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El Cosmos en tiempos del libre comercio: NASA, ciencia espacial y redes sociales

Boris Berenzon Gorn

En unos años podrías estar planeando tus vacaciones al espacio. Bueno, tal vez pasen décadas, pero, aunque la idea suene lejana y extraña, la comercialización del espacio como estrategia de economía sostenible en la NASA es una realidad que todos los días permite imaginar nuevos escenarios para la literatura de ciencia ficción y la cultura pop; e incluso podemos especular que algunos llegarán en un tiempo mucho menor del que esperamos. El sistema da muestras de que todo es parte de la economía y el comercio que nada se quede afuera del mercado por ello hay que adueñarse de el universo y crear necesidades que produzcan deseos y goces casi siempre inalcanzables.

Las implicaciones de la nueva era espacial abierta al libre comercio manifiestan cambios culturales donde el mundo digital juega un papel fundamental. Eso a lo que llamamos “comercialización del espacio” es parte de una estrategia de colaboración y financiación gracias a capital público y privado, con el objetivo de fomentar la innovación, reducir costos y volver rentables las misiones. Con esta estrategia, la NASA proyecta misiones científicas y de exploración cada vez más complejas, en respuesta al poco desarrollo de las décadas pasadas a consecuencia de los recortes presupuestales.

Hoy en día, la NASA ya tiene acuerdos con empresas como SpaceX, Blue Origin y Northrop Grumman. La primera y más conocida fue fundada por Elon Musk en el año 2002, y su principal objetivo es reducir los costos espaciales a través de la introducción de cohetes reutilizables, con el fin de generar misiones de largo plazo en Marte. En 2020, esta empresa marcó un hito con la misión Crew-1, la primera donde una empresa privada envió astronautas a la Estación Espacial Internacional. También está desarrollando el módulo Starship para aterrizaje lunar del programa Artemis.

Blue Origin fue fundada por Jeff Bezos en el año 2000 y su objetivo consiste en facilitar el acceso al espacio a través de tecnologías sostenibles para garantizar la presencia humana permanente. Esta empresa centra su negocio en el turismo espacial, pero también en el transporte de cargas útiles y experimentos de investigación científica en microgravedad. Aunque por ahora los turistas espaciales tienen que pagar costos muy elevados, no deja de ser una posibilidad que, con el tiempo, viajar al espacio sea cada vez más asequible. Northrop Grumman, por su parte, es una empresa de larga historia, fundada en 1939 y enfocada en tecnología espacial y militar, sobre todo en lo que se refiere a la órbita baja, la exploración lunar y la defensa.

En este proceso de comercialización, la NASA se está convirtiendo en un cliente que adquiere tecnología y servicios de empresas privadas, estimulando la autonomía de la economía espacial. Las implicaciones de estas transformaciones, además de fomentar la investigación científica, impulsar el desarrollo espacial sostenible o expandir el turismo espacial, también abren la posibilidad de explotar recursos en el espacio, colonizar lugares como la Luna o Marte y crear un ámbito de competencia y diversificación de actores en el desarrollo tecnológico.

Naturalmente, la nueva etapa espacial también plantea preguntas. Generar esquemas regulatorios y de cooperación internacional es urgente, pues de lo contrario se favorecería la desigualdad y la polarización de los poderes políticos, económicos y hasta militares en un horizonte internacional ya de por sí divergente. Los recursos espaciales y las investigaciones científicas deben crecer en beneficio de toda la humanidad. En este sentido, se plantea la creación de cuerpos colegiados científicos e internacionales que trasciendan a la NASA y a las empresas que actualmente participan del horizonte político y económico aeroespacial.

En este sentido, el papel de las tecnologías digitales ha demostrado ser crucial, pues es el medio de divulgación y difusión por excelencia, que permite e incentiva la participación pública. La nueva narrativa espacial se ha servido de X, Instagram, YouTube y TikTok para generar ganancias, crear públicos y audiencias, fomentar relaciones de clientes y agencias espaciales, entre otros. SpaceX, al igual que la NASA, transmite sus lanzamientos en YouTube desde hace tiempo, democratizando el acceso a la información y volviendo asequibles para todas las personas los avances tecnológicos. También son muy populares las cuentas de astronautas de la Estación Espacial Internacional que interactúan con sus seguidores, compartiendo su vida y creando importantes espacios de divulgación científica. El entusiasmo por la ciencia y la tecnología espacial está volviendo a ser tendencia.

Seguramente, la inteligencia artificial, el análisis de datos y las comunicaciones digitales seguirán desarrollándose con respecto a las innovaciones tecnológicas espaciales. No deja de ser interesante que, aún en estos tiempos posmodernos y casi irreales, las preguntas viejas sobre la condición humana sean más vigentes que nunca. ¿Quiénes somos en este cosmos inmenso, observando la infinitud desde una pantalla de trece pulgadas?, ¿cómo nos transforma esa belleza inalcanzable a la que únicamente tenemos acceso a través de los ojos de la tecnología?, ¿quiénes seremos como especie en los tiempos de la exploración espacial? Belleza y ser, conocer y dudar. Todo parece difuso, pero emocionante.

Hilo de telaraña. Uno de los principales objetivos del Telescopio Espacial James Webb, diseñado para superar al Hubble, es explorar el “amanecer cósmico”, periodo en el que se formaron las primeras galaxias y estrellas después del Big Bang, hace aproximadamente 13.5 mil millones de años.

Fuente: elsoldemexico.com.mx

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