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Hay una sombra que hemos echado sobre el pasado novohispano: Jorge Gutiérrez Reyna

Hay una sombra que hemos echado sobre el pasado novohispano: Jorge Gutiérrez Reyna

Desde su perspectiva, las relaciones de fiesta novohispanas son como una especie de réplica de la fiesta real, pero hecha de palabras, a veces de forma más esplendorosa que la fiesta auténtica

Los arcos triunfales forman parte de la fiesta de recepción o bienvenida de los Virreyes, “hay que decir que si algo heredamos los mexicanos actuales de nuestros ancestros novohispanos es la debilidad de hacer fiestas a la menor provocación: fiestas por todo, ya fuera por el cumpleaños de la reina o por si cumple años el rey; por si canonizan a un santo, por el santo patrono de la parroquia”.

“Para todo se hace fiesta y se hace fiesta grande, ahora imagínense que la festividad más importante y más suntuosa es justamente la de la recepción de los virreyes: es la joya de la corona”, a decir de Jorge Gutiérrez Reyna, investigador, académico de la UNAM y poeta, además de especialista en literatura novohispana.

Al dictar la conferencia “Los espacios de la fiesta novohispana” del Ciclo Lengua, espacios y vida cotidiana en México, coordinado por Concepción Company Company, miembro de El Colegio Nacional, el investigador recordó que ese complejo ritual celebratorio atraía las miradas y la atención de todos los ciudadanos de la Nueva España, la gente ponía toda su atención e interés en este tipo de fiestas.

“Los arcos triunfales son la cereza del pastel de la entrada de los virreyes y son construcciones de obras de arte pictórico o literario, que se dirigían para dar la bienvenida a la entrada de los virreyes o para clausurar la gran celebración; hay que decir que los arcos triunfales forman parte de una tradición muy antigua: los arcos romanos de la antigüedad, de los cuales aún podemos ver algunos ejemplos en Europa y esa tradición de los arcos triunfales romanos pasa a la Europa del renacimiento y de ahí atraviesa el Atlántico, nos llega a nosotros y la desarrollamos durante la edad barroca y durante el siglo XVIII. Es una tradición que viene de muy lejos”, a decir de Gutiérrez Reyna.

Estos documentos mencionados gozan de una característica que los convierte en papeles aún más interesantes: son papeles que, en realidad, se definen como relaciones de fiestas.

Para Jorge Gutiérrez Reyna, hay ocasiones en que hubiese sido preferible leer la relación misma que ir a la fiesta, porque todos esos impresos no dan cuenta de la fiesta como tal, sino que crean otra fiesta hecha de metáforas, de alegorías, de palabras, de alusiones mitológicas: “una fiesta de palabras que, a diferencia de la fiesta real, perdura porque todavía estamos hablando de ellas. La fiesta real se desvanece, la palabra perdura”.

“Todas esas relaciones de fiestas, que debieran contarse por cientos, no están disponibles, uno no va a la librería y pide el documento, son obras que permanecen, como la mayor parte de la literatura novohispana, ocultas bajo el polvo de las bibliotecas y de los fondos reservados: cada que voy a una biblioteca, después de buscar todo lo de Sor Juana, me pongo a buscar arcos triunfales y así he encontrado algunas maravillas de las cuales sólo en ocasiones sobrevive un único ejemplar”.

Sin embargo, el autor de una edición crítica de Primeros sueño y otros poemas de Sor Juana Inés de la Cruz advirtió acerca de los desafíos que siempre implica acercarse a una obra del barroco, pues las relaciones de fiestas son de ardua lectura, “llenas de latín o de relaciones mitológicas. Si alguien me pregunta cómo me adentro a la literatura novohispana no le recomendaría empezar con una relación de fiesta”.

El ingenio novohispano

Durante la pandemia, Jorge Gutiérrez Reyna participó en otro ciclo de conferencias dedicado a los concursos de poesía en donde los ingenios novohispanos se desplegaban, por lo que en la sesión celebrada la noche del miércoles 5 de julio, se propuso reflexionar sobre los arcos triunfales y, en especial, de la manera en que la festividad barroca se convirtió en “uno de los muchos regalos que nos ofrece el mundo novohispano”.

De entre esos obsequios, el investigador resaltó dos obras fundamentales en torno a los arcos triunfales: El Neptuno alegórico, de Sor Juana Inés de la Cruz, y el Teatro de virtudes políticas de Carlos de Sigüenza y Góngora, con quien se tiene una deuda histórica “enorme” por diversas razones.

“Él fue nuestro primer arqueólogo, nuestro primer astrónomo moderno, extraordinario poeta y, para acabar pronto, uno de los principales inventores y fundadores de lo que hoy conocemos como la mexicanidad: si habitamos un país llamado México en gran parte se debe a don Carlos de Sigüenza, porque antes de ser un país, el país tiene que ser un conjunto de ideas y muchas de esas ideas se las debemos a él”, agregó.

El catedrático contó que ambos libros se escribieron hacia 1680 para darle la bienvenida al Marqués de la Laguna y los dos arcos son “absolutamente excepcionales”. El de Sor Juana porque es el único arco, “en tres siglos de historia novohispana” comisionado a una mujer.

“En la Ciudad de México se hacían dos arcos triunfales: uno era en la catedral de México y se adosaba al costado de la Catedral que da a la actual calle de Monte de Piedad. Había otro que estaba en la Plaza de Santo Domingo, encargado a don Carlos, el cual era tridimensional. Uno era para darle la bienvenida al Virrey y el otro para clausurar los festejos: el arco de Sor Juana representa una verdadera anomalía dentro de la historia por el hecho de haber sido comisionado a una autora y a una autora monja”, en palabras de Jorge Gutiérrez Reyna.

Además, esta participación marca el inicio de las relaciones entre Sor Juana y los Condes de Paredes, Marqueses de La Laguna, lo cual es relevante, porque la Condesa de Paredes se convierte en su principal protectora, su mecenas, su editora en España. Seconocen gracias a El Neptuno alegórico y de ahí, Sor Juana se convierte en la Décima musa, en la mujer que conocemos hoy en día: si Sor Juana no hubiese escrito esa obra, “probablemente no estaríamos hablando de ella ahorita”.

A la importancia de esas relaciones se podría sumar una frase de Octavio Paz, un convencido de que la poesía vuelve al mundo más habitable. De la misma manera, el investigador también tiene la certeza de que, gracias a muchos de los versos, “uno tiene en la cabeza al mundo, se habita de manera más significativa, más profunda: uno está mejor en el mundo cuando lee poesía y lo que nos revela no sólo pueden ser los espacios, sino también el tiempo”.

Fuente: El Colegio Nacional

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