coincidencias, pues no pretendo igualarme a una figura señera”, destacó Matos Moctezuma
Ignacio Bernal y García Pimentel fue el segundo arqueólogo en tener un lugar en El Colegio Nacional, Alfonso Caso fue uno de los fundadores de la institución, pero más allá de su pertenencia, diferentes generaciones de estudiosos del pasado de México decidieron unir conocimientos y anécdotas para evocar a un pilar de la arqueología mexicana.
Como parte del ciclo La arqueología hoy, este lunes 24 de enero se llevó a cabo el homenaje Remembranza de Ignacio Bernal a 30 años de su fallecimiento, coordinado por el colegiado Leonardo López Luján.
La actividad, que se transmitió en vivo a través de las plataformas digitales de la institución, contó con la participación del también colegiado Eduardo Matos Moctezuma; de Carlos Bernal Verea, hijo del arqueólogo homenajeado; Ángel Iván Rivera Guzmán, investigador del INAH, y de la arqueóloga Nelly Robles García.
“Tenemos en él a un caminante, a un arqueólogo en pleno movimiento, lo que lo llevó no sólo a explorar más el Valle de Oaxaca, sino a lanzarse en el descubrimiento de la arqueología de la mixteca”, destacó Nelly Robles García, quien si bien no trató en vida a don Ignacio Bernal, sí tuvo un acercamiento a su vida y a su obra en diferentes momentos, aseguró durante su intervención.
“Tenemos en Ignacio Bernal a un arqueólogo muy completo, porque su pasión por la investigación y por el trabajo de campo, el campo de la docencia, pues hasta ahora todos los arqueólogos recordamos al doctor Bernal como profesor y esto habla de un profesor con toda la dedicación a la enseñanza de la arqueología.”
En 2010, en ocasión del centenario del natalicio de don Ignacio, en Oaxaca se le rindió un homenaje, que le correspondió organizar a Nelly Robles, lo cual le permitió aprender de su vida y de su obra, a través de una revisión de distintos aspectos, “me encontré con un personaje que, además de ser un pilar de la arqueología en nuestra región, era un ser humano excepcional”.
“Con la complicidad de Carlos Bernal Verea y los demás integrantes de la familia tuve la oportunidad de conocer sus espacios, su casa de Oaxaca, para construir la memorabilia de la exposición que organizamos: don Ignacio Bernal tiene un lugar muy especial como persona para quienes conocemos de cerca a su familia.”
Ignacio Bernal se unió al equipo de Alfonso Caso en la exploración de Monte Albán y, del trabajo conjunto, se transformó en un pilar de los trabajos en la región, más allá de la clasificación de la cerámica del Clásico, “porque su participación en el descubrimiento en la arquitectura, su gran dedicación en la excavación de las tumbas, lo hizo un pilar en la investigación”.
“Haciendo mancuerna con el doctor Caso, pudieron colocar a la investigación arqueológica de Oaxaca en el mapa de México. Además de ubicar a Oaxaca en el conjunto de grandes civilizaciones, también lograron bordar muy fino, haciendo la diferenciación entre las culturas oaxaqueñas. Una de sus grandes aportaciones fue no sólo hablar de los zapotecos del Valle de Oaxaca, sino también establecer los vínculos y la identificación cabal de lo que fue la cultura mixteca.”
De acuerdo con la arqueóloga, en los años 40, Ignacio Bernal llegó a Monte Albán y en el panorama de los trabajos arqueológicos todo estaba en proceso de liberación y de restauración; con el paso de los años y, a partir de sus fichas de recorridos, documentó más de 200 sitios en el Valle de Oaxaca, que sirvieron de base para los recorridos en los años 70.
“En la mixteca recorrió muchos sitios: sabemos que los trabajos pioneros en Coixtlahuaca, el sitio mixteco por excelencia, se deben a los esfuerzos del doctor Bernal. En otros sitios sólo pasó documentando, pero los rasgos de la mixteca que encontró en Yagul fueron sus grandes intereses”, destacó Nelly Robles.
Durante la remembranza se exhibió un documental rescatado por Ángel Iván Rivera Guzmán y que fue producido en la primera mitad de los años 80, por la Unidad de Televisión Educativa y Cultural, donde aparecieron algunos de los personajes que estuvieron cerca del arqueólogo, en especial durante sus trabajos de exploración en distintos sitios de Oaxaca, entre ellos su familia: sus hijos Carlos y Rafaela Bernal Verea y doña Sofía Verea, su esposa,
Carlos Bernal Verea, hijo del arqueólogo, dedicó su participación a hacer una evocación más personal del homenajeado. Lo recordó como un personaje con saco y corbata de forma permanente, “los usaba todos los días de la semana: bajaba a su biblioteca a estudiar, a escribir. Pasaba horas, por eso no le gustaban mucho los aspectos administrativos”.
Sin embargo, esas investigaciones lo llevaron a producir un sinnúmero de libros, en cuya elaboración participaba de manera permanente doña Sofía Verea, sobre todo en la redacción de las publicaciones especializadas, aunque “adoraba la literatura francesa y leía el teatro de Shakespeare constantemente”.
“Otra de las adoraciones de papá eran sus perros: salchichas y callejeros, quién sabe a quién quiso más. Un día estando en Oaxaca, papá recibió una llamada: habían encontrado una tumba fabulosa en Zaachila, pero el pueblo estaba en contra de las excavaciones, al grado que se tuvo que poner vigilancia a su alrededor. Ello contribuyó a que se conociera de mejor manera nuestro pasado”, rememoró Carlos Bernal.
Coincidencias entre arqueólogos
Eduardo Matos Moctezuma, miembro de El Colegio Nacional, participó con la ponencia Tras las huellas de don Ignacio, bajo el convencimiento de que hay personas que dejan huella en la historia de la disciplina que profesan y “ese es el caso de don Ignacio Bernal y García Pimentel”.
“Me percaté de una gran cantidad de coincidencias que me relacionan con la figura del eminente arqueólogo. Son sólo coincidencias, pues no pretendo igualarme a una figura señera como es la del maestro en el campo de la arqueología: desde la inauguración del Museo Nacional de Antropología, don Ignacio Bernal estuvo al frente de aquel espacio emblemático en la historia de nuestra disciplina. Quién iba a decirme que, años más tarde, me correspondería ocupar la dirección del museo en donde don Ignacio había dejado huella imborrable.”
Al ofrecer ese recorrido, Matos Moctezuma recordó varios momentos en que se encontraron en el camino, como en la época en la que se conformó el Consejo de Arqueología, a principios de los años 70: don Ignacio fungió como su primer presidente “y me distinguió al nombrarme como secretario del cuerpo colegiado”.
“Años más tarde, en 1977, lo sustituí en el cargo y muchas fueron las enseñanzas que aprendí de mi antecesor. Ambos formamos parte de la Academia Mexicana de la Lengua y la Academia Mexicana de la Historia y siguiendo las coincidencias comentaré que en esta última se me asignó la Silla 14 cuyo ocupante anterior fue precisamente don Ignacio Bernal.”
Su participación en el homenaje también sirvió para la parte más anecdótica, para el rescate del sentido del humor que tenía una figura como Ignacio Bernal, como en una ocasión en que lo acompañó a una visita a Tula, pero al regreso a la Ciudad de México sufrieron un percance, al poncharse una llanta del automóvil, “lo que para otros hubiera significado una desgracia para don Ignacio fue motivo de hacer gala de su humor: “creo que más tardaron los aztecas en llegar a Tenochtitlan que el tiempo que tarda el chofer en cambiar la llanta”.
“Cuando don Ignacio presidía el Consejo de Arqueología, un día llegó una extensa carta del arqueólogo Emilio Bejarano en la que hacía repetidas recomendaciones de una persona que deseaba trabajar en Guanajuato: como secretario me correspondió leer aquella misiva tan llena de halagos y recomendaciones para la arqueología. Al terminar la farragosa y larga carta don Ignacio volteó hacia mí y dijo ‘Eduardo, todo eso está muy bien, pero dígame y quién recomienda a Bejarano’. En varias ocasiones me he referido al humor del doctor Bernal si algo nos caracteriza es, precisamente, el humor, y a veces, en mi caso, la socarronería con que trato a personas o sucesos que he vivido”, destacó el colegiado.
Fuente: El Colegio Nacional