Doctor Rolando Ísita Tornell
Periodista y comunicador de la ciencia UNAM
El Zócalo de la CDMX es un sitio emblemático, simbólico, es lo que representa además de lo que es: una plancha de concreto.
Es la zona en la que han tenido asiento los poderes instaurados en esta geografía: el de las creencias, la iglesia; el de la conducción de la nación, el Ejecutivo (de la ciudad misma), el poder de las reglas (Judicial) y, a unas cuadras de ahí, el de los representantes de las poblaciones (Legislativo). También ha sido escenario de sucesos de la evolución histórica de la nación, las protestas o la expresión de las bases sociales de los gobiernos.
Justo por esa representación simbólica y emblemática del Zócalo de la CDMX cobra relevancia que una disciplina universal del conocimiento científico haya “tomado” la plaza por tercera ocasión, convocando a la población a una verbena del conocimiento y el espectáculo del cielo nocturno, de donde venimos. Entre 80 mil y 120 mil personas acudieron al Zócalo convocadas por la Noche de las Estrellas este sábado 3 de diciembre, según me informó el coordinador del Comité Nacional de la Noche de las Estrellas, el astrofísico José Franco López.
La Astronomía en México ha sido una disciplina que ha dejado huellas discretas en los anales de nuestra historia, más allá de sus modestas pero importantes aportaciones a la astronomía universal. Por la pura curiosidad de observar los objetos brillantes de la bóveda celeste convocando a la población, ya había tenido lugar calles atrás del Zócalo, en el barrio de los estudiantes, en 1910. Luis G. León, fundador de la Sociedad Astronómica de México en 1902, reunió a cerca de 6 mil personas a observar por telescopio el cielo nocturno.
De igual forma, más allá de la disciplina astronómica, la expedición del astrónomo Francisco Díaz Covarrubias a Yokohama, Japón, en 1874, para observar el paso del planeta Venus frente al Sol, visto desde la Tierra (tránsito de Venus), impulsó la apertura de relaciones diplomáticas con la nación del Sol Naciente, uno de los primeros países que lo hicieron. Existe una placa alusiva al hecho en Yokohama, en homenaje al grupo de Díaz Covarrubias.
Asimismo, por esas épocas, el transporte mundial marítimo de mercancías y materias primas por mar requería de mapas del cielo nocturno más precisos que los dibujos hechos a mano. Talbot recién había inventado la fotografía (1840), y el Observatorio de París, dirigido por el almirante (nada sorprendente) Ernest Mouchez, hizo una convocatoria mundial para fotografiar el cielo nocturno para integrar una Carta del Cielo, útil para la navegación.
En México, el ingeniero y astrónomo Ángel Anguiano envió a Paris una muy nítida fotografía de la Luna tomada con un telescopio ecuatorial aún no diseñado para fotografía. Las exposiciones fotográficas llevaban minutos, de ahí la calidad y nitidez de la imagen de la Luna de Anguiano. El hecho valió para invitar a México a integrar la Carta del Cielo. El gobierno dispuso la adquisición de un telescopio irlandés Grubb diseñado para placas fotográficas, hoy custodiado por la UNAM en el Observatorio de Tonantzintla, Puebla. México aportó 1200 placas para integrar la Carta del Cielo. Por demás, ya lo hemos comentado antes, hay Internet en México gracias a la Astronomía.
La Noche de las Estrellas tuvo su origen en la inquietud de una diplomada en divulgación de la ciencia egresada de la DGDC UNAM, Mariana Espinoza. “Si hablamos de llevar la ciencia a la sociedad, ¿por qué no tomamos el Zócalo?”. Un eclipse de Luna, en febrero de 2008 fue el pretexto para hacerlo. Además, estaba en ciernes el Año Internacional de la Astronomía en 2009. En ese eclipse de Luna observado por cerca de 60 mil personas en el Zócalo, se acercaron unos franceses para hablar de su experiencia con su Nuit des étoiles. Se retomó, se enriqueció esa idea y se organizó un Comité Nacional integrado por instituciones de educación superior, culturales, civiles y empresariales. La embajada de Francia y las Alianzas Francesas han formado parte del Comité.
Desde 2009 la Noche de las Estrellas se lleva a cabo en nivel nacional. En tres ocasiones ha rendido reconocimiento a los astrónomos mayas, toltecas y olmecas: El cielo de nuestros antepasados, en 2009; el Nuevo Baktún (cuando se acabó el mundo, en 2012) y este 2022 “abrazó a nuestros antepasados” -dijo Franco a Radio IPN- y con “la ciencia en el sustento del desarrollo”.
Fuente: elvigia.net