La doctora Tessy López inventó un gel que cura el pie diabético, lo que le valió ser nominada al premio Nobel de Química. Sin embargo, cuando estaba iniciando su investigación, la despojaron de su laboratorio en la UAM Iztapalapa. “Me sacaron todas mis cosas y le pusieron un candado. Parecía un complot. Desde rectoría hasta quien puso el candado. Nadie respondió por nada”, cuenta.
Un colega le llamó por teléfono para avisarle y le ofreció guardar sus cosas en su oficina, pero por el espacio, sólo cupo su escritorio en una de las esquinas del lugar. Dejó en el pasillo sus archiveros, que contenían todos los papeles relacionados con su investigación. Tessy continuó trabajando así por 4 años.
En 1995, fue galardonada con el premio para científicos jóvenes Javed Hussien que da la UNESCO, por esa razón diferentes medios y periodistas fueron a buscarla a la UAM. El rector le ofreció su oficina para que realizara todas las entrevistas allí, sin embargo, ella rechazó la oferta.
La doctora dio sus entrevistas en el laboratorio improvisado donde trabajaba. “Lo rechacé para que los reporteros vieran como la UAM trata a sus investigadores y di las entrevistas en el pasillo”, recuerda. Después de esta situación, el rector le asignó “el mejor laboratorio que tenía el edificio de química”.
La diabetes y sus secuelas como el pie diabético son un problema importante en México. Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de Medio Camino 2016 (ENSANUT-MC) en nuestro país 9.4% de los adultos mayores de 20 años tienen diabetes, es decir, casi 11 millones de mexicanos. Y de éstos, 5.5% han sufrido una amputación.
Luchando contra el cáncer
El mismo año que le entregaron su nuevo laboratorio, Tessy fue diagnosticada con cáncer de ovario. Nueve años después, en 2004 también le detectaron cáncer de mama y al año siguiente, de intestino. Los doctores le tuvieron que sacar la vesícula y un trozo del intestino. La enfermedad no paró y se volvió a manifestar en la tiroides y paratiroides. “Me quitaron todo”, recuerda la doctora, siempre con una sonrisa en su rostro.
Ese mismo año, le detectaron cáncer de hígado. “Pensé que esa vez no me iba a curar y no quería dejar a mis hijos pequeños huérfanos”. Aunque su trabajo con nanopartículas estaba en etapa experimental, decidió probarlas en ella misma y así se salvó la vida.
En 2010, Tessy quedó cuadripléjica y sin poder hablar después de sufrir un paro respiratorio y un infarto cerebral, esta condición sólo le duró unos meses. Logró recuperar por completo el habla, pero su cuerpo ya no reaccionó del lado izquierdo, hemiplejia que tiene hasta la fecha.
Aunque estaba inmovilizada, la doctora recuerda que su mente se encontraba en buenas condiciones por lo que pudo continuar trabajando. “Cuando empecé a mover el anular izquierdo pensé: necesito distraerme o me voy a deprimir, y escribí un libro llamado Nanotecnología y nanomedicina: la ciencia del futuro…hoy. Me hizo mucho bien”, explica la doctora López.
La “constancia de una general” le ha permitido recuperar parte de su movilidad. Todos los días asiste a su rehabilitación a partir de las 10 de la mañana hasta las 12 del día, para después andar en bicicleta o nadar una hora con la persona que la apoya.
Además, una vez al año uno de sus hijos la lleva al mar porque “da mucha libertad”. Tessy no considera que su vida haya tenido un cambio drástico a partir de su condición. “Seguí teniendo alumnos e inventando cosas. Lo más importante en esta vida es pensar y ejecutar para que la gente o la sociedad tenga los frutos de nuestro trabajo”, reflexiona.
Encuentra apoyo en Europa
El apoyo económico más importante para la investigación de Tessy vino de la Comunidad Europea. Le otorgaron 2 millones de euros por participar en un proyecto con ellos. Con este dinero pudo comprar materiales y equipo para su laboratorio que, por lo general, pedía prestados a sus colegas.
Además, la doctora López cuenta con los recursos de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans, donde aún es colaboradora. También mantiene un acuerdo desde hace más de 20 años con el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS, por sus siglas en francés), “es como el Conacyt de Francia”, explica.
Tessy cree que lo más importante no son los apoyos que ha recibido, sino el que ella ofrece a la sociedad. “Todo lo que he hecho lo he dado a la sociedad con mucho gusto. Eso me da alegría y seguridad de que estoy siguiendo el camino que debo seguir”.
Por eso, fundó una asociación llamada Laboratorios de Nanomedicina (Labnanomed), donde tienen consultorios que atienden a personas de bajos recursos. Entre los servicios está la aplicación del gel y se les entrega una muestra para que puedan seguir usándolo.
De acuerdo con la Procuraduría Federal del Consumidor, la diabetes cuesta entre mil 300 y 4 mil pesos mensuales. Una persona que gana el salario mínimo gastaría la mitad de su sueldo o no podría pagar el tratamiento de su enfermedad, pues sólo recibe 2 mil 300 pesos al mes.
“Ellos pueden colaborar para que sigamos produciendo el gel y poder continuar con el apoyo a los demás pacientes. Si no tienen dinero, nada más se cobra la consulta del médico, que es lo mínimo. El gel siempre se les entrega”, comenta.
La ciencia está en la sangre
Tessy vivió una parte de su infancia en la Universidad de Guanajuato pues su padre trabajaba allí. “Toda la vida estuve pegada a lo que él hacía. Admiraba mucho su trabajo. Creo que tengo la ciencia en la sangre.” recuerda.
Esta admiración la llevó a estudiar la carrera de ingeniería química, como lo había hecho su padre. Sin embargo, apenas en el primer trimestre de la carrera se dio cuenta que no era el camino que quería seguir y cambió a físico-química, profesión de la que hizo una especialidad de Química en Estado Sólido y un doctorado en Nanomateriales.
Cuando tenía 20 años, la doctora se casó con José un científico que tenía el doble de su edad. Él le dijo que “estaba loca” cuando le comentó de su interés en las nanotecnologías y la síntesis solgel, proceso donde un sólido pasa a ser gelatina y produce las nanopartículas que aceleran la sanación del pie diabético.
“Las ideas novedosas parecen una locura. Cuando empecé a trabajar con las nanopartículas y a hacer publicaciones de esto, convencí a mi esposo de lo que estaba haciendo y comenzó a apoyarme; incluso me pidió que juntáramos nuestras investigaciones” cuenta.
Así la doctora López “le dio un vuelco” al uso de las nanopartículas y trabajó haciendo nanocatalizadores por 15 años para la industria petroquímica, hasta que el director del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía la invitó a aplicar las nanopartículas a la medicina. “Tuvimos el placer de ser uno de los primeros grupos de nanomedicina en el mundo”, recuerda.
La cura del pie diabético
La doctora no puede decir una fecha exacta en la que terminó el nanogel, es el resultado de 35 años de investigación y trabajo.
Sus nanopartículas funcionan como biocatalizadores, es decir, tienen la función de acelerar o alentar un proceso químico. En el caso del pie diabético provocan que las células se regeneren rápidamente y puedan cerrar las heridas.
Sin embargo, que el gel haga su trabajo, no sólo depende del invento de la doctora López. Antes de ser aplicado, las heridas del paciente deben ser limpiadas con curaciones y necesitan de un tratamiento constante, ya que las yagas no cierran con una sola aplicación.
“El problema del pie diabético es que se llena de bacterias haciéndolo difícil de atacar, pues junta de 3 a 8 bacterias. Cuando el pie está limpio las células comienzan a reproducirse, las nanopartículas aceleran esta reproducción. Cicatrizando la piel más rápido de lo normal”, explica la egresada de la UAM.
El doctor Alberto Landetta, quien lleva más de 20 años ejerciendo la medicina, usa el gel inventado por la doctora en su consultorio, explica que el proceso de curación del pie diabético tarda entre seis y nueve meses; pero gracias a las nanopartículas, algunos de sus pacientes se curaron en sólo tres.
“El gel evitó que tuviéramos que amputar la pierna a algunos pacientes. Por ejemplo al señor Peña. Cuando llegó sus heridas eran tan graves que se le veían los tendones. Después de la aplicación del gel su piel quedó como nueva” recuerda el médico.
Investigaciones futuras
Por su condición, Tessy trabaja sentada en su cama, pone sus piernas cruzadas y al frente coloca su computadora portátil y con la poca movilidad de sus dedos avanza con sus pendientes.
Su recámara es también su oficina y se convierte en un salón de clases, cuando la visitan sus alumnos de la UAM, que van a pedirle asesoría para avanzar en sus clases. Al fondo, su cuarto está adornado con unos muñecos de peluche que están parados junto a la ventana, a un costado hay un sillón de madera con almohadas color vino donde recibe a sus visitas y un pizarrón con un calendario, allí tiene apuntados sus pendientes del mes, todos los días están llenos.
Aunque la doctora López ha sido premiada y reconocida por su trabajo con el pie diabético, ella no se detiene. Su investigación continúa. El siguiente objetivo es ocupar sus nanopartículas para tratar algunos tipos de cáncer. “Puedo hacer catalizadores que rompan los enlaces de las bases nitrogenadas del ADN. Si acabas con las células malignas rompiendo su código genético, ya no se regenerarán”, explica.
Para darle continuidad a su trabajo, formó un convenio con el Hospital Infantil de México donde metió un protocolo para tratar niños con cáncer cerebral y a los que tienen epilepsia refractaria, es decir, resistente a los tratamientos comunes para esta enfermedad.
Además, busca mejorar sus nanopartículas para combatir el cáncer de pulmón y la fibrosis pulmonar, pues “en nuestro país hay mucha gente que la padece aunque no fume. Creo que se debe a la contaminación pues los factores ambientales son muy importantes en estos tipos de cáncer”, dice.
Lo importante no es el Nobel
Por su trabajo con las nanopartículas y la cura del pie diabético, Tessy ganó el premio de La Academia Mundial de las Ciencias, el cual se entrega a científicos de los países del Sur, es decir, que están en vías de desarrollo y no tienen apoyo constante a la ciencia.
Para la doctora López, este premio significó recibir felicitaciones, que escribieran sobre ella y una medalla que prefiere tener guardada porque “uno no puede andar paseándola”, sin embargo, para su investigación y trabajo, todo continuó igual.
Para ella, lo más importante es lo que siguió haciendo. “Nada cambia, todo depende de ti y de tu lucha diaria, nada viene gratis. Entre más te entregues a lo que estás haciendo, más ideas nuevas vas a tener”, comenta Tessy mientras sonríe y mira sus manos.
En 2016, la doctora fue nominada al premio Nobel de Química por su trabajo en nanomedicina catalítica. A pesar de no ganar, ella se sintió satisfecha pues estar considerada para el galardón le hizo notar que su investigación “va por buen camino”.
“Ser nominada al nobel no representó nada para mi investigación. Lo importante no es el premio, si no que estoy siguiendo mi sueño: hacer nanopartículas que sirvan a la sociedad”, concluye.
Fuente: eluniversal.com.mx